La dirigente birmana, Aung San Suu Kyi, trató de responder este martes a las críticas de la comunidad internacional sobre la crisis de los rohinyás, sin ponerse en su contra al poderoso ejército birmano ni a una opinión pública con un profundo sentimiento antimusulmán. Al expresarse en Naypyidaw, unas horas antes de que comenzara la […]
La dirigente birmana, Aung San Suu Kyi, trató de responder este martes a las críticas de la comunidad internacional sobre la crisis de los rohinyás, sin ponerse en su contra al poderoso ejército birmano ni a una opinión pública con un profundo sentimiento antimusulmán.
Al expresarse en Naypyidaw, unas horas antes de que comenzara la Asamblea General de la ONU, eligió el inglés para su gran discurso televisado, un mensaje dirigido al mundo que ni siquiera estaba subtitulado para sus conciudadanos.
Tampoco recurrió a la retórica empleada por su Gobierno en más de tres semanas de crisis, que comparaba a los rohinyás con «terroristas».
Además, evitó también criticar directamente al poderoso ejército, con el que debe transigir. Una ambigüedad que los analistas destacaron.
«No es sólo una cuestión de idioma, sino de contenido», explicó Maël Raynaud, consultora independiente especializada en Birmania. «No tiene mucho que decirle a la nación, que la apoya casi por unanimidad», añadió.
Por todo el país, miles de birmanos se reunieron para ver el discurso en pantallas gigantes, una oportunidad para mostrar su apoyo a Aung San Suu Kyi, enarbolando su retrato y la bandera nacional.
«No hemos entendido nada del discurso de Aung San Suu Kyi. Pero queremos mostrarle nuestro apoyo. Cuando su discurso terminó, aplaudimos y volvimos a casa», declaró a la AFP Cho Cho, una habitante del estado de Karen, en el noreste del país.
El discurso a la nación anunciado fue, además, rebautizado en el último momento como «sesión informativa diplomática».
La propia Aung San Suu Kyi lo explicó en su discurso, recordando que este año no había podido acudir a la Asamblea General de Naciones Unidas a causa de esta crisis, y que esperaba «compartir con la comunidad internacional los desafíos que enfrenta» Birmania.
Discurso para la ONU
Con la alocución en Naypyidaw, la capital administrativa del país, frente a un público de embajadores, «trata de recuperar un poco de credibilidad internacional, sin ponerse en contra a los militares y a la opinión pública», muy xenófoba en general, consideró Phil Robertson, representante de la ONG Human Rights Watch (HRW) para Asia.
Así, evitó denunciar el «iceberg de desinformación» de los medios internacionales, que criticó como prorrohinyás en un comunicado divulgado a principios de septiembre, echando leña al fuego en un país en el que la ira contra la comunidad internacional se disparó en las últimas semanas.
También se abstuvo de recalcar la expresión «terroristas extremistas», que no deja de aparecer en los comunicados de prensa en birmano.
Aung San Suu Kyi, criticada por su frialdad, dejó entrever incluso un deje de compasión en su discurso, al afirmar que «siente profundamente» el sufrimiento de «todas las personas» atrapadas en el conflicto, que ha llevado a más de 420.000 miembros de la minoría musulmana rohinyá a refugiarse en Bangladés desde el 25 de agosto, cuando rebeldes rohinyás atacaron varias comisarías de policía.
No obstante, esto no impidió que las críticas afloraran y Amnistía Internacional denunció su «política del avestruz».
«No ha ido suficientemente lejos al reconocer el hecho de que los militares están detrás» de los incendios de aldeas y de varios abusos en la zona de conflicto y que actúan con milicias budistas extremistas, lamentó Laura Haigh, especialista en Birmania de Amnistía Internacional.
El gabinete de prensa de Aung San Suu Kyi aseguró por su parte que la traducción en birmano del discurso pronto estará disponible en la página web del Gobierno.