La crisis bancaria evidencia la preocupación del poder político en los principales países del capitalismo mundial.
La crisis bancaria evidencia la preocupación del poder político en los principales países del capitalismo mundial.
Debido a la acelerada actividad productivista-consumista y a la obsesión por el crecimiento, estamos cayendo de forma acelerada en el Calentamiento Global, el cual ya se acerca mucho a un límite irreversible, a un colapso climático con consecuencias apocalípticas, aunque esta expresión suene muy fuerte. Por esta razón, el decrecimiento no es cuestión de una elección que podamos hacer voluntariamente, el decrecimiento es una consecuencia inevitable motivada por el consumismo, el despilfarro y la esquilmación de recursos. El decrecimiento económico vendrá, lo quieran o no lo quieran los crecentistas.
El capitalismo es en la práctica el único sistema global, pero a escala de los Estados no hay dos capitalismos iguales, y por las cifras de distribución de la riqueza, la medición más representativa del bienestar económico de la población de cada Estado y de sus perspectivas de futuro, China y Rusia, los grandes territorios que vieron frustrado su intento de aplicar sistemas económicos alternativos, representan hoy los dos extremos de éxito y fracaso entre los diversos modelos capitalistas del mundo.
A ningún pobre le consuela saber que en el mundo ha habido siempre ricos y pobres (Noel Clarasó)
La Iniciativa de Granos del Mar Negro se ha renovado, por ahora, pero con muchas reticencias por parte de Rusia.
En todo sistema de producción en que toda la trama del proceso de reproducción descansa sobre el crédito cuando este cesa repentinamente y solo se admiten los pagos al contado, tiene que producirse inmediatamente una crisis, una demanda violenta y en tropel de medios de pagos.
En los últimos años asistimos a una cierta reanimación de las discusiones estratégicas, la mayoría de ellas dirigidas en una misma dirección: los debates en torno a una posible vía democrática al socialismo –alternativa al leninismo y a la socialdemocracia–, el redescubrimiento de Poulantzas en América Latina y Europa y la más original revalorización del Kautsky anterior a 1910 en la nueva izquierda anglófona.
Desde la disolución de la Unión Soviética, los medios nos lavan el cerebro con detergente de mitos comunicacionales.