El pasado miércoles la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó, por amplia mayoría, la creación del Consejo de Derechos Humanos, para sustituir la desacreditada y manipulada Comisión de Derechos Humanos, con sede en Ginebra. La resolución sobre el Consejo fue aprobada con el voto de 170 países, entre ellos el de Cuba. Estados Unidos y […]
El pasado miércoles la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó, por amplia mayoría, la creación del Consejo de Derechos Humanos, para sustituir la desacreditada y manipulada Comisión de Derechos Humanos, con sede en Ginebra.
La resolución sobre el Consejo fue aprobada con el voto de 170 países, entre ellos el de Cuba. Estados Unidos y su tradicional aliado, Israel, junto a las dependientes Palau e Islas Marshall, sumaron cuatro votos en contra. Venezuela, Belarús e Irán se abstuvieron.
El embajador de Cuba en la ONU, Rodrigo Malmierca, expuso ante el plenario de la Asamblea General las razones de nuestro país para aprobar la nueva estructura, pero también alertó de las insuficiencias del Consejo y las pretensiones de reeditar el tribunal inquisidor en que devino la CDH. Sobre ello, respondió a las preguntas de Granma:
Cuba ha expresado reservas al Consejo de Derechos Humanos aprobado en Naciones Unidas. ¿Por qué el voto a favor?
Efectivamente, votamos a favor de la resolución. Sin embargo, Cuba en su explicación de voto reafirmó que el documento aprobado tiene importantes omisiones e incorpora elementos que no responden a las posiciones defendidas por los países subdesarrollados a lo largo del proceso de negociación, que duró meses.
La explicación del voto favorable hay que buscarla sobre todo en el hecho de que un amplio grupo de delegaciones amigas nos solicitaron aceptar el texto, que a su entender era el resultado posible a obtener a esta altura. Muchas delegaciones del mundo subdesarrollado llegaron a la conclusión de que prolongar las negociaciones, probablemente llevaría a la aprobación de un texto aún peor, que era precisamente el deseo de Estados Unidos.
Personalmente considero que quedó claro en esta votación que Estados Unidos estaba aislado, solo con el apoyo del voto de sus protectorados en el Pacífico y su aliado Israel, y esto es algo importante a destacar. Nosotros votamos junto a la inmensa mayoría de los países del llamado Tercer Mundo.
Por último, pienso que la aprobación del Consejo es solo el final de una batalla, pero no de la guerra, que tendremos que continuar librando, defendiendo desde dentro que en el Consejo de Derechos Humanos se hagan presentes la justicia, el Derecho Internacional, el diálogo y la cooperación a favor de la promoción y la protección de todos los derechos humanos para todos los pueblos y personas. Cuba y los países del sur no renunciamos a continuar luchando porque el Consejo sea mejor que la Comisión de Derechos Humanos (CDH).
El voto contrario de EE.UU. ¿significa que el Consejo de Derechos Humanos resulta una mejor opción para el Tercer Mundo que la Comisión anterior? ¿Hay realmente diferencias de principio entre Europa y EE.UU.?
No creo que existan diferencias de principio entre Estados Unidos y la Unión Europea. De hecho, durante la negociación, defendieron los mismos objetivos y utilizaron las presiones y el chantaje contra los países del sur. Hay que decir además, que los europeos trabajaron hasta el último minuto por atraer a los norteamericanos con concesiones de todo tipo y hasta con declaraciones públicas de apoyo.
Lo que ocurre es que el nivel de la arrogancia de la administración Bush ha llegado a niveles incalculables. La posición de Estados Unidos es el reflejo del mundo unipolar que existe hoy y de las ansias de imponer por la fuerza sus posiciones, sin dar ningún valor a la razón o la justicia.
Pero sus lamentos hipócritas y su voto en contra no deben interpretarse como que el Consejo de Derechos Humanos será algo mejor que la CDH. Algunos colegas han descrito la situación como que vamos a beber el mismo vino en una copa diferente.
Cabe preguntarse, por ejemplo, si el nuevo Consejo será capaz de aprobar una resolución para pedirle cuentas a Estados Unidos por las torturas y otras graves violaciones de los derechos humanos contra sus prisioneros en la ilegal base naval de Guantánamo, en la prisión de Abu Ghraib, o sobre los vuelos y centros secretos de detención operados por la CIA en la culta Europa. Dudo mucho que la Unión Europea apoye una iniciativa de este tipo.
¿Cuáles son las objeciones de Cuba al Consejo?, ¿seguirá siendo un tribunal inquisidor para países del Tercer Mundo?
Entre los problemas de la resolución que crea el Consejo cabe destacar:
La disminución de la membresía con relación a la actual CDH. El nuevo órgano será, en consecuencia, menos representativo.
La inclusión de una cláusula de suspensión a los miembros del Consejo por «violaciones de los derechos humanos» por el voto de dos tercios de los presentes y votantes en la Asamblea General de la ONU. Con esto se incorpora un elemento punitivo ajeno al espíritu de cooperación que debe caracterizar al Consejo, y se abre la oportunidad para suspender a países elegidos por mayoría absoluta de la Asamblea General (96 votos) con el apoyo de un número menor de delegaciones.
Se mantiene abierta la posibilidad de que se impongan en el nuevo órgano, por Estados Unidos y sus aliados, resoluciones motivadas políticamente contra los países subdesarrollados. Fueron precisamente la manipulación política, la selectividad y los dobles raseros los que desprestigiaron a la CDH.
El derecho al desarrollo, una de las principales reivindicaciones de los países del sur, no queda adecuadamente destacada en el texto de la resolución.
La lucha contra el racismo, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia ha sido prácticamente obviada, a pesar del interés de la mayoría.
Es un hecho que Estados Unidos y sus aliados tratarán de mantener en el Consejo de Derechos Humanos el mismo patrón de manipulación política, selectividad y dobles raseros en contra de los países subdesarrollados que caracterizaron y desacreditaron a la CDH.
Con sus declaraciones públicas en el sentido de que no quiere estar en este nuevo órgano con países «violadores de los derechos humanos» como Cuba, la administración norteamericana ha dejado claro sus propósitos. En realidad deberíamos ser nosotros los que sintamos repugnancia de estar juntos en una sala de la ONU con el mayor violador de los derechos humanos, que además de los desmanes de Guantánamo y Abu Ghraib, es capaz de defender el derecho a la tortura en sus leyes, o a espiar ilegalmente a sus propios ciudadanos, o a abandonar a su suerte a los damnificados en Louisiana por el huracán Katrina.
Pero puedo asegurar que Cuba seguirá activa en la lucha en defensa de los derechos humanos y porque se abran paso la verdad y la justicia en el Consejo de Derechos Humanos, para que este nuevo órgano de la ONU funcione verdaderamente a favor de la promoción y protección de todos los derechos humanos para todos.