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El análisis internacional desde una perspectiva libertaria (I)

Fuentes: Barómetro Internacional

Un análisis internacional a través de la perspectiva de la libertad y de la integración entre los pueblos y no entre los Estados, está distante años luz de una mesa de negociación, por más multilateral que ella se presente. El oficio de analista de relaciones internacionales escribiendo en una publicación contestataria, es un ejercicio de […]

Un análisis internacional a través de la perspectiva de la libertad y de la integración entre los pueblos y no entre los Estados, está distante años luz de una mesa de negociación, por más multilateral que ella se presente.

El oficio de analista de relaciones internacionales escribiendo en una publicación contestataria, es un ejercicio de didáctica. Por un lado tenemos la obligación de exponer al Sistema Internacional tal como este se presenta, siendo un juego de fuerzas donde las instituciones multilaterales y la presunción de la búsqueda por la «paz y seguridad» muchas veces son un forma de congelar las realidades de injusticia a escala global. Reforzando esta preocupación, también existe el temor de confundir las líneas.

Cuando escribo, hablo en un aula o debato, expongo los fundamentos de los estudios estratégicos -en general- y los paradigmas de la geopolítica -en particular- suponiendo que la propuesta teórico-metodológica del Realismo no es lo mío en absoluto. No concuerdo con que el mundo de la vida sea apenas disputa (competencia por cooperación) y tampoco entiendo al Estado Nacional como el único actor relevante en el escenario mundial.

Lo mismo se da con el propio objeto de estudio. Una de las obligaciones del internacionalista hoy, es saber posicionar agentes, actores, grupos de intereses, transnacionales, elites dirigentes y sistemas de creencias, en el macro escenario del Norte de África, de la Península Arábiga, del Golfo Pérsico, del Oriente Medio o del Asia Central. Y por más repugnante que sea la ocupación de Palestina (y lo es) así como la presencia de los gigantes del petróleo -siempre acompañados de fuerzas navales y servicios de inteligencia- no podemos presuponer que todos los que se les oponen tienen proyectos con alguna perspectiva libertaria. Las redes integristas sunitas, wahabitas o salafitas, son indefendibles desde el punto de vista democrático o humanista, así como el proyecto de poder chiíta encabezado por el Consejo de Ayatolás de Irán y su grupo satélite Hezbollá no tienen nada de socialistas ni libertarios.

No es desde hoy que el pensamiento de izquierda se pierde en medio de la disputa entre Estados. En 1939, después del terrible drama de la república española, los satélites de Moscú se desbordaron explicando la «lógica» del Pacto Infame (Ribentropp-Molotov) que firmaba un armisticio entre la Alemania nazi y la Unión Soviética de Stalin. Durante la Guerra Fría estuvimos embretados entre la derecha señalándonos como línea de defensa de «Occidente» bajo el paraguas de los EUA, y los «camaradas» reproduciendo al Bloque Soviético y a la Cortina de Hierro. La opción de los no-alineados parecía ser la más interesante, aunque estuviera capitaneada por dirigentes autocráticos como el general egipcio Gammal Abdel Nasser. Hoy existe la tentación de confundirnos con las posiciones de Rusia, o mismo con una integración latinoamericana que elige el Plan IIRSA como estratégico. Criticar la supremacía de los Estados Unidos y estar a favor de la multilateralidad, no es lo mismo que apoyar incondicionalmente a gobiernos y regímenes.

Las redes internacionales entre pueblos, culturas, grupos de defensa de causas universales, movimientos sociales y organizaciones de izquierda tienen que emerger, más allá de las disputa entre Estados, clases dominantes y elites dirigentes.

Bruno Lima Rocha es politólogo (phd), profesor de relaciones internacionales y periodista profesional.

www.estrategiaeanalise.com.br

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.