La ofensiva militar desencadenada por el gobierno pakistaní contra la resistencia baluchi y que se cobró la vida de uno de los dirigentes de la misma, Nawab Akbar Khan Bugti, conocido como el «tigre de Baluchistán», ha vuelto a rescatar en los medio sde comunicación, siquiera por un breve periodo de tiempo, la situación de […]
La ofensiva militar desencadenada por el gobierno pakistaní contra la resistencia baluchi y que se cobró la vida de uno de los dirigentes de la misma, Nawab Akbar Khan Bugti, conocido como el «tigre de Baluchistán», ha vuelto a rescatar en los medio sde comunicación, siquiera por un breve periodo de tiempo, la situación de Baluchistán, un pueblo que lleva décadas luchando por su independencia.
El proceso de descolonización del continente indio no tuvo en cuenta las aspiraciones de los baluchis, y al igual que sucedió con otros pueblos, los intereses de las potencias coloniales a la hora de configurar el nuevo mapa de la región se antepusieron a las derechos de los pueblos.
Las aspiraciones de Baluchistán han sido ignoradas durante muchos años, tanto por los gobiernos de la zona como por las potencias internacionales. Ante esta situación, para buen aparte de las tribus de la región, la insurrección armada es el único camino para obtener la materialización de sus reivindicaciones y derechos.
A pesar de que la historia más antigua del pueblo baluchi es muy confusa, parece que la mayoría de historiadores coinciden en señalar que el nombre de Baluchistán está ligado a la llegada de las tribus «baluch» desde Irán. De entre las dieciocho tribus que conforman el pueblo Baluchi, los Bugtis y los Marris son las principales. El sistema de cada tribu está a su vez dividido en diferentes ramas. El jefe tribal recibe el nombre de «Sardar» y el de la subtribu es conocido como «malik». La importancia de los sardar y malik es fundamental para entender la importancia que tiene el sistema tribal a la hora de acercarnos a la realidad de Baluchistán.
En ocasiones también las diferencias entre las diferentes tribus y sus líedres ha impedido conformar una unidad en la resistencia, algo que parecía haberse superado en los últimos años. El reciente golpe contra la dirección de la misma no impedirá «que otros líderes se pongan al frente de la resistencia» contra la ocupación.
Resistencia
A pesar de los intentos de Islamabad para presentar al movimiento independentista baluchi como fruto «de las estrategias de terror» actuales y en línea con las directrices de al-Qaeda, lo cierto es que la región no ha vivido nunca el extremismo religiosos que se ha podido dar en zonas vecinas, además el movimiento de liberación «baluchi, siempre ha tenido una centralidad nacional».
Durante el siglo dieciocho Baluchistán era conocido como «el estado de Kalat», y la región era gobernada por el Khan de Kalat. La llegada de los británicos transformó la situación y a pesar de firmar un tratado para «respetar la soberanía e independencia de Kalat», pronto vació de contenido el mismo y maniobró para defender únicamente los intereses de su graciosa majestad británica.
Ya en el siglo XIX, Baluchistán será dividido entre Irán, Afganistán y la India británica, haciendo que las fronteras y los gobiernos centrales chocasen con la vida tradicional nómada y con sus aspiraciones.
En 1947, un día antes de la declaración de independencia, el Khan hizo lo propio y declaró la independencia de Kalat, al tiempo que ofreció una negociación a Pakistán.
El nuevo estado pakistaní se comprometió a respetar la decisión pero no tardaría en enviar a su ejército y hacerse con el control, aprovechando además las reticencias británicas a un nuevo estado en el subcontinente.
A partir de entonces las revueltas y alzamientos se han sucedido en estas décadas. Los alzamientos de 1948 y 1958 aportaron dos nuevos mártires a la causa de Baluchistán: Abdul Karim y Nowroz Khan.
En los años sesenta y setenta el movimiento de resistencia adquirió nuevos bríos con la creación de dos movimientos, el Frente de Liberación de Baluchistán ( similar a la OLP palestina) y la Organización para la Liberación del Pueblo de Baluchistán (siguiendo el modelo de Bangladeh).
En los últimos años, el protagonismo lo ha adquirido el Ejército de Liberación Baluchi, que ha protagonizado ataques contra los gaseoductos, las sedes y personal gubernamentales, establecimientos militares, líneas férreas e infraestructuras energéticas. Una de sus acciones más espectaculares tuvo lugar el 14 de diciembre del año pasado, cuando recibieron al presidente de Pakistán, el general golpista Mushrraf, con el lanzamiento de catorce bombas. Las guerrillas (Parari) han continuado con sus ataques en todo Baluchistán y podían estar preparando ataques en otras partes de Pakistán.
Gran Juego
A pesar de su aspecto árido, Baluchistán podría convertirse, de alcanzar su independencia, en el tercer país productor más rico del mundo, gracias a sus enormes reservas de gas y petróleo. Su riqueza, unido a su importante situación geoestratégica le convierte en el objeto de deseo y de pelea de diferentes actores internacionales y regionales.
Pakistán «no puede permitir» que su mayor provincia, y la más rica, se separe, su pérdida económica se vería incrementada por el deseo de separación de otras zonas del estado, como Kashmir. Irán también ve con recelo los movimientos independentistas pues dentro de sus fronteras también hay una importante presencia baluchi que perseguiría la unificación de su pueblo. Además, entre estos dos estados hay una importante pelea estratégica y económica por hacer que sus puertos sean los focos económicos de la región, Gwadaren Pakistán y Chahbahar en Irán.
China e India también tiene sus propios intereses, mientras que Beijing busca seguir su expansión regional, y el control del puerto de Gwadar es estratégico, India busca contrarrestar ese avance chino, al tiempo que no desaprovecha ninguna ocasión para impulsar contradicciones internas en su histórico enemigo pakistaní.
Finalmente aparece la mano estadounidense, presta en todo momento para mover los hilos y conspirar para seguir asentando su proyecto imperial en todo el mundo. Desde Washington no se apoya un nuevo estado para Baluchistán, pero no se descarta la posibilidad de utilizar las demandas de ese pueblo para iniciar una campaña de guerra sucia que desestabilice a Irán y que pueda mantener ocupado a su actual aliado en Islamabad, sobre todo ante la indefinición que presenta en ocasiones a la hora de seguir a ciegas los planes estadounidenses.
Las fórmulas represivas no han funcionado en Baluchistán, todo intento por acallar por la fuerza las demandas de ese pueblo han fracasado a lo largo del siglo veinte y en este seguirá el mismo camino. La ittihad (unidad) del movimiento baluchi puede salir reforzada a pesar de los reveses más recientes. Mientras que el futuro se presenta lleno de obstáculos, la situación de Pakistán tampoco puede catalogarse de tranquila. Si la guerrilla baluchi realiza acciones fuera de su territorio puede generar movimientos similares entre los sindhis, los pashtun o los seraikis y entonces la fotografía de un «estable Pakistán» saltaría por los aires. De momento además, el movimiento baluchi tiene un claro contenido secular, y las influencias del islamismo más radical no han tenido eco entre sus filas. Sin embargo si la situación continúa empeorando, no se puede descartar que ese tipo de corrientes ideológicas busquen su sitio en Baluchistán, y entonces el escenario de este «Segundo Gran Juego» se presentaría más negro y complejo que nunca.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)