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Centroamérica cierra las puertas al futuro

Fuentes: Prensa Latina

De manera indeclinable, las naciones de Centroamérica están cerrando las puertas al futuro al negarse a implementar políticas para proteger a la niñez y adolescencia de la explotación, la miseria y la violencia. Millones de niños en la región están expuestos al comercio sexual, la infección de enfermedades peligrosas, como el SIDA y la tuberculosis, […]

De manera indeclinable, las naciones de Centroamérica están cerrando las puertas al futuro al negarse a implementar políticas para proteger a la niñez y adolescencia de la explotación, la miseria y la violencia.

Millones de niños en la región están expuestos al comercio sexual, la infección de enfermedades peligrosas, como el SIDA y la tuberculosis, el trabajo en condiciones infrahumanas y todo tipo de agresiones sociales y familiares.

Desde el sur de México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua los problemas de la infancia son muy semejantes y tienen todos como denominador común la extrema pobreza y la indiferencia de los Estados.

«Yo tengo la impresión de que no se le está dando realmente importancia a la infancia», dijo a Prensa Latina José Manuel Capellín, director de la organización Casa Alianza en Honduras.

Capellín, quien lleva 20 años trabajando con menores en casi todos los países centroamericanos, considera que en las últimas dos décadas ha habido un deterioro tremendo en la región.

«A pesar de que se superaron los conflictos armados en El Salvador, Guatemala y Honduras, cada día hay más niños en la calle y la población se ha empobrecido tremendamente», dijo.

El director de Casa Alianza responsabilizó con esta situación a la aplicación de modelos económicos neoliberales, cuyas consecuencias se hacen sentir con especial virulencia sobre los más débiles de la sociedad, que son los niños.

Casa Alianza es una institución creada en Guatemala en 1981 para dar atención a miles de menores que habían quedado en el desamparo como consecuencia del conflicto armado interno extendido desde 1960 hasta 1996.

Años más tarde amplió su labor hacia la región, debido a la necesidad de atender a la niñez desamparada y de las calles. En 1987 se fundó Casa Alianza en Honduras, y en 1989 se empezó a trabajar en México y posteriormente en Nicaragua.

En el caso de Honduras, dijo Capellín, hay medio millón de niñas y niños explotados laboralmente, otros 10 mil son prostituidos y en los últimos años más de tres mil jóvenes y adolescentes han sido asesinados.

En Guatemala, a pesar del fin del enfrentamiento tras la firma de los acuerdos de paz, la situación sigue siendo muy grave.

Aquí se eleva a cerca de un millón el número de menores que trabajan en fábricas de pólvora, canteras o basureros, 49 por ciento están desnutridos y cada mes son asesinados unos 46 niños y adolescentes sólo en la capital.

En ambos países existen evidencias de una «limpieza social» y, aunque no se puede asegurar que las muertes violentas sean una política de Estado, la impunidad convierte a los gobiernos en cómplices de esta situación.

Otro grave problema en Centroamérica es la ausencia de proyectos de atención a la familia y a la infancia, a fin de prevenir males sociales como la delincuencia, las maras o pandillas juveniles.

«Se habla de la política de super mano dura y se trabaja mucho en el área de represión, pero se carece de planes preventivos», dijo el director de Casa Alianza de Honduras.

Por otra parte -denunció- los centros de detención para menores son un absoluto desastre, auténticas escuelas para seguir haciendo el mal y es porque no hay programas de rehabilitación adecuados, ni de reinserción social para los jóvenes.

La trata -dijo- también se ha incrementado. «Hemos seguido una ruta por Honduras, Guatemala, Tapachula, el Distrito Federal de México, Estados Unidos hasta Nueva Jersey y Nueva York y Vancouver, Canadá, y en todos encontramos niños en bares y prostíbulos.

Según Casa Alianza, cerca de 25 mil menores son deportados cada año desde México en su intento por emigrar a Estados Unidos y en el proceso de repatriación son víctimas de violaciones y otros abusos.

Eso nos preocupa tremendamente porque no hay realmente programas de atención a las víctimas -afirma Capellín- y añade que lo peor es que los gobiernos están dejando las políticas de la infancia en manos de las primeras damas.

«No es que tenga algo en contra de las primeras damas, pero una política no puede ser ejecutada por una persona, tiene que ser una decisión del Estado», aclara.

Para Capellín, el panorama de la infancia es bastante sombrío. «Si tenemos en cuenta que la mitad de la población centroamericana hoy son niños y adolescentes y los gobiernos no tienen ninguna política de Estado, entonces yo no veo mucho futuro».