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Foro Social Mundial

Caracas

Fuentes: Le Monde diplomatique

En dos tiempos y en dos lugares. Este año el Foro Social Mundial (FSM) – reunión de todas las galaxias altermundialistas – se desarrolla en dos tiempos. Uno más determinante que el otro. Primero, del 19 al 23 de enero, en Bamako, capital de Malí. Después, del 24 al 29, en Caracas, capital de Venezuela. […]

En dos tiempos y en dos lugares. Este año el Foro Social Mundial (FSM) – reunión de todas las galaxias altermundialistas – se desarrolla en dos tiempos. Uno más determinante que el otro. Primero, del 19 al 23 de enero, en Bamako, capital de Malí. Después, del 24 al 29, en Caracas, capital de Venezuela. La víspera de la apertura del Foro en Bamako, el 18 de enero, tendrá lugar un encuentro político de primordial importancia: la «Jornada internacional sobre la reconstrucción del internacionalismo de los pueblos (1) y del frente antiimperialista», con la participación de un centenar de intelectuales y de representantes de movimientos sociales del tercer mundo y otros lugares, con ocasión del 50º aniversario de la famosa conferencia de Bandung.

La idea de organizar anualmente un Foro Social nació al comenzar este siglo (2), gracias al impulso producido por la victoria de 1998 contra el perverso proyecto de Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (AMI), la creación de Attac en Francia, el éxito de las manifestaciones de Seattle (1999) contra la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC), y cuando parecía que la ofensiva de la mundialización neoliberal se podía detener.

En el nivel táctico se trataba de crear una suerte de reunión paralela simétrica, pero de signo político inverso, al Foro Económico Mundial que todos los años reúne a finales de enero en Davos, Suiza, a los «nuevos dueños del mundo». Y adonde acuden bulliciosos, para aliarse, los responsables políticos de los Estados del norte y del sur, a vender las riquezas de sus países prometiendo a las inversiones extranjeras la más alta rentabilidad, sin tener en cuenta los costes ecológicos y sociales.

Significaba una indecencia tan grande, una tal abdicación de lo político, que había que reaccionar.

De ahí la apuesta de convocar en la misma fecha un Foro no económico sino social, no en el norte sino en el sur, precisamente en Porto Alegre.

En esta ciudad de Brasil donde las autoridades electas habían inventado el «presupuesto participativo», se celebró en 2001 el primer Foro Social Mundial, con la consigna de una frase tomada de nuestra publicación: «Otro mundo es posible». Frase que dio nacimiento al término «altermundialismo» para designar a esa corriente plural que reúne la diversidad de todas las oposiciones a la mundialización liberal.

El FSM es un proyecto político fuerte, innovador y visionario. Ambiciona reunir en un mismo lugar a través de asociaciones, organizaciones no gubernamentales y sindicatos, a los representantes auténticos de todos los habitantes de la Tierra. De todos los que padecen los desastres de la globalización y se oponen a ella con vigor y determinación.
En este sentido, el Foro remite a una intención política sumamente radical en su modernidad. Porque si por ejemplo la Organización de Naciones Unidas (ONU) concentra a los Estados y Gobiernos, es decir, las estructuras del poder, el Foro Social Mundial aspira a convocar por primera vez en la historia a un embrión de asamblea de toda la humanidad. Con un objetivo estratégico declarado: hacer fracasar la globalización liberal que está dislocando las sociedades, arruinando las economías más frágiles y destruyendo el medio ambiente.

Pero con el correr del tiempo este objetivo se ha ido desdibujando, confundiendo y para algunos se ha borrado por completo. Eso se hizo evidente en Porto Alegre en enero de 2005, donde se pudo constatar una suerte de agotamiento de la fórmula inicial: para muchos participantes el Foro no podía seguir siendo solamente un espacio de reencuentros y debates que no culminen en una acción; tenía que crear las condiciones de un paso al acto político mediante la elaboración de un umbral mínimo de alternativas a las políticas neoliberales que diera un sentido y un proyecto, e incorporar los objetivos comunes de los ciudadanos del norte y del sur. Sin lo cual corría el riesgo de despolitizarse y folklorizarse. Y de transformarse en una especie de Feria internacional de asociaciones, un Salón mundial de la sociedad civil, donde la preocupación central sería la «buena gobernanza», lo mismo que en Davos, pero animado de mejores intenciones.

Esta constatación suscitó a modo de reacción tomas de posición combativas (3) y una gran discusión sobre el sentido, la función y el futuro de los Foros sociales, sean mundiales, continentales, nacionales o locales. Este debate decisivo para el futuro del altermundialismo proseguirá en Bamako y también en Caracas. Será particularmente intenso en la capital de Venezuela porque por primera vez el Foro se celebrará en medio de la Revolución Bolivariana y el conjunto de reformas que conduce el presidente Hugo Chávez.

En una atmósfera latinoamericana marcada por el reciente triunfo alcanzado en Mar del Plata, Argentina, contra el proyecto estadounidense del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y por la victoria electoral el 18 de diciembre de 2005 de Evo Morales en Bolivia, los participantes del Foro de Caracas podrán verificar en los hechos, observando la nueva realidad venezolana, que la globalización no es una fatalidad. Que es posible hacerla retroceder. Con la condición de mantenerse fiel a valores de justicia y solidaridad, de no ceder, de no plegarse, no traicionar. Y saber dar prueba de una voluntad política inquebrantable.

Notas:
(1) Leer nota Foro Social página 29
(2) Leer Bernard Cassen, Tout a commencé à Porto Alegre, Mille et une nuits, Paris 2003
(3) El » Manifiesto de Porto Alegre «, Manière de voir, nº 84, «En lutte!», diciembre 2005