El quinto Foro Social Mundial se celebró en Porto Alegre del 26 al 31 de enero de 2005. Después de su migración a India, en Mumbai, su regreso a Brasil no era nada evidente. Un primer ciclo de 3 foros se había celebrado en 2000-2003 en la capital brasileña de Río Grande Do Sul. La […]
El quinto Foro Social Mundial se celebró en Porto Alegre del 26 al 31 de enero de 2005. Después de su migración a India, en Mumbai, su regreso a Brasil no era nada evidente. Un primer ciclo de 3 foros se había celebrado en 2000-2003 en la capital brasileña de Río Grande Do Sul. La experiencia india de 2004 (así como la de los foros regionales) había constituido una aportación muy innovadora al proceso internacional [1]. El FSM obligatoriamente tenía que seguir renovándose mientras regresaba a sus tierras de origen.
Otro problema, las movilizaciones altermundialistas y antiguerra empezaban a ahogarse. Incluso se sentía en varios países una baja de aliento. Así, fueron numerosos los que anunciaban la decadencia de los foros sociales mundiales. El asunto efectivamente merecía cuestionarse, frente a una situación internacional preocupante (simbolizada por la reelección de Bush) y a los efectos desmovilizadores de la política puesta en marcha en Brasil por el gobierno Lula. Sin embargo, el número de suscripciones al FSM subió muy rápidamente. De hecho, el éxito del Foro ya estaba anunciado desde noviembre de 2004, aunque algunos hayan seguido especulando sobre su fracaso hasta el día mismo de la apertura.
Apuntemos de entrada que el Quinto Foro Social Mundial tuvo un éxito numérico importantísimo, con una participación récord: 155.000 personas registradas, provenientes de 135 países. Al abrirse, la manifestación callejera fue aún más numerosa que las veces precedentes. En cuatro días se organizaron unas 2.000 actividades. Tal éxito numérico no debe trivializarse, ha de ser explicado.
Contexto
Cada foro, sea mundial o regional, está profundamente marcado por el país de acogida. El éxito especial del quinto FSM se entiende, en gran parte, en el contexto latinoamericano: la importancia de los ataques neoliberales, junto a la política agresiva de intervención y de guerras denominadas «preventivas», defendida por Bush, provoca una inestabilidad profunda y nuevas fases de radicalización y de politización. Esta inestabilidad se manifiesta tanto a nivel social (piqueteros argentinos, movimientos indígenas y sociales en Bolivia o Ecuador, «revolución bolivariana»…) como a nivel electoral (victoria de Lula en Brasil, de Kirshner en Argentina, del Frente Amplio en Uruguay; victoria del «No» a la salida de Chávez en Venezuela…).
La participación masiva de brasileños y latinoamericanos en el Quinto Foro Social Mundial de Porto Alegre reflejó de manera dinámica esa voluntad de resistencia al orden dominante neoliberal y militar, capitalista e imperialista. Pero hay más. El FSM ha ofrecido un marco dentro del cual pudo expresarse el movimiento de politización en curso, y dentro del cual pudieron empezar a tomar cuerpo nuevos debates de orientación. Fue particularmente significativo para Brasil. Bajo la forma de iniciativas paralelas y a veces de mesas redondas comunes, los análisis de la izquierda «solidaria del gobierno» y de la izquierda «crítica» que rechaza la política de Lula, se carearon libremente durante el foro. Asimismo la acogida entusiasta hecha al presidente venezolano Chávez, quien sufrió sucesivas tentativas de desestabilización por parte de Washington, atestigua la ola de radicalización en curso.
Ese artículo no tiene como objetivo presentar los debates que atraviesan la izquierda brasileña y latinoamericana. Por lo que concierne al autor de estas líneas, no está particularmente cualificado para hacerlo. Me parece que lo importante aquí es subrayar que los debates sobre las cuestiones de orientación y de estrategia fueron particularmente seguidos durante este FSM, aún más que antes. El espacio abierto por el foro ha permitido que una necesidad encontrara espacio (ya que el debate político sí era una necesidad). Las (intensas) contradicciones en el seno de la izquierda brasileña han podido expresarse sin que se haga pedazos el marco unitario de conjunto.
Porto Alegre 2005 confirma aquí el fruto ya sacado de ocasiones precedentes (por ejemplo en Europa). El marco de los foros conserva su eficacia y su funcionalidad, en situaciones políticas muy diversas, sea la movilización coyunturalmente ascendente (Florencia 2002, en reacción a Berlusconi y contra una guerra anunciada) o defensiva (París 2003, tras una ola de luchas fracasadas), que la dinámica sea naturalmente unitaria (Porto Alegre 2003), tirante (Porto Alegre 2004) o los dos a la vez (Mumbai 2003).
El marco, por supuesto, no lo explica todo y la voluntad de los actores sociales que apoyan los foros se vuelve esencial. Pero el espacio ofrecido por los foros ayuda indudablemente a responder a necesidades y exigencias múltiples; a asumir positivamente contradicciones a veces agudas. Desde sus principios en 2001, el proceso de los foros también facilita la expresión de un estado de ánimo ofensivo muy característico, aunque la burguesía trata de perjudicar severamente al movimiento obrero y popular.
Continuidades
Muy lógicamente, la importancia numérica de un foro social depende del país de acogida (en Europa, por ejemplo era menor en Londres que en Florencia o París). Pero, desde hace cinco años, sin ser uniforme, es mucho más constante que la de las movilizaciones sociales o antiguerra. Incluso tiene una tendencia al alza.
Esta continuidad manifestada por los foros es aún más notable en cuanto que no faltaron los obstáculos y las desgracias. El proceso de los foros sociales se ha extendido a escala internacional mientras que tuvo que resistir al rechazo de los atentados del 11 de septiembre de 2002, a la represión berlusconina de Génova y a numerosas tentativas de recuperación que pretenden separar lo bueno (lo moderado) de lo malo (lo radical).
Los foros tienen una historia propia y tienen una función específica. La concepción de los foros remite a características propias del periodo actual. Responde, por lo menos durante algún tiempo, a una pregunta esencial: ¿cómo enlazar las solidaridades y asegurar las convergencias militantes en el periodo actual y entre sectores sociales muy diversos? Sin tratar de ser exhaustivo, destacan los siguientes aspectos:
1. Los foros constituyen a la vez un reagrupamiento defensivo -frente a la universalidad de los ataques neoliberales, antidemocráticos y militaristas- y el lugar de expresión ofensivo de alternativas llevadas adelante por nuevas generaciones militantes. En el contexto político actual, esa combinación original «defensiva / ofensiva» se revela dinámica en la medida en que los foros son a la vez un espacio libre de encuentros y un lugar donde se forja la acción. Por una parte los foros son la ocasión para abrir debates que ayuden a la emergencia de una conciencia común, de una «contracultura» (o contraculturas); ayudan a discutir la ideología dominante. Por otra parte, en el seno de los foros, se vinculan lazos entre organizaciones y redes, se ponen en marcha campañas y se extienden tanto a nivel social como a nivel geográfico, se colectivizan iniciativas y se adoptan programas de acción.
2. Los foros ofrecen un espacio de convergencia «por todas partes». Eso responde a una característica de la globalización capitalista: una irrupción dictatorial del mercado en todos los sectores de la actividad social, una tentativa de «mercantilización» última del mundo. Terrenos de lucha ayer paralelos están inducidos por la ofensiva mercantil a trabajar juntos. Nuevas solidaridades «horizontales» así pueden enlazarse entre combates llevados en calidad de asalariados por una parte y en calidad de ciudadanos por otra; y en un mismo país o a escala internacional entre combates llevados en las metrópolis industrializadas y en el tercer mundo. Nunca antes estuvimos tan sometidos a políticas (liberales) idénticas impuestas de manera tan universal por los mismos centros de poder dentro y fuera de la empresa, de Norte a Sur y de Oeste a Este. Los foros ayudan a forjar exigencias colectivas contra el todo represivo y el todo mercantil, contra las desregulaciones y privatizaciones, en defensa de los servicios públicos y de los bienes comunes (ver particularmente la extensión internacional de las campañas sobre el derecho al agua).
Esas nuevas solidaridades «horizontales» no hacen olvidar, por supuesto, la importancia de las solidaridades «Norte-Sur» más tradicionales. No se reducen las desigualdades regionales. El desastre provocado por el tsunami del 26 de diciembre de 2004 lo ilustró de manera particularmente dramática. Las consecuencias de los recientes maremotos que afectaron a las costas californianas quedaron limitadas. En el Océano Índico, causaron 300.000 víctimas y devastaron comunidades enteras. La lección política es innegable. En cada etapa se manifestó el abandono y la prevaricación de los gobernantes y de los más ricos. No medidas de prevención específicas (detectores de tsunami) ni utilización eficaz de los medios existentes (detectores de terremotos). Socorros tardíos y desigualmente distribuidos siguiendo lógicas clientelistas. Predominancia de los intereses mercantiles (industria turística…) sobre el interés de las comunidades populares locales (pequeños pescadores…) en la reconstrucción.
En cambio, las asociaciones progresistas locales y los movimientos populares dieron prueba de su eficacia (estuvieron los primeros en el lugar), de su papel político (asegurar la independencia de la solidaridad en relación con los poderes establecidos) y de su importancia social (en la defensa, por ejemplo, de las comunidades más marginadas, los «olvidados» del tsunami). En la práctica, la utilidad de los foros sociales también fue confirmada. A lo largo de los años, contribuyeron a desarrollar aquellos lazos entre organizaciones populares de los cuales depende la solidaridad de «pueblo a pueblo». Así, la campaña iniciada después del 26 de diciembre de 2004 para Vía Campesina fue relevada por un gran abanico de movimientos no campesinos. Asimismo el FSM de Porto Alegre fue la ocasión de una toma en consideración colectiva de la campaña par la cancelación de la deuda del tercer mundo, reanimada por el impacto político del tsunami.
3. Los foros sociales mundiales permiten que lazos solidarios se vinculen a varios niveles en una situación, en ese sentido, muy diferente del pasado. El movimiento obrero organizado ha jugado durante mucho tiempo el papel de polo centralizador en los países industrializados. Generalmente ya no es el caso, (o sí lo es pero en menor medida) a excepción quizás de algunos países (como en Corea del Sur con la KCTU). En los países del tercer mundo, era a menudo el caso de las luchas armadas (efectivas o potenciales). Aquí de nuevo, salvo excepción, las cosas cambiaron. Los foros ofrecen entonces una respuesta, por lo menos temporal, a la pregunta: ¿cómo realizar la necesaria convergencia de las resistencias militantes en la ausencia de «columna vertebral», de un potente «centro de gravedad» social, claramente definido, visible?
No se trata de pretender que las organizaciones tradicionales, incluso los sindicatos, dejen de jugar un papel importante en las luchas de conjunto. Su presencia en el proceso de los foros y en las movilizaciones atestigua lo contrario. Pero la índole de los lazos entre movimiento sindical, movilizaciones diversas y entorno social se está modificando. Los foros son (o pueden ser) la ocasión para los sindicatos de tomar la medida del cambio. Nos instruye particularmente la experiencia europea. En efecto, la existencia del FSE incita a un largo conjunto de movimientos a definir un programa de acción común a nivel europeo propio; precisamente lo que los sindicatos, solos, no supieron hacer esos últimos cuarenta años; la tarea no es nada sencilla, el éxito no está garantizado, pero es muy significativo que el problema se plantee hoy en el marco ofrecido por los foros.
4. Finalmente, los foros permiten entrar en política a nuevos militantes sin tener que escoger de entrada un campo «partidario» (eso vale también para antiguos militantes). Es hoy particularmente importante, ya que en numerosos países, (o en terrenos significativos de los movimientos sociales) la autoridad de los partidos políticos se pone en duda. Esa crisis de autoridad se explica por razones profundas, ligadas ante todo a los balances desastrosos de la socialdemocracia gubernamental y del estalinismo. Pero también a los límites y a los fracasos de la izquierda revolucionaria, y ciertamente a la degeneración antidemocrática de parte de sus componentes. De modo general, la nueva generación militante ya no tiene las mismas referencias ideológicas que las de 1970. Un proceso de reforma política está en curso y a éste contribuyen los foros.
Sin embargo los foros no son espacios políticamente neutros. Las convergencias ocurren sobre la base de un rechazo de las políticas neoliberales, de una resistencia al poder de las multinacionales, del combate contra la guerra y las opresiones. Diversas orientaciones se enfrentan en su seno. Pero se enfrentan en un marco de frente unido original que permite ensanchar la base de las acciones y continuar el proceso (necesariamente conflictivo) de reformación política vuelto indispensable por la emergencia de una nueva generación militante. Así como por la experiencia del pasado y las transformaciones del modo de dominación capitalista. Por eso el FSM de Porto Alegre ha sido teatro de importantes debates para la izquierda brasileña, latinoamericana y también internacional.
En conclusión a este punto, apuntemos que los foros sociales tienen mucho más contenido que las conferencias tradicionales de ONG en los años 1980-1990 o que una simple «red de redes» de campañas. La noción de «movimiento de movimientos» parece definir mejor su especificidad. Pero mas allá del término, lo importante es analizar más en profundidad lo que su éxito revela. Los foros no resumen todo el movimiento altermundialista y antiguerra, pero representan un elemento significativo de la experiencia histórica presente. Ayudan a repensar y actualizar ciertos datos estratégicos, como el asunto del «sujeto revolucionario» o cómo se puede realizar la convergencia de las luchas que permitirá la transformación revolucionaria de las sociedades contemporáneas.
Condiciones, límites
La denominación no es suficiente, por supuesto, para hacer un foro social. Sólo toma «contenido» bajo algunas condiciones. Que el abanico de los componentes implicados en su preparación sea suficientemente representativo y diversificado para asegurar su dimensión multisectorial y pluralista. Que el movimiento social sea suficientemente rico e implicado para asegurar su arraigo. Sin eso, los foros no se distinguirían mucho de conferencias tradicionales de ONG. Mientras que con estas condiciones puede ponerse en marcha una dinámica unitaria, que supere en mucho la suma de las organizaciones implicadas.
Esta dinámica impone en cierto sentido el éxito de los foros, a pesar de las dificultades objetivas, de la inadecuación de las instancias de pilotaje del proceso internacional, de las diversas tentativas de toma de control y de las contradicciones entre organizaciones. La espontaneidad del proceso es esencial, sin embargo el pilotaje y las decisiones políticas son importantes.
La capacidad de integración del proceso de los foros es excepcional: es muy difícil encontrar en el pasado otros ejemplos en los cuales se haya asociado tal abanico de componentes -durante años y a escala mundial- a un mismo movimiento. Pero las desigualdades organizacionales, financieras, geográficas y sociales siguen teniendo tendencia a reaparecer en el seno mismo de los foros. Los marginales en la sociedad pueden encontrarse marginados en dichos foros. Se han tomado medidas para paliar esta tendencia pesada (fondos de solidaridades, sesión de las asambleas preparatorias en regiones «limítrofes», revalorización de temas como la precariedad o las opresiones,…). Aún aquí, es difícil encontrar en el pasado esfuerzos tan sistemáticos para acometer este asunto. Pero el éxito sigue siendo frágil, relativo.
Desde este punto de vista, Porto Alegre 2005 no igualó a Mumbai 2004. Durante el Cuarto Foro Social Mundial fue cuando la participación alcanzó más popularidad, cuando la visibilidad de los entornos más oprimidos fue más evidente, y cuando la toma de los lugares por delegaciones militantes de base fue la más acabada.
Otro problema. La integración en el Foro de Porto Alegre no era fácil para los participantes que no hablaban portugués, español o «portuñol», que no seguían los debates de la izquierda latinoamericana o que no estaban integrados en una de las grandes redes (sindicales, asociativas,…) organizando las iniciativas centrales. Africanos y asiáticos particularmente, se encontraron en la periferia del acontecimiento. Las asambleas regionales y la asamblea central de los movimientos en particular, ayudan a asegurar la integración de los participantes y organizaciones venidos de «otro país», pero tienen que estar mejor preparadas para este fin.
Evoluciones
Los foros presentan una gran continuidad, pero continuidad no significa inmovilismo. Mumbai había representado un giro en la historia del proceso mundial. El retorno a Porto Alegre se ha sentido positivamente.
El foro se ha abierto, a varios niveles. Físico: dejando el campus de la Universidad Católica, estableciéndose bajo las tiendas a orillas de una laguna, acercándose al centro de la ciudad y a la población local. Generacional: integrando a los jóvenes en el centro mismo del dispositivo y ya no en sus márgenes (acogió a 35.000 personas, ante todo brasileños y argentinos). En materia de práctica: integración de los asuntos medioambientales en la concepción del lugar, recurso a los pequeños productores para la alimentación, utilización de aplicaciones libres, papel tomado por la red Babels de intérpretes voluntarios… Organizacional: la prioridad fue dada a la autoorganización de las iniciativas.
Una nueva «metodología» (en el vocabulario del foro) se ha puesto en marcha. El programa fue elaborado tras una extensa consulta de las organizaciones de base. Once «ejes» o «terrenos» se destacaron, definidos para asegurar la visibilidad de los grandes temas tratados. Todos los movimientos fueron invitados a averiguar si sus iniciativas podían agruparse, para reforzar diálogos y colaboraciones (es el llamado «proceso de aglutinación»). Cada ramificación tenía que tratar de vincular la reflexión a propuestas de acciones y de campaña, para vincular mejor debates y movilizaciones.
Dicha nueva metodología, compleja, ha sido puesta en aplicación dentro de plazos muy cortos. Necesitaremos un poco de perspectiva para juzgar sus resultados. Pero parece efectivamente haber permitido a redes militantes que discutieran de enfoques diferentes y definieran más allá de las discrepancias políticas, terrenos comunes de campañas. También crea un nuevo equilibrio entre las ramificaciones de debate en el seno del Foro Social Mundial y la asamblea de los movimientos sociales que ha quedado en el lugar, en Porto Alegre, donde se ha elaborado un calendario común de acción a escala internacional.
Expansión y articulación
La atracción de los foros sociales se debe en gran medida a que ofrecen un espacio de convergencias a la vez libre y militante. Porto Alegre muestra hoy que esa función es esencial en América Latina. El resonante impacto de Mumbai, el año pasado, ha permitido al proceso que se integrara en las realidades asiáticas. En Europa, la sesión del cuarto FSE en Atenas, en la primavera de 2006, parece anunciarse con buenos auspicios.
Nada es eterno, ni siquiera los foros sociales, y sentimos en varios países la necesidad de encontrar un «segundo aliento». Además, a pesar de su importancia, las movilizaciones de estos últimos años no han permitido victorias significativas a imagen de lo que fue Seattle en 1999. Sin embargo, todo indica que la utilidad de los foros queda hoy día intacta. Frente a la agresividad de la burguesía internacional, a las leyes liberticidas, a la guerra «preventiva» y a la ideología «antiterrorista», necesitamos realmente construir un frente común internacional de resistencias y alternativas.
Ahora bien, existe un verdadero riesgo de desarticulación del proceso de los foros y de las movilizaciones.
La campañas específicas, temáticas, hoy están tomando de nuevo mayor importancia, tras las grandes movilizaciones «generalistas» de los últimos años. Por ejemplo es el caso, después de Porto Alegre, de la cancelación de la deuda del tercer mundo, o en el combate contra discriminaciones (ver la publicación por la Marcha Mundial de las Mujeres de una Carta en 31 afirmaciones) [2]. Incluso contra la guerra en Irak… es algo positivo. Pero eso también refuerza la necesidad de encuentros comunes donde se vinculen todos los frentes de lucha. Nada de esto está asegurado.
Dentro de los próximos dos años, el papel de los foros regionales será sin duda reforzado, respecto al del foro mundial. Las luchas tienen una tendencia a arraigar en el nivel nacional, o subcontinental alrededor de cuestiones específicas (como Venezuela en América Latina o la Constitución y los servicios en Europa…). En 2006 el Foro Social Mundial será «descentralizado», tomando inevitablemente de hecho un contenido más regional que antes [3].
Estas evoluciones responden a datos reales y no tienen nada negativo en sí mismas. Son aún necesarias. El problema es que los lugares de colectivización internacional de la información y de la reflexión, de articulación de los procesos regionales y temáticos se debilitan en el momento mismo en que el movimiento en su conjunto va diversificándose cada vez más. En su composición y su funcionamiento, el Consejo Internacional del FSM no responde a esa carencia (no ha sido capaz de concluir la importantísima discusión sobre los ritmos de los foros), aunque sus comisiones puedan ser más eficaces. El polo animador de la red de los movimientos sociales ha de ser renovado, pero eso no tiene nada de evidente. Las varias ramificaciones llamadas «intelectuales» que quieren ligar análisis de fondo y respuestas a las necesidades militantes, tienen que cooperar más estrechamente, algo que todavía no se ha hecho.
Si queremos evitar que la descentralización del movimiento resulte en su desarticulación (y un debilitamiento de la capacidad de resistencia colectiva a la globalización militar y liberal), tienen que ser aportadas respuestas concretas y nuevas en este plano.
Pierre Rousset es miembro de ESSF (Europa Solidaria Sin Fronteras). Está comprometido desde su origen en el proceso de los foros sociales. Participó en los cinco foros mundiales, en los tres foros europeos y en el foro social asiático de Hyderabad (2003). Este artículo ha sido publicado en el nº 504 (abril de 2005) de la revista francesa Inprecor (p. 3-6) y traducido para Pueblos por Morgane Trudeau.
[1] A propósito del Cuarto FSM, ver particularmente Pierre Rousset, «Le Forum Social de Mumbai. Rien n’etait joué d’avance! Eléments de réflexion sur le processus indien du FSM», Inprecor nº492/493 de mayo de 2004, recuperado en «De Porto Alegre à Mumbai. À l’heure de l’altermondialisme», Cahiers documentaires nº3, Delegación LCR de la GUE/NGL en el Parlamento Europeo, 2004.
[2] Carta Mundial de las mujeres para la humanidad adoptada durante el quinto Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres en Rwanda, el 10 de diciembre de 2004.
[3] Este artículo fue escrito antes de la reunión, a finales de marzo de 2005, del Consejo Internacional del FSM donde tiene que discutirse la organización del foro mundial «descentralizado» y el balance de la metodología del proceso.