Aunque las luchas efectuadas por la clase trabajadora del mundo durante 2004 están aún muy lejos de alcanzar niveles de combatividad considerados históricos -por ejemplo las oleadas de huelgas de fines de los años sesenta y principios de los setenta–, podemos afirmar que cada vez es más significativo el peso de las movilizaciones de los […]
Aunque las luchas efectuadas por la clase trabajadora del mundo durante 2004 están aún muy lejos de alcanzar niveles de combatividad considerados históricos -por ejemplo las oleadas de huelgas de fines de los años sesenta y principios de los setenta–, podemos afirmar que cada vez es más significativo el peso de las movilizaciones de los trabajadores dentro del movimiento social opuesto al neoliberalismo.
Entre los momentos más significativos de la lucha de clases del 2004 destaca el crecimiento de las llamadas «huelgas salvajes» –que consiste en la toma de instalaciones, el paro inmediato, las movilizaciones masivas, la realización de asambleas que desafían a las direcciones formales y que obligan a los patrones a ceder, en alguna medida, a las pretensiones de los trabajadores–, realizadas en la planta de la Fiat en la ciudad italiana de Melfi, por los trabajadores electricistas de Francia, en la planta de la automotriz Opel en la ciudad alemana de Bochum, por los telefonistas argentinos y por los trabajadores de las maquilas de Shenzhen en China. En el caso de Fiat se trató de una lógica reacción de los trabajadores ante el intento patronal de intensificar los ritmos y las cargas de trabajo y donde levantaron el movimiento, mediante asambleas llenas de euforia y alegría, logrando el pleno cumplimiento de sus demandas. Algunos viejos obreros decían; esto se parecía a las asambleas del ’68, en el sentido de rememorar las batallas obreras las cuales en su mayoría terminaban en triunfos.
Semejante radicalidad también fue protagonizada por los electricistas franceses que ante la amenaza de la privatización disfrazada de la empresa Electricite de France, cortaron el suministro de barrios opulentos y de altos funcionarios del gobierno y lo reinstalaron a personas de bajos recursos, forzando al gobierno, con estas y otras acciones, a moderar sus pretensiones.
En Opel estas acciones no culminaron con el éxito esperado, pero sí obligaron a la patronal a entablar nuevas negociaciones que no impliquen el despido de miles de trabajadores. En el conflicto de los telefonistas argentinos, también se obtuvo un éxito rotundo al lograrse un aumento salarial del 20 por ciento ante un ofrecimiento patronal del 2 por ciento. Con ello se logra vencer, por vez primera, a una de las poderosas empresas privatizadas y se desata una ola de movilizaciones en otros gremios que también aspiran a un aumento salarial digno. También es importante destacar el resurgimiento de las luchas obreras en China, pues ellas significan un severo cuestionamiento del régimen y una amenaza directa al capital mundial imperialista que utiliza el bajo salario y las condiciones infrahumanas de trabajo de este país, como un drástico chantaje hacia los trabajadores del resto del mundo.
Es cierto que estas cinco golondrinas, por muy grandes y hermosas que sean, no hacen un verano. Pero es cierto que no son hechos aislados. Además de la creciente influencia de los movimientos antineoliberales; el triunfo de opciones electorales de izquierda en Uruguay, Venezuela, Brasil, Bolivia y Nicaragua; y las revueltas llevadas a cabo por diversos movimientos sociales (sobre todo en América Latina), tenemos muchos otros ejemplos de movilizaciones realizadas por los trabajadores.
El profundo descontento desatado por las reformas neoliberales a la seguridad social y a las leyes laborales han desatado la movilización de cientos de miles de trabajadores en países como México, Corea, Alemania, Francia, Holanda, Bélgica, Brasil, Bolivia y provocado el estallido de dos huelgas generales en Italia. Los conflictos salariales nuevamente se colocan en el centro de las discusiones políticas y han provocado oleadas de huelgas en Brasil, Argentina, Gran Bretaña y China. Las pretensiones privatizadoras también han obtenido contundentes protestas en Paraguay, Dominicana, España y mediante referéndum se ha bloqueado el intento de privatizar el gas en Bolivia y el agua en Uruguay. Los intentos del capital de prolongar la jornada laboral, deslocalizar empresas e incrementar la explotación del trabajador han desatado poderosas protestas y conflictos en Italia, Alemania, Francia, Bélgica, España y Brasil. Finalmente es muy importante seguir de cerca la crisis de los partidos Laborista de Gran Bretaña, Socialdemócrata de Alemania y de los Trabajadores de Brasil, en donde la orientación neoliberal de Tony Blair y Gerhard Schröder y la política mesurada de Lula, esta provocado serias fisuras al interior de estas formaciones.
En la siguiente tabla podemos observar, de forma más detallada, los principales conflictos acontecidos en el mundo del trabajo durante el año 2004: (Si les interesa la información de la tabla mencionada, díganme la manera de hacerla llegar)
Independientemente de la lógica desigualdad existente en el desarrollo de la lucha de clases en cada país, lo que explica los diferentes resultados obtenidos, podemos afirmar que en todos los casos observamos una línea ascendente en los niveles de resistencia de la clase trabajadora. Incluso podemos hablar de una creciente radicalización en las formas de respuesta de los trabajadores, lo mismo si se trata de una lucha para defender conquistas, la fuente de trabajo o de recuperar el poder adquisitivo del salario.
El conjunto de esta información nos permite afirmar que lentamente, pero de manera constante, la clase trabajadora esta superando la parálisis y desmoralización producto de veinte años de ofensiva neoliberal y de los efectos devastadores de la larga onda recesiva de la economía capitalista. Por eso es natural observar la tendencia de las organizaciones sindicales a incrementar y fortalecer sus vínculos internacionales, sobre todo en el marco del movimiento altermundialista, y de ampliar las alianzas con los diferentes movimientos sociales de sus propios países.
Las condiciones que propician este deshielo esta estimulado por el agotamiento y deslegitimación del neoliberalismo, de los partidos políticos afines; del moderado crecimiento de la economía y la creciente percepción de que la inequidad e injusticia social provocadas por el capitalismo salvaje no son un mal inevitable.
En una perspectiva histórica es inevitable concluir que es la lucha social la que ha generado mejores condiciones para la venta de la fuerza de trabajo del obrero, en otras palabras, ha civilizado la barbarie capitalista. Pero este desarrollo no es lineal, a cada fase de auge de lucha proletaria le sobrevienen periodos de luchas defensivas, e incluso de derrotas que provocan muchos años de retirada y desmovilización. Es en estos periodos en donde predominan las ideas de la imposibilidad de transformar el orden capitalista, del fin de los sindicatos o de la centralidad de la clase trabajadora. Esta investigación demuestra, una vez más, que cuando la clase trabajadora comienza a recuperar la confianza en su propia fuerza se convierte en la principal referencia de los movimientos sociales, en el sujeto social por excelencia.
Aún constatando la tendencia de que la clase trabajadora esta recuperando protagonismo, no debemos de ser irresponsablemente optimistas. La salvaje acumulación de capital de la era neoliberal, ha otorgado a la clase capitalista un poder inmenso. Además el recrudecimiento de las rivalidades ínterimperialistas, y la determinación del imperio yanqui de preservar su hegemonía, bajo el ardid de la «guerra permanente contra el terrorismo», se ciernen como una grave amenaza a la libertad de expresión y a la democracia en todo el planeta.
Enfrentar este desafío es un reto enorme. Una manera de estar a la altura de los acontecimientos, es que las organizaciones sociales cuenten con información veraz y un diagnóstico, lo más preciso posible, del desarrollo de la lucha de clases a nivel mundial. Este es el modesto objetivo de este trabajo.
Centro de Información Laboral y Asesoría Sindical (CILAS) Enero de 2005