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Una encuesta desmitifica la imagen creada por Occidente

Descubrir a los iraníes

Fuentes: Rebelión

¿Podría ocurrir que el principal enemigo de la civilización y la democracia (me estoy refiriendo a Irán), no fuera en realidad tan temible como lo definen la administración estadounidense y sus voceros, los grandes medios de comunicación? ¿Sería posible que su sociedad, aislada del mundo y hostil a las organizaciones internacionales, no estuviera dominada por […]

¿Podría ocurrir que el principal enemigo de la civilización y la democracia (me estoy refiriendo a Irán), no fuera en realidad tan temible como lo definen la administración estadounidense y sus voceros, los grandes medios de comunicación? ¿Sería posible que su sociedad, aislada del mundo y hostil a las organizaciones internacionales, no estuviera dominada por el fanatismo islámico (de una belicosidad sanguinaria) y no buscara con ansia enfermiza la bomba atómica para dominar el mundo, comenzando por Israel?

Durante los dos últimos meses de 2006 el Search for Common Ground, el Instituto para la Paz (EE.UU.) y el Centro de Estudios Internacionales y Seguridad de la Universidad de Maryland, llevaron a cabo un sondeo sobre la opinión pública iraní en las 30 provincias del país, realizando para ello un millar de entrevistas.

Los resultados fueron interesantes y desmitifican la imagen creada desde Occidente sobre Irán y sus ciudadanos. En efecto, un repaso a sus conclusiones puede ayudar a entender algunas de las posiciones sociales y políticas de estos, y a comprender que la mayor parte de sus respuestas no quedan tan lejos de las que nosotros mismos defenderíamos.

Acercamiento a Occidente

Un 45% de los iraníes se expresaron de manera positiva sobre el pueblo de los Estados Unidos, aunque no así sobre su gobierno (sólo un 5%). Para algunos analistas políticos, el primer porcentaje es de los más altos en la zona de Oriente Medio, pero no estaría nada mal conocer las respuestas si idénticas preguntas se hicieran a los estadounidenses.

Pero además, la mitad de los entrevistados consideraron que el objetivo más importante para Irán era el de establecer vínculos de colaboración tanto con los países musulmanes como con Occidente.

Armas nucleares

En este sentido, más de un 80% entendía que su país debía de ser parte activa en las instituciones internacionales y que ello trasladaría al resto del mundo una influencia positiva. Por esta razón, un 60% de los encuestados se mostraron contrarios a que Irán se retirara del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).

La percepción de peligro por este tipo de armamento quedó también nítidamente clara en el estudio. Tres de cada cuatro iraníes (76%) se mostraron muy preocupados por el desarrollo de armas nucleares en la región, y un porcentaje ligeramente menor (71%) apoyó la idea de que Oriente Medio fuera declarada libre de este tipo de armamento, incluyendo tanto a los países musulmanes como a Israel. Un 68%, incluso, consideró primordial el objetivo de eliminar todas las armas nucleares, calificadas como tales en el TNP.

Organizaciones internacionales

Por desgracia, y pese a este apoyo popular tan mayoritario por un mundo sin armas de destrucción masiva, la realidad se imponía en las conciencias de los iraníes y reconocían (un 82%) que ni Estados Unidos cumplía con los criterios del TNP, ni las instituciones internacionales hacían nada para obligarle.

No por ello, albergaban un mal concepto sobre las Naciones Unidas y su influencia en el mundo, sólo un 24% calificó negativamente a este organismo. Por contra un 69% consideró que el empleo de la fuerza militar contaba con mayor legitimidad si era la ONU quien lo aprobaba.

Amenazas para la paz

Con respecto a la llamada «guerra contra el terrorismo», casi la mitad de los encuestados (47%) consideraron que bajo tal nombre se escondía un plan de dominación política y militar cuyo objetivo era el control de los recursos de la región; un 29% pensaba que el fin era debilitar a los países musulmanes, la religión Islámica y su gente; y un 10% creía que era la forma en que EE.UU. trataba de protegerse contra atentados terroristas.

Un 70% afirmó que el «terrorismo internacional» constituía una amenaza importante contra la paz mundial, pero por desgracia los entrevistadores pasaron por alto definir en qué consistía tal peligro, y por ello es conveniente indagar en otras respuestas para llevar a cabo una interpretación. Por ejemplo, si por «terrorismo internacional» se entienden grupos como Al Qaida, o similar, efectivamente los encuestados estaban en gran proporción contra los mismos, un 74% mostró su oposición a Osama bin Laden, y al radicalismo Islámico que propugna el uso de la violencia. Sin embargo, situaban un peldaño más abajo a los grupos islámicos sectarios, cuyas acciones eran percibidas como un desafío a la paz y la estabilidad por un 57% de los iraníes.

Ahora bien, la peor amenaza (mayor incluso que la del «terrorismo internacional») correspondió a quienes temían ataques «terroristas» contra su país (un 81%). Lo cual lleva a preguntarse qué tipo de agresiones pueden temer mayoritariamente los iraníes o, expresado de otro modo, de dónde piensan que puede proceder ese peligro a la vista de la situación mundial y regional. Quizá por eso, y anticipándose a las intenciones del Imperio, un porcentaje equivalente (un 80%) aseguró que los ataques sobre la población civil nunca están justificados.

El ejemplo de Iraq es claro y cercano. Y la aplicación de una política de invasión criminal, y abiertamente terrorista, está muy presente entre todos los entrevistados.

Conclusiones

Como se ve, los iraníes consideran que la mejor forma de mantener la paz entre países es promoviendo el desarme y no, como pretenden EE.UU e Israel, monopolizando el uso de la violencia, incrementando para ello su propio arsenal de armas de destrucción masiva.

Ello explica el hecho de que los iraníes tienen más confianza en el cumplimiento de los acuerdos de organizaciones supranacionales para lograr la paz que las naciones poderosas, cuyo único interés es tratar de imponer sus criterios o, directamente, violar las resoluciones suscritas.

Para nada se percibe esa retórica fanática y antioccidental a la que nos tienen acostumbrados los grandes emporios mediáticos. Y no sólo en referencia a los medios de prensa, también la llamada industria del ocio -o propaganda-, con sus telefilmes, sus videojuegos y sus bestsellers, desde donde se dispara contra la «amenaza» del Islam, y en el centro de cuya diana sitúan a Irán.