
El jueves 12 de agosto estuve sentado en los Reales Tribunales de Justicia de Londres junto a Stella Moris, la compañera de Julian Assange. Conozco a Stella desde que conozco a Julian. Ella también es una voz que clama por la justicia, procedente de una familia que luchó contra el fascismo del apartheid. Hoy su nombre fue pronunciado en el tribunal por una abogada y un juez, personas nada memorables si no fuera por el poder que les otorga su cargo.