Un nítido contenido antineoliberal tuvo la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala (antiguo nombre de América), celebrada en la ciudad peruana de Puno, a orillas del lago Titicaca, del 27 al 31 de mayo, la que además avanzó hacia formas más desarrolladas de organización. La cita, que congregó a más […]
Un nítido contenido antineoliberal tuvo la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala (antiguo nombre de América), celebrada en la ciudad peruana de Puno, a orillas del lago Titicaca, del 27 al 31 de mayo, la que además avanzó hacia formas más desarrolladas de organización.
La cita, que congregó a más de seis mil delegados de 22 países latinoamericanos, así como delegados e invitados de Canadá, Estados Unidos, África y otros países, recogió ese contenido en su declaración final, aprobada por aclamación como síntesis de las deliberaciones.
Un mensaje del presidente de Bolivia, el indígena Evo Morales, ayudó decisivamente a marcar la tónica del encuentro, al llamar a la lucha por la segunda y definitiva independencia y luchar contra el capitalismo, el neoliberalismo y los tratados de libre comercio.
Esa lucha, explicó el texto de Morales leído por la dirigente campesina Leonilda Zurita, es consustancial a la defensa de los valores y los intereses de los pueblos originarios, así como a sus concepciones de convivencia respetuosa con la naturaleza y apego vital a la tierra.
La declaración final señaló la «profunda crisis de la civilización occidental capitalista», de carácter ambiental, energética, cultural, de exclusión social, y alimentaria, como expresión del fracaso del eurocentrismo.
Tal crisis, para la Cumbre, evidencia además que ha fracasado la modernidad colonialista nacida desde el etnocidio ※conquista europea de América- y que lleva a la humanidad entera al sacrificio.
Como respuesta, los indígenas plantearon «ofrecer una alternativa de vida frente a la civilización de la muerte, recogiendo nuestras raíces para proyectarnos al futuro, con nuestros principios y prácticas de equilibrio entre los hombres, mujeres, Madre Tierra, espiritualidades, culturas y pueblos, que denominamos Buen Vivir/Vivir Bien».
Desde esa óptica, la declaración final propugna defender la soberanía alimentaria, priorizando los cultivos nativos, el consumo interno y las economías comunitarias, además de construir Estados Plurinacionales Comunitarios, basados en el autogobierno, la libre determinación de los pueblos y la reconstitución de los territorios y naciones originarias.
Tras los ejemplos de cambios por la vía de asambleas constituyentes que han dado Bolivia, Ecuador y Venezuela, la Cumbre planteó asimismo luchar por nuevas constituciones en aquellos países que aún no reconocen la plurinacionalidad, para todos los excluidos, en un diálogo intercultural, respetuoso y horizontal, que supere verticalismos e invisibilizaciones.
Sobre el derecho al territorio, la cita rechazó «todas las formas de parcelación, privatización, concesión, depredación y contaminación por parte de las industrias extractivas». Exigió igualmente que los pueblos indígenas sean consultados previamente, sobre todo proyecto económico que los pueda afectar, y las políticas y leyes de desarrollo.
También acordó impulsar un Tribunal Internacional de Justicia Climática, de carácter moral que juzgue a las empresas transnacionales, las cuales depredan el ambiente, y a los gobiernos cómplices, y posteriormente la Corte Internacional sobre Delitos Ambientales.
Otro acuerdo de la Cumbre establece la creación de una Coordinadora del Abya Yala que vigile a la Organización de Estados Americanos y a las Naciones Unidas, para superar su subordinación al poder imperial y, de no lograrlo, construir la Organización de Naciones Unidas del Abya Yala y del Mundo.
Los delegados rechazaron por otra parte la criminalización de las protestas sociales, la militarización, las bases extranjeras, los desplazamientos forzados y los genocidios.
Más adelante anuncia juicios internacionales contra los gobiernos de Colombia, Perú y Chile, por el genocidio de los pueblos indígenas colombianos, por dictar normas privatizadoras anticonstitucionales y por reprimir a los originarios mapuche, respectivamente.
El encuentro de solidarizó con la actual lucha de los indígenas amazónicos peruanos contra decretos gubernamentales inconsultos que, según los originarios, atentan contra la soberanía nacional y los derechos indígenas, y forman parte de las obligaciones del tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos.
Rechazó los Tratados de Libre Comercio de Estados Unidos, Europa, Canadá y otros países, por ser «nuevos candados de sometimiento y saqueo de la Madre Tierra», y acusó a la Unión Europea y los gobiernos de Colombia y Perú de pretender destruir la Comunidad Andina de Naciones, por negociar por su cuenta TLCs con el bloque europeo, rechazados por Bolivia y Ecuador.
SOLIDARIDAD CON CUBA
En el plano internacional, la declaración final de la Cumbre planteó su respaldo a la lucha de los pueblos del mundo contra los poderes imperiales, mencionando en especial la demanda del cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.
También anunció movilizaciones en defensa del proceso de cambio iniciado en Bolivia, y «rechazar los intentos golpistas, separatistas, racistas y magnicidas de la oligarquía y el imperio norteamericano» contra ese proceso y contra el gobierno del presidente Evo Morales.
Condenó igualmente el asilo o refugio concedido por el gobierno peruano a tres ex ministros bolivianos acusados de genocidio y resolvió celebrar la V Cumbre en Bolivia, en 2011.
Además, exigió el retiro de Israel de los territorios palestinos y demandó respeto a los derechos colectivos de los pueblos Masai, Mohawk, Shoshoni, Same, Kurdo, Catalán y Vasco, entre otros.
Manuel Robles Sosa. Corresponsal de Prensa Latina en Perú.