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Bienvenidos a «OTANstán»

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Marina Almeida

Más vale que tengan miedo, mucho miedo. Estos próximos viernes y sábado, en Lisboa, una gigantesca alianza autodenominada «alianza militar de los estados democráticos de Europa y Norteamérica», en apariencia inofensiva y que resulta ser un vestigio de la Guerra Fría, se instalará en su sofá de adornos nucleares para teorizar sobre lo que se supone que realmente está en juego.

En esta puesta en escena, por lo demás freudiana, el invitado de honor es el presidente de EE.UU., Barack Obama, quien dirige de manera imperial a los otros 27 miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cada uno de los cuales, como es debido, honra de sus compromisos y solemnes promesas a propósito de lo que sea, desde lo que atañe a la defensa antimisiles global europea (subordinada al escudo misilístico global de Estados Unidos) y el estacionamiento permanente en Europa de cientos de bombas nucleares estadounidenses, hasta la optimización de la guerra cibernética (bajo el nuevo el comando cibernético del Pentágono), la guerra relámpago de las patrullas navales que maniobran por las rutas marítimas estratégicas del globo y la proliferación de bases militares que protegen los nodos estratégicos de «Oleoductistán».

En pocas palabras, en Lisboa el menú está compuesto por un bife de Pentágono aderezado con salsa bearnesa. Indigestión garantizada sin devolución del dinero abonado (como en el caso de los euros sobrevalorados).

«Menos es más» no es lo nuestro

En Lisboa, la OTAN está aprobando un nuevo «Concepto Estratégico» – una especie de carta de intenciones revisada cada diez años. Ésta es la primera revisión desde 1999 – por lo tanto, se trata del anteproyecto para los albores del Siglo XXI. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, lo ha estado presentando como «más efectivo» (por su defensa misilística y defensa cibernética perfeccionadas); «más participativo» (por su pletórica agrupación mundial de «socios») y «más eficiente» (por su nueva estructura de mando tras el despido de 4 000 personas).

Aquí – completando con el estridente canto de los pájaros hecho en China – [1] uno puede ver cuánto le agrada a la OTAN empaparse de un ambiente de «colinas que toman vida al son de la música». Y también, darse cuenta de lo que ese «Concepto Estratégico» podría significar. [2]

Añadiendo el sermón de Rasmussen, uno por fin encuentra lo que se había perdido en la traducción: la OTAN ya ha sido bautizada como el máximo Transformer Robocop mundial, que relega a la impotente ONU al cajón de arena neoyorquino.

Ya hace tiempo que la OTAN dejó de lado a Europa Occidental; demasiado pequeña, demasiado provinciana. Ya está instalada en Asia Central y del Sur y también, en el noreste de África, enlazada con el AFRICOM [Comando de los Estados Unidos de Norteamérica en África] del Pentágono (sólo cinco países no mantienen relaciones con el Pentágono : Eritrea, Libia, la República Árabe Saharaui Democrática, Sudán y Zimbabwe). Mucho más allá de los campos de la muerte de Afganistán, la OTAN se está convirtiendo rápidamente en una gigantesca «base de operaciones avanzadas» para el mantenimiento del orden en el Cercano Oriente, África, Asia e incluso en el Atlántico Sur, en donde el Pentágono reactivó la IV Flota; sin embargo, tal como logró consolidarse el golpe militar de 2009 en Honduras y tal como fracasó el de 2010 en Ecuador, los brasileños – que son muy conscientes de los planes del Pentágono y de la OTAN en América Central y Sudamérica – opondrán resistencia, con toda seguridad.

Alerta provocadora: los estadounidenses que no han sido del todo anestesiados por el actual espectáculo del absurdo que se da en sus aeropuertos con la escanografía pornográfica y la palpación invasiva de los funcionarios federales, y también, los europeos empobrecidos y afectados por la crisis, no dejarán de percatarse que la OTAN «más efectiva, más participativa y más eficiente» está perdiendo de manera espectacular una guerra en Asia Central en este preciso momento.

Gucci está casa

En todo caso, muy pronto toda Europa festejará con algarabía la bóveda de misiles desplegada por el continente, capaz de proteger a todos sus habitantes, desde Ibiza a Innsbruck y desde Múnich a Montecarlo, de esos diabólicos misiles iraníes inexistentes, así como de los que sí existen: los estrafalarios pero efectivos Taepodong-2 que posee Pyongyang. Llámenla la Guerra de las galaxias Gucci.

Como es debido, al escudo Gucci se sumarán las bombas Dior – es decir, las 200 a 350 armas nucleares de propiedad estadounidense que yacen en bases de la OTAN en Bélgica, Holanda, Alemania, Italia y Turquía (más las 300 bombas nucleares de propiedad francesa y las 225 británicas). En el momento decisivo y ante cualquier eventualidad, esos cinco países que albergan las bombas serían los que lanzarían los bebés estadounidenses, lo cual pone en ridículo al Tratado de No Proliferación Nuclear, al que ha adherido, dicho sea de paso, Irán. A fin de cuentas, en Europa la OTAN dispondría de una cartera de hasta 900 armas nucleares. Sería como comparar al Real Madrid o al Bayern de Múnich con un equipo norcoreano de tercera división.

El mes pasado, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, no admitió ningún frunce en su pañuelo Hermes y declaró enérgicamente: «Mientras existan las armas nucleares, la OTAN debe seguir siendo una alianza nuclear». Y Rasmussen, finalizando con un broche de oro, agregó: «El sistema de defensa antimisiles es un complemento de la disuasión nuclear, no la sustituye».

Y, ¿quién se queja a propósito de toda esta paranoia nuclear? A decir verdad, nadie. Rasmussen tiene razón cuando habla de «socios» de la OTAN; se trata prácticamente de cada cual y de su vecino (de 75 naciones, casi un 40% de los países integrantes de la ONU), desde los «estanes» de Asia Central que integran la Asociación por la Paz hasta los países de Medio Oriente miembros de la Iniciativa de Cooperación de Estambul; desde los llamados «Países de Contacto» del Este Asiático y el Pacífico Sur hasta el grupo de naciones que contribuyen con tropas para la Fuerza de Asistencia a la Seguridad Internacional en Afganistán (que incluye a Mongolia y a Tonga); por no mencionar al importantísimo Consejo OTAN-Rusia (el presidente Dmitri Medvedev es el primer dirigente ruso en asistir a una cumbre de la OTAN). Demás está decir que todos estos «socios» han ido a la cumbre de Lisboa.

¿No hay nadie que ataje el tiro de Turquía?

Aunque su raison d’être haya sido la defensa de Europa Occidental ante la Unión Soviética, es inútil esperar que en Lisboa la OTAN aclare qué diablos está logrando actualmente en Asia Central/Afganistán (vea «Nuevo concepto estratégico de la OTAN: bombas nucleares a perpetuidad», Rebelión, 19 de noviembre de 2010). Es más acertado atribuirle al mundo imaginario de un dibujo animado de Tom & Jerry el hecho de que la OTAN le tenga más terror a un talibán harapiento que el que le tenía al Ejército Rojo.

En todo caso, lo que realmente importa es el carácter interminable de todo este asunto. No sólo cabildean por la Guerra Infinita el secretario de defensa de EE.UU., Robert Gates, y el general David Petraeus, comandante de la coalición militar en Afganistán, sino que el general en jefe de la defensa británica, Sir David Richards, acaba de declarar al Daily Mail: «En la actualidad, la OTAN necesita programar su actuación para los 30 a 40 años venideros a fin de asistir a las fuerzas armadas afganas para que protejan su país de los «militantes». Y luego hablan de Libertad Duradera …

Sin embargo, Afganistán, ese cenagal infinito, es sólo un aperitivo. La OTAN está siendo sagazmente promocionada ante la opinión pública mundial como si detentase el derecho a armar un alboroto en donde le diese la gana – dejando atrás al Consejo de Seguridad de la ONU, ampliado o sin ampliar. Hay precedentes – como en Kósovo, el ilegal y fallido Estado de la narcomafia al que a menudo, y no por casualidad, se le da el nombre de OTANstán.

Aunque existe un argumento convincente: dondequiera que el Pentágono/OTAN haya «intervenido» – desde los Balcanes hasta Afganistán e Iraq – el caos ha adquirido proporciones apocalípticas. Pero, ¿a quién le importa esto? El Pentágono ha instalado Camp Bondsteel – su mayor base en Europa – en Kosovo; y también, preciadas «mega perlas» en su Imperio de Bases en Afganistán e Iraq.

Los que malogran el gran éxito de ventas del mundo feliz del Pentágono/OTAN son indudablemente Rusia, China, Irán, Corea del Norte y Myanmar. A ninguno de ellos se le intimidará fácilmente. La dirigencia rusa es demasiado astuta como para ser cooptada fácilmente – aunque la invasión del Pentágono/OTAN mediante las bases de defensa misilística en toda la línea fronteriza de Rusia es inexorable.

La OTAN afirma que acoge favorablemente la «cooperación» con Rusia. Pero ahora hay un nuevo elemento que entra en juego para obligar – o no – a Rusia a participar en el deporte de la defensa misilística (después de todo la decisión de echar la casa por la ventana ya ha sido tomada).

El estratagema del Pentágono/OTAN que consiste en construir un sistema de defensa misilística de múltiples niveles para «proteger a Europa» de esos inexistentes misiles iraníes con ojivas nucleares, constituiría una bufonada ridícula si no hubiera llamado la atención de los países de Europa Oriental, de los que generalmente se sospecha – Polonia, la República Checa, Bulgaria y Rumania. El caso de Turquía es mucho más complicado.

Según informes de la prensa turca, Ankara aceptaría un sistema de defensa misilística sólo si se tratase de un sistema de la OTAN y no de EE.UU., si fuese instalado en los 27 países de la OTAN y si la OTAN no colocase a Turquía en la nada envidiable posición de primera línea, como ocurrió durante la Guerra Fría contra la Unión Soviética.

El tercer punto de esta ecuación corresponde exactamente a lo que el Pentágono tiene en mente – sobre todo ahora que el eje Ankara-Teherán-Damasco es una realidad, por no hablar de la ascendente entente cordiale entre Ankara y Moscú. En todo caso, el ministro turco de relaciones exteriores, Ahmet Davutoglu, ha sido claro al respecto: «No queremos que exista una zona o una psicología de Guerra Fría en nuestro entorno».

Pero sí se trata de Guerra Fría, de su nueva versión, y en este juego Turquía corre el riesgo de ser sólo un peón. Aprovechando el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, el objetivo final de la bóveda global de misiles de EE.UU. – completada con la guerra cibernética y el sistema de Ataque Global Inmediato – es cercar el corazón de Eurasia y aislar a Rusia, Irán y China. La guerra es la paz . Bienvenidos a la bóveda del placer. Bienvenidos a OTANstán.

Notas [en inglés]

1. Haga clic aquí.

2. Haga clic aquí.

Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y «Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge«. Su último libro es: «Obama does Globalistan» (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: [email protected]

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/LK20Ak02.html