Europa, a la que se concedió el Premio Nobel de la Paz por contribuir a promover la reconciliación, la democracia, la paz y los derechos humanos, al prohibir al presidente Evo Morales sobrevolar su espacio aéreo, ha convertido todo ello en fraseología vacua, pues no ha vacilado en crear una grave crisis diplomática con tal […]
Europa, a la que se concedió el Premio Nobel de la Paz por contribuir a promover la reconciliación, la democracia, la paz y los derechos humanos, al prohibir al presidente Evo Morales sobrevolar su espacio aéreo, ha convertido todo ello en fraseología vacua, pues no ha vacilado en crear una grave crisis diplomática con tal de cumplir un mandato de los EE.UU., que viola el derecho internacional y la inmunidad diplomática que goza todo Jefe de Estado.
Según Margallo, ministro español de Asuntos Exteriores: «Nos dijeron que Snowden estaba dentro.» ¿Acaso esa simple sospecha da motivo para tanta altanería? Porque no puede ser que la búsqueda de alguien que es reclamado injustamente por el gobierno de los EE.UU. dé pábulo para tanta torpeza y se atropellen los principios que protegen a la primera autoridad de un país soberano. A lo mejor sí le hubieran permitido a Evo Morales sobrevolar territorio europeo en el caso de que transportase secuestrados para ser torturados por la CIA, como se ha hecho en numerosas ocasiones.
Pese a que Margallo no dijo el nombre del maldiciente que le dio la orden, cualquiera puede sospechar de quién se trata, pues sólo existe un país que la puede dar para ser obedecida sin dudar un ápice y de la manera más dócil, aunque vaya en contra del interés del que la recibe.
Para el gobierno de Bolivia, la cosa es bien clara: «Se trata de una instrucción del gobierno de Estados Unidos»; también lo es para los presidentes latinoamericanos que, de manera análoga al presidente de Ecuador, Rafael Correa, expresaron: «¡Nuestra América no puede tolerar tanto abuso!»
Por otra parte, según el semanario alemán Der Spiegel, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) almacena mensualmente, sólo en Alemania, quinientos millones de llamadas telefónicas; Fráncfort, la capital banquera y financiera de la UE, es el sitio más controlado. ¡Vaya lugar que escogieron para buscar terroristas! Nadie lo va a creer. Por otra parte, noten que por su gran magnitud, este espionaje reduce casi a cero la culpabilidad de Nixon en Watergate, donde apenas se espió la convención del partido demócrata de los EE.UU. y no las comunicaciones del mundo entero.
Por lo que se ve, ha llegado la hora de que Europa se libere de tan oprobioso tutelaje, para que se hagan reales las palabras de Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, de estar «…profundamente preocupado y sorprendido» y que «si las acusaciones resultan ser verdad, sería un asunto muy grave que tendrá un grave impacto» en las relaciones de la UE con los EE.UU. O las de la ministra alemana de Justicia, Leutheusser-Schnarrenberger, quien expresó sobre este tema: «Excede a todo lo imaginable que nuestros amigos de EE.UU. miren a los europeos como enemigos.» Se diría, como algo mucho peor, como vasallos.
Así es que, manos a la obra.
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