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Cómo descifrar la IX Conferencia ministerial de la OMC en Bali

Fuentes: Europe Solidaire

La novena conferencia ministerial de la OMC (Organización Mundial del Comercio) en Bali (Indonesia) no ha debido de ser una reunión de negocios habitual. El nuevo director general de la OMC, Roberto Azevedo, deseaba que en ella se llegase a un acuerdo definitivo, que los ministros sólo hubieran tenido que votar a favor y validarlo. […]

La novena conferencia ministerial de la OMC (Organización Mundial del Comercio) en Bali (Indonesia) no ha debido de ser una reunión de negocios habitual. El nuevo director general de la OMC, Roberto Azevedo, deseaba que en ella se llegase a un acuerdo definitivo, que los ministros sólo hubieran tenido que votar a favor y validarlo. No habiendo alcanzado ningún acuerdo durante la última jornada de negociaciones en Ginebra, éstas continuaron en Bali tras un golpe de efecto mediático por parte de Azevedo, al declarar que lo que estaba en juego en Bali no era, ni más ni menos, que «el porvenir de la OMC». Conteniendo docenas de textos sobre los tres pilares principales -«la facilidad de intercambios», «la agricultura» y el «desarrollo»-, el paquete de Bali no ocupa más que una pequeña parte de la agenda de la «ronda del desarrollo» iniciado en Doha hace doce años y bloqueado hasta ahora. De acuerdo con el paquete de Bali, primer convenio acordado desde el nacimiento de la OMC en 1995, los países miembro de la OMC, ciento sesenta tras la adhesión del Yemen, ¿han iniciado una nueva expansión de las políticas del libre intercambio y de inversión en el seno de la OMC, limitadas hasta ahora por importantes movilizaciones de la sociedad civil, particularmente en Cancún 2003, y los desacuerdos entre países, especialmente sobre la agricultura?

¡Psicodramas habituales!  

En cada conferencia internacional se pone de manifiesto el correspondiente lote de psicodramas y conflictos diplomáticos.

En Bali, las negociaciones han fracasado principalmente en dos puntos. El primero concierne a las políticas agrícolas. Los países industrializados, capitaneados por Estado Unidos, se han opuesto durante mucho tiempo a la proposición del G33, un grupo de cuarenta y seis países «en desarrollo», cuyo objetivo anunciado pretendía permitir la sostenibilidad de los campesinos y su agricultura, reducir los riesgos de hambre y alcanzar sus antiguos objetivos en términos de alimentación. Con el fin de confirmar su «seguridad alimentaria», estos países, encabezados por India, exigieron la aplicación de políticas de compra de reservas a precios administrados, subvenciones agrícolas y medidas compensatorias fuertemente limitadas y sancionadas por la OMC cuando sobrepasan ciertos umbrales. Establecidos estos límites de manera ventajosa para los «países desarrollados», la propuesta pretendía obtener el compromiso por parte de estos últimos de no denunciar a los «países en vías de desarrollo» ni a sus políticas de «seguridad alimentaria» hasta que «se encontrase una solución permanente».

Estados Unidos, negándose a grandes concesiones, finalmente ha conseguido que India acepte una solución transitoria, denominada «cláusula de paz» (1), delimitada por numerosas condiciones. Si la referencia al hecho de «encontrar una solución permanente» está muy presente, lo que parece satisfacer a India, no encontramos por ninguna parte de manera explícita la forma que podría adoptar dicha solución y si debe consistir en una revisión parcial o total de los capítulos del GATT – General Agreement on Tariffs and Trade o Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio – consagrados a la agricultura. Solamente se ha señalado que se debe encontrar una solución de aquí a cuatro años, cuando se celebre la XIª Conferencia Ministerial. Por otro lado, la cláusula de paz se aplica únicamente a aquellos países con cultivos esenciales para su régimen alimenticio, restringiendo así sus campos de aplicación. Por ello, esta cláusula no es válida más que para aquellas políticas de «seguridad alimentaria» existentes hoy día, y no podrá cubrir las nuevas políticas, en India o países en situación similar, los cuales serán denucniados ante el Órgano de Solución de Conflictos de la OMC. Por otro lado, concierne sólo a la constitución de reservas a precios administrados y no a las subvenciones agrícolas y medidas compensatorias (ASCM).

¡Una «cláusula de paz» de rebajas!

Al final, si retomamos algunos de los complejos límites y condiciones de procedimiento, la «cláusula de paz» será aplicada, principalmente y casi de manera exclusiva, en los dispositivos de India.

En cambio, se hipoteca así toda posibilidad de popularizar en los próximos años las políticas de seguridad alimentaria, que son cada vez más de soberanía alimentaria. Esto ha provocado que ciertos negociadores del G33 opinen que India sólo negociaba persiguiendo su propio interés, sin preocuparse de las necesidades e intereses del resto de los miembros del grupo.

Vía Campesina, por su parte, advierte que esta cláusula de paz es absurda, ya que ningún país debería tener que mendigar a la OMC la garantía de un derecho como es el de la alimentación, y que las políticas agrícolas deberían ser excluidas de la OMC.

¿El bloque de Cuba puede hacer descarrilar las negociaciones?  

El segundo psicodrama tuvo lugar durante el último día de negociaciones, el pasado viernes 6 de diciembre. Aunque los diferentes textos contenían numerosos pasajes entre paréntesis, es decir, aún no acordados, el director general de la OMC, Roberto Azevedo, propuso un texto concluyente, basado en las reuniones bilaterales de las últimas cuarenta y ocho horas. Entre los párrafos suprimidos se encontraban aquellos que Cuba había propuesto con el fin de cuestionar el embargo comercial que el país sufre por parte de los Estados Unidos, algo que, tras más de cincuenta años, continúa ocurriendo hoy día.

La supresión unilateral, brutal e irrespetuosa de tales párrafos ha atizado la cólera cubana y de los países del ALBA -Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América- representados en Bali. Denunciando un texto desequilibrado para único provecho de los países más ricos y sus multinacionales, exigieron una modificación substancial del mismo. Sin ningún acuerdo al respecto, las negociaciones se prolongaron más de doce horas. Al final, Cuba consiguió que se hiciese mención del Artículo V del GATT y su principio de no-discriminación, esperando poder utilizarlo contra el mantenimiento del embargo. Sin embargo, y aunque los párrafos iniciales estuvieran integrados en el acuerdo sobre la Facilidad de intercambios, la mención alcanzada no ha sido retomada más que en la declaración ministerial adjunta a los acuerdos aprobados en Bali, más retórica que normativa.

La parte agrícola de las negociaciones contenía, igualmente, un capítulo sobre exportaciones. Según la conferencia ministerial de Hong Kong (2005), todas las subvenciones para la exportación agrícola deberían eliminarse desde este mismo año, 2013. Nada de ello, para beneficio del modelo agrícola americano en especial. En Bali, se ha recordado que «la competencia de las exportaciones continúa siendo una prioridad en el programa de trabajo post-Bali».

Otra promesa hecha en Hong Kong fue la revisión del apartado sobre el algodón. Tras mucho tiempo de exigirlo, los países africanos no han podido avanzar, anunciándose únicamente que habrá «debates especificos» en el programa de trabajo post-Bali.  

La «Ronda del desarrollo», una promesa sin futuro  

Si bien el paquete de Bali contiene una parte a favor de «los países menos desarrollados» (Least Developed Countries – LDC), no se trata de nada substancial ni significativo. La ejecución efectiva de un tratamiento especial y diferenciado y de un mecanismo de control son aún viejas promesas sin cumplir, meras declaraciones. Su aplicación no cambiará la situación actual, si bien es bastante chocante que estas nimias medidas destinadas a los países más pobres del planeta hayan sido utilizadas como moneda de cambio para las negociaciones.

Aunque la Ronda de Doha haya sido presentada como la ronda «del desarrollo», que debe proporcionar un futuro mejor y más justo a la mayoría de la población del planeta, el resultado de Bali muestra hasta qué punto esta afirmación no tiene ningún fundamento. 

Multinacionales mimadas  

Finalmente, es al capítulo «Facilidad de comercio» de estas negociaciones al que tenemos que dirigirnos para encontrar compromisos realmente exigentes. Aunque los intercambios comerciales no hayan aumentado más que un 0,02% en 2012 en relación a 2011, marcando una clara ralentización de intercambios después de dos años al alza de manera considerable, este acuerdo se inscribe claramente en una perspectiva de expansión de intercambios comerciales a escala mundial.

Esquemáticamente, todos los Estados miembro, incluidos los más pobres, se comprometen a simplificar los procedimientos aduaneros y a acercar sus aparatos reglamentarios y logísticos con el fin de reducir los costes de las transacciones comerciales. Los países del Norte y los lobbies privados han destacado que estos podrían disminuir un 10%. Las últimas cifras anunciadas, que hablan de mil millardos de dólares de ahorro y la creación de veintiún millones de empleos a escala mundial, parecen totalmente caprichosas.

Por otro lado, las medidas de «facilitación de intercambios», tanto las exigencias de liberación como de facilitación de acceso a los mercados, serían extremadamente costosas en su aplicación para los «países en vías de desarrollo», y beneficiarían especialmente a las empresas multinacionales, sin que los países industrializados suministren una asistencia técnica y financiera para su puesta en marcha.

El Informe sobre el comercio mundial 2013 de la OMC indica que el 1% de las empresas de importación-exportación concentran el 80% de las exportaciones americanas, que el 85% de las exportaciones europeas están en manos del 10% de los grandes exportadores y que las cinco grandes empresas de importación-exportación de los países en vías de desarrollo se encargan del 81% de sus exportaciones. Por tanto, el acuerdo de facilitación de intercambios va a ser ventajoso para las multinacionales y el sector privado, mientras que su aplicación supondrá una terrible carga para los presupuestos de los países más pobres.  

¿El principio del fin de la Ronda de Doha?  

Aclamada en general como un éxito inmenso por negociadores y comentaristas, el paquete de Bali ha sido anunciado como el salvador y relegitimador de la OMC y el multilateralismo comercial, que permitira finalizar la «Ronda de Doha». Si la declaración ministerial prevé establecer en doce meses «un programa de trabajo claramente definido respecto a los puntos en suspenso de la Ronda de Doha», es necesario señalar que el paquete de Bali supone, como mucho, el 10% del conjunto del programa de trabajo establecido en Doha, quedando sin resolver la mayoría de los temas importantes (como los servicios, entre otros).

Aunque este acuerdo es el primero que la OMC concluye desde 1995, la institución queda completamente deslegitimizada y cortocircuitada por la multiplicación de los acuerdos de libre cambio e inversión bilateral. Los mismos que se felicitan por este acuerdo de la OMC y por la recuperación del multilateralismo comercial negocian actualmente acuerdos bilaterales extremadamente ambiciosos.

Además, ¿en realidad el debate es entre multilateralismo y bilateralismo? ¿O más bien entre la busqueda y expansión de políticas de libre cambio e inversión, destructoras de economías y producciones locales y de subsistencia, y la aplicación de políticas comerciales justas y democráticas, centradas en los derechos de los seres humanos y de la naturaleza?. Aplaudir el acuerdo de la OMC en Bali supone de nuevo felicitarse por un acuerdo sobre la «facilitación de intercambios» que perjudica a los países en beneficio de las multinacionales, a cambio de ciertas promesas no cumplidas pero repetidas a favor de los países pobres.

Las negociaciones han fracasado a la hora de asegurar una protección permanente del derecho a la alimentación de la población, con el riesgo de exponer a cientos de millones de personas al hambre y la desnutrición con el único objetivo de satisfacer el dogma de la expansión de los intercambios comerciales. Ha llegado el momento de acabar con esta mascarada y de reconocer los daños que han suscitado tales políticas durante mucho tiempo y extraer las enseñanzas de todo ello.

Nota:  

(1) La «cláusula de paz» compromete a los miembros de la OMC a no perseguirse ante el Órgano de Solución de Diferencias – OSD – de la OMC, esperando una evolución de las reglas en el origen del conflicto.

Maxime Combes es miembro de Attac Francia y de AITEC

Fuente: http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article30549

Traducción para www.sinpermiso.info: Judith de Diego