Mientras la decisión del presidente Donald Trump de prohibir la entrada de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana en Estados Unidos sigue deambulando por laberintos jurídicos sobre su legalidad, quizás sea útil aclarar algunos mitos que a menudo conducen a una aún mayor confusión con respecto a quiénes son árabes y quiénes musulmanes. Y […]
Mientras la decisión del presidente Donald Trump de prohibir la entrada de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana en Estados Unidos sigue deambulando por laberintos jurídicos sobre su legalidad, quizás sea útil aclarar algunos mitos que a menudo conducen a una aún mayor confusión con respecto a quiénes son árabes y quiénes musulmanes.
Y es que de todos los temas sobre los que se han vertido toneladas de tinta y dicho millones de palabras, pero con frecuente escasez de información de fondo, basándose en general en supuestos erróneos que conducen a conclusiones equivocadas, el de Medio Oriente y, en particular el de árabes y musulmanes, es quizás uno de los más destacados.
Para empezar, es creencia común -demasiado reiterada por los medios- que existe un tal «mundo árabe» o «nación árabe». Los políticos y medios de información árabes hablan, además, de «patria árabe».
Simplemente esto no es exacto.
En primer lugar, porque muy poco tiene que ver uno de Mauritania con uno de Omán; un marroquí con un yemení; un egipcio con un bahreiní, y un iraquí con un somalí, solo por mencionar algunos ejemplos. Cada uno ellos posee diferentes raíces étnicas, historia, lengua original, tradiciones y creencias religiosas.
Ejemplo: los amaziguí -también conocidos como bereberes- son un grupo étnico indígena del norte de África que vive en las tierras ubicadas entre la costa del océano Atlántico y el desierto occidental de Egipto.
Ahí, hay entre 25 y 30 millones de bereberes que hablan su idioma propio (que no es árabe), aunque el número total de comunidades bereberes (incluyendo aquellas que no hablan esta legua) se estima sea mucho mayor.
Estas comunidades fueron sistemáticamente «arabizadas» e «islamizadas» desde la conquista arabo-musulmana del norte de África en el siglo VII. En los países del norte de África, como el caso más notable de Argelia, las autoridades lanzaron vastas campañas de «arabización».
Así que no todos los árabes son realmente árabes. Sería más exacto hablar de pueblos y naciones «arabizadas» e «islamizadas» que de mundo o nación árabe.
En segundo lugar, porque no todos los musulmanes son árabes, ni todos los árabes son musulmanes.
Véase los siguientes siete datos clave acerca de árabes y musulmanes:
1. No todos los musulmanes son árabes
Según las principales estadísticas coincidentes, el número de musulmanes que hay en todo el mundo asciende a cerca de 1.600 millones, en comparación con los estimados 2.200 millones de cristianos.
De este total, los países árabes albergan a unas 380 millones personas, esto es menos de 25 por ciento de todos los musulmanes que hay en el mundo. Sin embargo:
2. No todos los árabes son musulmanes
Y es que mientras que el islam es la religión de la mayoría de las poblaciones de los países árabes, no todas ellas son musulmanas.
De hecho, se estima que los cristianos árabes representan entre 15 y 20 por ciento de la población combinada de los 22 países árabes. Por lo tanto, los musulmanes árabes constituyen menos de la quinta parte de los musulmanes de todo del mundo.
Los cristianos árabes se concentran principalmente en los territorios palestinos, Líbano y Egipto -aquí representan hasta 13 por ciento de la población total que asciende a 95 millones de habitantes según el censo de 2014.
Así, se da el caso de que hay más musulmanes en Gran Bretaña que en Líbano, y más en China que en Siria, por ejemplo.
3. Los principales países musulmanes son asiáticos
Según el centro estadounidense de investigaciones Pew Research Center, los porcentajes de los principales grupos religiosos fueron en 2012: cristianismo 31,5 por ciento de la población mundial; islam 23,2 por ciento; hinduismo 15,0 por ciento, y el budismo 7,1 por ciento.
Pew estima que en 2010 había 49 países de mayoría musulmana. De estos, los países del sur y sureste asiáticos representarían alrededor de 62 por ciento de todos los musulmanes del mundo.
De acuerdo con estas estimaciones, la mayor población musulmana concentrada en un solo país vive en Indonesia, que alberga al 12,7 por ciento del total de musulmanes.
Pakistán (con el 11,0 por ciento del total) es el segundo país más elevada mayoría musulmana, seguido por India (10,9 por ciento) y Bangladesh (9,2 por ciento).
Pew estima que alrededor de 20 por ciento de los todos musulmanes viven en países árabes, y que dos estados no árabes -Turquía e Irán- son los de mayoría musulmana en el oriente medio.
A este hecho de que los países más grandes con mayor número de musulmanes no son árabes, se suma el otro de que un alto porcentaje de la población musulmana en el mundo vive en Afganistán, Bangladesh, Irán, Indonesia, Pakistán, Turquía y otros que no son árabes.
4. Las mayores poblaciones musulmanas
Se estima que entre 75 y 90 por ciento de los seguidores del islam en el mundo son suníes, mientras los chiíes representan entre 10 y 20 por ciento.
Los conflictos violentos, a veces armados, que se desatan entre estas dos «escuelas» de interpretación de los preceptos religiosos del islam son a menudo debido a factores políticos.
Pero esto no es exclusivo de los países árabes. Recuérdese el caso de Irlanda del Norte con sus tres décadas de conflicto armado entre las comunidades católica y protestante.
5. Los musulmanes no tienen su propio Dios
En árabe (el idioma en el que el libro sagrado, el Corán, fue escrito y difundido) la palabra «mesa» se dice «tawla»; un «árbol» se llama «shajarah», y un «libro» es «ketab». En árabe «Dios» es «Alá».
Además, el islam no niega en absoluto la existencia del cristianismo o de Cristo. Los reconoce plenamente y rinde expreso respeto debido a la Biblia y el Talmud.
La principal diferencia es que el islam considera a Cristo como el «profeta» más cercano y más querido de Dios; no su hijo.
6. «Tradiciones» islámicas
El islam aterrizó en el siglo séptimo después de Cristo en los desiertos del Golfo o la Península Árabe. Allí, ya desde antes, hombres y mujeres cubrían sus rostros y cabezas para protegerse de las tormentas de calor y arena. No se trata, por tanto, de una imposición religiosa del islam.
Entretanto, en los desiertos árabes, incluso antes de la llegada del islam, la población hacia vida nómada, con los hombres viajando en caravanas comerciales, mientras que las mujeres y los ancianos se ocupaban de la vida cotidiana de sus familias. Las sociedades árabes y, más tarde, islámicas eran, pues, principalmente matriarcales.
En cuanto a las mutilaciones genitales, estas son comunes al islam pero también al judaísmo (circuncisión masculina) y a muchas otras creencias religiosas, en particular en África.
Y del mismo modo que las otras grandes religiones monoteístas, hubo y hay clérigos musulmanes que fueron utilizando la fe como instrumento para aumentar su influencia y poder. Esto explica por qué tantas «nuevas tradiciones» han sido paulatinamente impuestas a los musulmanes. Este el caso, por ejemplo, de cuestionar el derecho de las mujeres a la educación o de imponer el hiyab (velo).
Al igual también que otras grandes religiones monoteístas, hubo y hay clérigos musulmanes que fueron usando su influencia para promover brutales acciones inhumanas. Este es el caso de los fundamentalistas, fanáticos y radicales grupos como el yihad.
Pero tampoco esto ha sido un caso exclusivo de los musulmanes a lo largo de la historia de la humanidad. Baste recordar la invasión hispano-portuguesa de América Latina, donde fueron exterminados enteras poblaciones indígenas y el cristianismo impuesto con la espada para gloria reyes, emperadores y papas.
7. La «religión» del petróleo Otro lugar común, y por lo tanto demasiado dado por ciencia cierta, es que los productores de petróleo son árabes y musulmanes. Esto tampoco es exacto.
Para empezar, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se fundó en 1960 en el entonces bajo mandato británico Iraq, por cinco países: Irán, Iraq, Kuwait, Arabia Saudí y Venezuela.
Más tarde se fueron incorporando Qatar (en 1961), Indonesia (1962), Libia (1962), los Emiratos Árabes Unidos (1967), Argelia (1969), Nigeria (1971), Ecuador (1973), Gabón (1975) y Angola (en 2007).
En otras palabras, la actual membresía de la OPEP incluye a: Angola, Ecuador, Gabón, Nigeria y Venezuela, ninguno de ellos es árabe o musulmán, sino estados cristianos. En cuanto a Indonesia e Irán, se trata de países musulmanes, pero no árabes.
Además, hay otros grandes productores y exportadores de petróleo y gas que no son miembros de la OPEP, como Estados Unidos, que produce más crudo (13.973.000 barriles por día) que Arabia Saudí (11.624.000); Rusia (10.853.000); China (4.572.000 millones); Canadá (4.383.000, mayor producción que Emiratos Árabes Unidos o Irán o Iraq); Noruega (1.904.000, más que Argelia) y México, entre otros.
Una vez más, ninguno de estos productores de petróleo y gas es árabe ni musulmán.
Por lo tanto, el petróleo no solo es árabe o musulmán; al contrario: hay más petróleo «cristiano» que «musulmán» o árabe.
En resumen, no todos los musulmanes son árabes (estos son menos de 20 por ciento del total mundial); no todos los árabes son musulmanes, y… ¡no todos los árabes son siquiera árabes!
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2017/02/de-arabes-y-musulmanes-ante-el-prohibicionismo-de-trump/