Miren estos tres retratos. Según el gobernador de Helmand, se trata de presuntos terroristas. Son Marco Garatti, coordinador médico del proyecto Emergency en Afganistán, Matteo Dell’Aira, enfermero jefe del hospital en Lashkargah y Matteo Pagani, encargado de logística. Pertenecen a esta asociación italiana independiente y neutral, que ofrece asistencia médico-quirúrgica gratuita y de elevada calidad […]
Miren estos tres retratos.
Según el gobernador de Helmand, se trata de presuntos terroristas. Son Marco Garatti, coordinador médico del proyecto Emergency en Afganistán, Matteo Dell’Aira, enfermero jefe del hospital en Lashkargah y Matteo Pagani, encargado de logística. Pertenecen a esta asociación italiana independiente y neutral, que ofrece asistencia médico-quirúrgica gratuita y de elevada calidad a las víctimas civiles de las guerras, las minas antipersona y la pobreza. Emergency cuenta con centros en Camboya, Iraq, Italia, República Centroafricana, Sierra Leona y Sudán. Emergency lleva desde diciembre de 1999 en Afganistán, donde tiene dos centros quirúrgicos, un centro de maternidad y 28 ambulatorios, gracias a los cuales ha dado atención médica a 2.448.582 personas, de las cuales un 40% eran heridos de guerra. Un tercio de sus pacientes tiene menos de 14 años. Estos tres italianos fueron detenidos el pasado sábado tras una irrupción de agentes secretos afganos y tropas británicas de ISAF en el hospital de Emergency en Lashkargah. No sólo los han acusado de haber urdido un complot para asesinar al gobernador de Helmand y de preparar atentados suicidas en Lashkargah sino también de haber matado a Ajmal Naqshbandi en 2007 y de haber amputado y matado a decenas de soldados afganos. Estas acusaciones fueron realizadas por el gobernador de Helmand y por su portavoz. Luego las desmintieron, pero el golpe mediático propagandístico ya estaba hecho.
El pasado 12 de febrero la OTAN anunció con bombo y platillo que habían lanzado la operación Moshtarak, la mayor ofensiva en Afganistán desde la invasión de 2001. 15.000 soldados se desplegaron para cercar «el último gran bastión de los talibanes en la ciudad de Marjah». Apenas tres días después, la propaganda la calificó como un «éxito» . Nadie tenía permiso para informar libremente desde el frente. Sin embargo, sí que había un testigo presenciando los horrores de la guerra: el hospital de la ONG italiana Emergency en Lashkargah. Inaugurado en 2004 para atender a víctimas civiles de la guerra, ha curado desde entonces a 66.000 personas, de las cuales un 40% son niños.
Marjah, la Fallujah del Premio Nobel de la Paz. El 15 de febrero, Matteo Dell’Aira, enfermero jefe del hospital de Emergency en Lashkargah que permanece aún hoy detenido, denunciaba que tropas de EE.UU. no habían dado permiso para evacuar civiles heridos en Marjah y atenderlos en el hospital de Emergency en Lashkargah. Escribió un texto estremecedor con una foto de un niño herido que arrancaba de cuajo el matorral de falsas verdades sembradas por la propaganda. Desde el 15 de febrero hasta el 3 de marzo, Matteo Dell’Aira contó las historias de Roqia, de doce años herida de bala en la rodilla derecha; Akter, de nueve años, herido de bala en la cabeza por asomarse a su ventana y abandonado después por las tropas que lo hirieron; Judainazar, de 11 años, herido de bala en la ingle mientras iba a por agua ; Gulalay, de 12 años, herida de bala en la espalda mientras iba a recoger a su hermano, que se alejaba peligrosamente de casa; Fazel, de 10 años, herido de bala en la rodilla mientras jugaba en su jardín; Ali, de 13 años, herido de bala en un omóplato mientras ayudaba a su abuelo a volver a casa y que durante cuatro días no recibió ninguna atención médica ; Bibi, de un año, herida en la barriga por un trozo de metralla de una bomba. Ya el 16 de febrero, desde el hospital de Emergency en Lashkargah hablaban de 26 civiles muertos y 19 civiles heridos, entre ellos un niño de 7 años y una niña de 12 años. El 17 de febrero, Peace Reporter informaba de 13.000 civiles que habían tenido que abandonar sus casas. El 26 de febrero, Enrico Piovesana, periodista de Peace Reporter, enviaba un reportaje desde Helmand en que se hablaba de 200 muertos civiles y daba voz a lugareños que decían preferir que los gobernaran los talibanes a la ocupación brutal de las fuerzas. El 2 de marzo recogen en el hospital el testimonio de un padre que informa de que un misil estadounidense ha matado a dos de sus hijos y herido a otros dos.
Lo que no nos dicen de la operación Moshtarak. Gracias a Emergency y Peace Reporter, únicas fuentes independientes en el frente de guerra de Helmand, vemos y escuchamos verdades ocultas de esta guerra. Dice la ex diputada Malalay Joya: «El objetivo de estas operaciones militares no es derrotar a los talibanes, a quienes advierten antes para que huyan a otro lugar. Los talibanes y los terroristas sirven a los estadounidenses para mantener mi país en la inseguridad, de modo que cuenten con un pretexto para seguir en Afganistán, asegúrandose el control de esta región estratégica, cercana a Irán, China y a los países de Asia central ricos en gas y petróleo, así como para seguir haciendo dinero con el sucio negocio del opio. Opio que, transformado en heroína, procura pingües beneficios tanto al gobierno afgano como a las fuerzas estadounidenses, que llevan la droga fuera de Afganistán con vuelos militares que despegan de las bases aéreas de Kandahar y Bagram. Esta última ofensiva en Helmand, que entre otras cosas ha causado muchas más víctimas civiles de las que se declaran públicamente confirma una vez más lo anterior: el objetivo no era atacar a los talibanes, que han tenido todo el tiempo para escapar, sino sencillamente retomar el control de la principal zona de producción de opio de todo el país».
El general Fabio Mini, un experto estratega, antiguo comandante en jefe de las tropas de la OTAN en Kosovo, afirma: «En vez de bombardearlo (y no cabe excluir que antes o después no lo hagan, por error, naturalmente) el hospital debía quedar deslegitimado y su función humanitaria debía perder credibilidad. Desde el punto de vista militar, Emergency debe dejar de ser testigo y punto de referencia para los rebeldes».
De qué lado estar. La detención, o mejor dicho, el secuestro -han pasado ya más 72 horas desde su detención- de los operadores de Emergency, representa una batalla crucial de la guerra contra el terrorismo, esa guerra infinita en cuyo infinito campo de batalla se ha visto inmerso un hospital. Esta batalla se libra mayormente en el frente informativo, pero sus repercusiones van más allá. Por un lado, si este hospital tuviera que abandonar la zona, querría decir que es imposible curar a heridos de guerra si no son los del propio bando. Se trataría de otro atropello más contra las convenciones de derechos humanos. Además, que Emergency fuera obligada a abandonar la zona significaría una evidente militarización de la cooperación. Por último, ausente Emergency, no se tendría más fuente informativa sobre la acción de la OTAN en Afganistán que la propia OTAN o la de los periodistas empotrados en la OTAN, es decir, ello supondría que en la infinita guerra contra el terrorismo sólo cabe una única fuente de información, único modo para controlar el consenso. La presencia de Emergency nos permite ver los aranceles de sangre y dolor que requiere la «exportación de la democracia». Que Emergency mantenga su hospital en la zona sería importantísimo para demostrar que otra cooperación, otra sanidad y otra información son posibles.
Emergency ha convocado a una manifestación nacional en Roma el próximo sábado 17 de abril en Piazza Navona a las 14:30 para pedir la liberación de sus tres cooperantes e invita a firmar el llamamiento Yo estoy con Emergency.