Recomiendo:
0

Como si los gobernara Calígula

Fuentes: Rebelión

Ahora sí, el mundo está peor que en Babia. A pesar de que Irán está cumpliendo con todos sus compromisos, el Presidente Trump ha decidido no certificar el acuerdo nuclear suscrito en julio de 2015 entre Irán y el sexteto conformado por Rusia, China, EEUU, Alemania, Gran Bretaña y Francia, por ser «uno de los […]

Ahora sí, el mundo está peor que en Babia. A pesar de que Irán está cumpliendo con todos sus compromisos, el Presidente Trump ha decidido no certificar el acuerdo nuclear suscrito en julio de 2015 entre Irán y el sexteto conformado por Rusia, China, EEUU, Alemania, Gran Bretaña y Francia, por ser «uno de los peores acuerdos» jamás firmados por EEUU. Señaló que debido a sus vínculos con Al Qaeda, los talibanes y otros grupos yihadistas, Irán es «el principal patrocinador del terrorismo», lo que «rompe el espíritu» de ese pacto, por lo que impondrá nuevas sanciones contra Teherán y dará «una serie de pasos más importantes para hacer frente a las acciones de Irán», para que dicho país «nunca obtenga un arma nuclear»; que si no logra «una resolución del Congreso» y el consenso con sus aliados, «en cualquier momento» el acuerdo nuclear dejará de estar en vigor. Por su parte, el Departamento de Tesoro de EEUU ha incluido a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, la organización militar estatal más grande de ese país, en la lista de sanciones por el «apoyo al terrorismo».

Sucede que el acuerdo en cuestión fue aprobado por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que lo hace obligatorio para todos sus miembros, razón por la que, según la alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, UE, Federica Mogherini, el acuerdo nuclear no es «bilateral», por eso «no lo puede anular un solo país», y el Ministerio del Exterior de China ha llamado a EEUU a «preservar» lo acordado; de igual manera se ha manifestado el Gabinete de ministros de Alemania, que aboga por «el cumplimiento completo» de lo pactado; mientras que, Serguéi Lavrov, Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, afirma: «Puedo asegurar que todos los participantes en este acuerdo, a excepción de EEUU, ya han declarado en público que insisten en respetarlo en su totalidad» y el Reino Unido, Alemania y Francia continúan firmemente comprometidos con el pacto.

¿A qué juega entonces el Presidente Trump? Aunque parezca mentira juega a la reelección. Su política externa se relaciona íntimamente con la interna. Como este acuerdo fue uno de los éxitos del expresidente Obama, que lo firmó pese a la oposición de los republicanos, Trump, que aspira a ser reelecto y cuya estrategia mundial es igual a cero porque su lucha se reduce a oponerse a todo lo que huela a Obama, está en contra del acuerdo sin importarle que EEUU quede como un país al que no se le puede confiar ni un saco de alacranes.

Y le importa un pepino que Javad Zarif, Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, piense que nadie más va a confiar en una negociación a largo plazo con cualquier administración estadounidense, porque de ahora en adelante la duración de todo compromiso será válido solamente por el resto del mandato de su presidente; ni que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia condene la negativa de certificar el acuerdo nuclear con Irán y asegure que esto representa una amenaza para la no proliferación nuclear y la seguridad internacional, más que nada por «la pérdida de fiabilidad mutua, algo que será difícil restablecer»; ni que Corea del Norte crea que no tiene sentido negociar con EEUU, porque es tan irresponsable que incluso rompe un acuerdo que ha sido aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que, para proteger su independencia, no tienen más remedio que desarrollar su programa nuclear; ni que la administración anterior de EEUU piense que «poner en riesgo unilateralmente el acuerdo no aísla a Irán, nos aísla a nosotros»; ni que la UE llame a Washington a considerar la seguridad de EEUU, de sus socios y de la región a la hora de decidir el destino del acuerdo nuclear con Irán; ni que la opción militar contra Irán carezca de perspectivas porque, pese a los graves daños que EEUU podría infringirle, su victoria es poco probable y, más bien, es inevitable la desestabilización mundial. Todo eso, como ya se dijo, le importa un pepino a Trump, porque él representa el futuro que hará de nuevo grande a su país, pese a las barrabasadas que, según él, por tener una visión distorsionada del mundo, han cometido los anteriores gobiernos.

Lo trágico de este galimatías político es que Trump cuenta con el apoyo de la ultraderecha estadounidense y mundial, a cuya vanguardia se encuentra. No en vano, el senador John McCain defiende esta estrategia contra Irán y declara que «durante años, el régimen iraní literalmente se ha estado saliendo con la suya. Mientras tanto, a los Estados Unidos les ha faltado una estrategia integral para enfrentar la amenaza multifacética que plantea Irán», que los objetivos que el presidente Trump presentó en su discurso «son el cambio esperado desde hace mucho tiempo»; por su parte, Netanyahu, primer ministro de Israel, calificó la decisión de Trump de «valiente» y Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Baréin acogieron con satisfacción y dieron la bienvenida a la estrategia «firme» de EEUU. Dime con quién andas y te diré quién eres y a buen entendedor pocas palabras.

Años atrás, cuando todavía se hacía buen cine en EEUU, el director checo Miloš Forman produjo la película «Atrapados sin salida», ambientada en un hospital psiquiátrico que era la representación de la sociedad de entonces, especialmente de su clase dirigente, y con mucha más razón de la actual. El problema es que ahora los pacientes de ese manicomio cuentan con las herramientas para acabar con el mundo. Es como si los gobernara Calígula. ¡ Dios nos proteja!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.