Un criminal de guerra japonés ha confesado que él y colegas cirujanos castrenses «llevaron a cabo operaciones en vivo» sobre prisioneros y realizaron «desmostraciones de operaciones matando» a dos prisioneros, informó la Administración Estatal de Archivos de China el miércoles. La segunda de una serie de 31 confesiones escritas de criminales de guerra nipones publicadas […]
Un criminal de guerra japonés ha confesado que él y colegas cirujanos castrenses «llevaron a cabo operaciones en vivo» sobre prisioneros y realizaron «desmostraciones de operaciones matando» a dos prisioneros, informó la Administración Estatal de Archivos de China el miércoles.
La segunda de una serie de 31 confesiones escritas de criminales de guerra nipones publicadas en internet contiene las declaraciones de Ken Yuasa, nacido en la prefectura de Tokio en 1916 y que se alistó en la Guerra de Agresión Japonesa contra China en enero de 1942.
De acuerdo con la confesión escrita de Ken Yuasa el 20 de noviembre de 1954, él «llevó a cabo demostraciones de vivisecciones» sobre prisioneros y «forzó una gran dosis de anestesia en el cuerpo vivo de un prisionero con el fin de comprobar los síntomas cuando la víctima estaba viva o muerta» a finales de marzo de 1942 en el Hospital Militar Lu’an de la provincia septentrional china de Shanxi.
«Prectiqué una ‘traqueotomía’ en otro prisionero», confesó, añadiendo que tras el experimento, «yo, junto con otros cirujanos castrenses, le estrangulamos con un cinturón».
El 14 de abril de 1942, en el Primer Equipo de Ingenieros del Ejército (campo de internamiento de prisioneros de guerra) de Taiyuan, provincia de Shanxi, Yuasa dejó a en torno a 30 cirujanos castrenses nipones en todos los hospitales militares y hospitales de campo de la provincia de Shanxi llevar a cabo demostraciones quirúrgicas sobre los cuerpos vivos de cuatro prisioneros.
A finales de agosto de 1942, en la habitación de disección del hospital, más de diez cirujanos «realizaron operaciones en vivo sobre dos prisioneros y les mataron», de acuerdo con la confesión.
«Le corté la traquea a un prisionero con un aparato para practicar traqueotomías de campo. Otro prisionero estaba sujeto a una inyección intravenosa de anestesia y cloroformo con el fin de comprobar cómo estas drogas pueden causar que las personas mueran asfixiadas».
A finales de marzo de 1943, en el mismo hospital, más de diez cirujanos realizaron «demostraciones de operaciones matando» a dos prisioneros, agregó.
Desde febrero de 1942 a noviembre de 1943, él «recogió de los pacientes muestras de bacteria de la fiebre tifoidea, la fiebre paratifoidea A y la fiebre paratifoidea B, y se las entregó al Departamento de Prevención de Epidemias de Campo y Suministro de Agua de la 36ª División estacionada en la parte sur de la ciudad de Lu’an», dijo.
«Se entregaban regularmente al menos cuatro veces al año, y yo le suministré a esta unidad bacterias para guerra bacteriológica en ocho ocasiones».
A principios de abril de 1944, Yuasa utilizó a dos prisioneros como «material para práctica de operaciones» para más de diez cirujanos castrenses.
A finales de septiembre de 1944, después de que dos prisioneros fueran enviados al hospital escoltados, «ofrecí a uno de ellos como material para demostraciones de operaciones a alrededor de diez cirujanos castrenses de la habitación de disección. El otro se le entregó al director del hospital, quien le decapitó», confesó.
A finales de enero de 1945, Yuasa «suministró» un prisionero «como material para demostraciones de operaciones en vivo a los cirujanos castrenses de la habitación de disecciones del hospital y a en torno a diez cirujanos castrenses de la Brigada de Infantería Independiente 14ª».
A mediados de marzo de 1945, alrededor de diez cirujanos castrenses usaron a dos prisioneros como «material para demostraciones de operaciones en la habitación de disección», dijo.
A partir del martes, se publicarán en internet 31 confesiones de criminales de guerra japoneses con el objetivo de sacar a la luz los crímenes cometidos por Japón en China durante la Segunda Guerra Mundial.
Las confesiones escritas, así como traducciones al chino y extractos tanto en chino como en inglés, se han publicado en la página web de la Administración Estatal de Archivos.
«Estos archivos son prueba contundente de los horrorosos crímenes cometidos por los imperialistas nipones contra los chinos», señaló un funcionario de la administración.
Las confesiones, inéditas hasta hoy, detallan los crímenes perpetrados por los japoneses, incluidos el asesinato, la esclavización y el envenenamiento de ciudadanos chinos, así como el uso de armas biológicas y químicas sobre sujetos humanos vivos.