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Carrera de relevos

Fuentes: Bohemia

Posiblemente mientras más se atienda a la historia, más se refuerce el socorrido símil de carrera de relevo. Porque imperios como el de Alejandro, el carolingio, el de Gengis Khan, el romano, el español, el de su graciosa majestad la reina Victoria, el gringo, en fin, todos, se han sucedido a lo largo del tiempo […]

Posiblemente mientras más se atienda a la historia, más se refuerce el socorrido símil de carrera de relevo. Porque imperios como el de Alejandro, el carolingio, el de Gengis Khan, el romano, el español, el de su graciosa majestad la reina Victoria, el gringo, en fin, todos, se han sucedido a lo largo del tiempo sin enraizarse, como han proclamado, como proclaman sus líderes e ideólogos. Sus heraldos.

Tal vez por ello los de hoy día andan con evidentes espeluznos. No es para menos: si bien la crisis ha perjudicado lo mismo a los desarrollados que a los emergentes, algunos países han logrado resistir a pie firme los embates, al extremo de que los del BRIC (Brasil, Rusia, India, China) aparecen ante los ojos de los poderosos como los ogros, los endriagos que deberán abatir, raudos, si pretenden -y claro que lo pretenden- detener la noria del cambio en el pináculo económico, político, militar del orbe.

Y temen de tal manera, las actuales potencias, que se comportan del modo expedito de esas comadres de casas de vecindad que una abundante literatura machista nos presenta a guisa de tipo irrevocable. Porque hasta se tirarían de los cabellos los Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y otros con unas naciones cuyo PIB, de acuerdo con plausibles previsiones, en conjunto sobrepasará al del G7 (los más ricos, por el momento) allá por el no tan lejano 2050. ¿Acaso no andan confabulados para que el Gobierno de Pekín reevalúe el yuan-reminbi, alegando que la (supuesta) devaluación de este ha abaratado las exportaciones chinas en detrimento de las occidentales?

Sucede que, con el 40 por ciento de la población del planeta, el BRIC dispone del 14,6 por ciento del PIB mundial y en los años postreros se ha beneficiado de un ritmo de aumento del 10 por ciento. China se convirtió en la fábrica-ensambladora del globo desde finales del siglo pasado, cuando empresas de diversos pletóricos puntos descubrieron en ella una fuente inagotable de mano de obra barata y técnicamente muy preparada. La India también ha resultado favorecida por los bajos costos salariales, pero asimismo por un sistema de educación superior que ha propiciado el mayor número de ingenieros cualificados de la Tierra, con el primer lugar en la exportación de software y servicios informáticos, a pesar de que sufre una de las tasas de analfabetismo más altas. Brasil despunta merced a las inversiones en la agricultura, y Rusia ha devenido el líder universal en la exportación de materias primas e hidrocarburos.

Para más acentuado inri de los que se creyeron intocables, hoy día los más robustos indicadores se registran en Asia, sobre todo en China, y, en contraste, la economía de EE.UU. retrocedió 2,5 por ciento en 2009. Conforme a datos compendiados por la agencia moscovita RIA NOVOSTI, en ese año el gigante, con 1.7 billones de dólares, superó como el mayor exportador a Alemania, que quedó en 1.05 billones. En términos del PIB, el antaño Imperio Celeste ocupa ya el tercer puesto, aventajado solo por USA y un Japón que, se vaticina, podría perder en breve el segundo lugar. Y como si resultara poco, el BRIC no afronta crisis financiera crónica, presenta «decentes» tasas de incremento, todos sus miembros son líderes regionales y ha preservado en su modelo de desarrollo un papel harto privilegiado para la inversión pública y la regulación estatal, en contraposición manifiesta a las veleidades del mercado ciego, del neoliberalismo.

Por supuesto, ello no implica la inexistencia de contradicciones internas. El analista Pepe Escobar nos recuerda que China y la India se enfrentan por la preeminencia en la región; a ojos vista, a Pekín no le complace mucho que Nueva Delhi trate de obtener un sitio en el Consejo de Seguridad de la ONU, y las dos compiten con empecinamiento por obtener tanto petróleo y gas de Asia Central como les sea dable. Rusia es muy consciente de la expansión china en Siberia. A la India no le resulta gracioso que Brasil quiera reducir los aranceles para productas agrícolas, y Brasilia se empeña en la reevaluación del yuan…

Pero, sin duda alguna, esas asperezas se desdibujan ante una agenda que incluye la complementariedad (China ha superado a USA en calidad de primer socio comercial de Brasil, por ejemplo). Y frente a la comprensión común de que las elites estadounidenses y europeas se resistirán (se resisten) a perder la supremacía económica, no ya la política y militar. Por ello el bloque insiste en la reestructuración de la arquitectura financiera global, y, persiguiendo el consenso post Washington, se hace cada vez más poderoso dentro del G-20, que va reduciendo al G-7 a la irrelevancia.

A todas luces, las potencias emergentes nos confirman con su práctica que nadie se enraíza por los siglos de los siglos en la cima. Y que definitivamente la historia semeja una inclemente carrera de relevo en lo tocante al poderío. Ojalá que para bien en lo adelante.