Roberto Torres Collazo | 

Augusto Zamora R. | 

No nos confundamos y que no nos confundan. Si caemos en la confusión, terminaremos jugando el juego del enemigo y hundiéndonos nosotros mismos en el fango de quienes nos quieren siervos. Tal ha estado ocurriendo con Venezuela, donde buena parte de las fuerzas progresistas (o lo que queda de ellas) viene bailando el trompo de EEUU y su gallinero europeo, haciendo pulpa, de golpe, cien años de lucha por la soberanía de los países iberoamericanos. Esto es resultado de haber caído en el juego del enemigo.

Cristóbal León Campos | 

Edgar Palazio Galo | 

En el intrincado escenario geopolítico global, pocos casos son tan ilustrativos de la dualidad y la hipocresía del sistema occidental como la injerencia estadounidense en Venezuela. La narrativa oficial del imperio yanqui proclama una preocupación por la democracia y los derechos humanos en la República Bolivariana de Venezuela. Sin embargo, una observación detallada revela que detrás de este discurso mal intencionado se esconden intereses más pragmáticos y materiales, centrados en los vastos recursos energéticos.

A las personas que vemos los credos religiosos desde las afueras, ya sea como ateas, agnósticas o simplemente críticas con el hecho cultural en sí, no nos causa extrañeza la impunidad y el silencio con el que se lleva tratando desde hace décadas, a veces entre bastidores y otras con sensacionalismo amarillista, los miles de casos de pederastia de clérigos católicos en todo el mundo y muy singularmente en España. La impunidad es histórica y los privilegios son muchos y variados.

Felipe Portales | 

Entre las numerosas barbaridades que conserva nuestra “civilización”, hay una que no sólo se mantiene, sino que además se incrementa. Me refiero a aquella que continúa considerando el boxeo como deporte, ¡incluso olímpico!

Con ocasión del proceso electoral presidencial que vivió Venezuela en el 2012, la agudeza política del presidente Hugo Chávez bautizó al excandidato Capriles, como “majunche”, la cría más débil de un parto de zorros, pero no por débil la menos astuta. La cría enfermiza, pero, no por esto la menos peligrosa.

Ricardo Orozco | 
El exterminio capitalista ante la crisis