Cuando los Estados Unidos, la Unión Europea y por supuesto las grandes corporaciones que están detrás de sus gobiernos, decidieron desestabilizar a Ucrania con el objetivo de hacer caer su gobierno (producto de elecciones) y sustituirlo por uno que fuera dependiente de los poderes centrales, no consideraron seriamente las consecuencias que podría traer aparejadas este […]
Cuando los Estados Unidos, la Unión Europea y por supuesto las grandes corporaciones que están detrás de sus gobiernos, decidieron desestabilizar a Ucrania con el objetivo de hacer caer su gobierno (producto de elecciones) y sustituirlo por uno que fuera dependiente de los poderes centrales, no consideraron seriamente las consecuencias que podría traer aparejadas este cambio brusco.
Entre los factores que no parecen haber tenido en cuenta, está el no haber considerado que Ucrania era un Estado-nación sometido a muy fuertes tensiones internas, que el gobierno Yanukovich (aún siendo altamente corrupto) había logrado por varios años mantener en equilibrio. El otro gran factor que no parecen haber medido, es la importancia política y estratégica que Ucrania tenía y tiene para Rusia, en este caso una Rusia que está viviendo un progresivo proceso de empoderamiento y cada vez mayor protagonismo a nivel geopolítico global, y que no iba a permitir de ninguna manera que Ucrania cayera totalmente bajo la influencia de Occidente.
De esta forma, todo el proceso de protestas y ocupaciones públicas promovidas y financiadas por Occidente, que desembocara en el «golpe suave» que derrocó al presidente electo y colocó al frente del gobierno en Kiev a una coalición de factores de derecha y ultra-derecha (nazis) provocó de inmediato la explosión en la escena socio-política de grandes fuerzas centrífugas secesionistas que no reconocieron el gobierno de Kiev y actuaron rápidamente.
El primer paso lo dio Crimea, una República Independiente integrada por convenio a Ucrania, que llamó a su población a un referéndum cuya votación fue masiva y aprobó por mayoría absoluta la independencia, e inmediatamente cortó sus vínculos con Kiev y solicitó su anexión a la Federación Rusa.
Rusia no solo reaccionó favorablemente a este proceso, sino que lo alentó y promovió. Crimea significa para Moscú un punto estatégico-militar muy importante, en primer término porque en su puerto de Sebastopol ancla la flota rusa que por allí tiene una salida al Mediterráneo. Por otra parte, Crimea siempre fue una provincia rusa, una decisión administrativa tomada en los años 80 por la desaparecida Unión Soviética la había asociado a Ucrania. La mayor parte de su población o es rusa o habla el ruso y tiene una cultura rusa.
Occidente, que había provocado el cambio de gobierno en Kiev que aseguraba a la Unión Europea el ingreso de Ucrania a su zona de influencia directa (sobre todo a partir de un tratado económico que Yalukovich no había querido firmar) reaccionó violentamente en contra de lo sucedido con Crimea. Su capacidad real de acción en el caso era muy escasa, no sólo no podía permitirse el riesgo de un enfrentamiento armado directo con Rusia, sino que Moscú tenía y tiene en sus manos poderosas armas económicas que relativizan cualquier reacción de los Estados Unidos o la Unión Europea. En el caso de EEUU, Rusia posee un importante volumen de Bonos del Tesoro en dólares cuya venta puede hacer colapsar el ya tambaleante dólar, además de mantener un importante volumen comercial con el cual puede presionar a Washington. En el caso de la Unión Europea, el 60% del gas que ella utiliza es de origen ruso, así como la existencia de otras dependencias comerciales y económicas con Moscú. Por ello, las «sanciones» que unos y otros han decidido contra Rusia por su papel en Ucrania son poco menos que ridículas, «pour la gálerie» puede decirse. Debe ser la primera vez que se establecen «sanciones económicas» que no afectan al país al que se imponen, sino que limitan los movimientos geográficos en EE.UU. y la UE, así como el movimiento de capitales en esas áreas, a menos de un centenar de personas, o algunas empresas privadas o semi-privadas rusas.
La correlación de fuerzas
Todo esto ha desatado un proceso muy fluido, cuyas características y factores cambian cotidianamente. Al momento de escribir estas líneas, la correlación de fuerzas en Ucrania (por lo menos de las grandes variables) es más o menos como sigue;
1) Los Estados Unidos y la Unión Europea apoyando y promoviendo al gobierno de Kiev y realizando todo tipo de presión internacional para imponer sus intereses.
2) Rusia con Vladimir Putin a la cabeza, colocando toda su influencia política y militar para llegar a una solución negociada en Ucrania que impida su control absoluto por Occidente, desafiando a Occidente, enfrentando al gobierno de Kiev y apoyando los movimientos independentistas.
3) El gobierno de Kiev, que intenta controlar el país a pesar de su gran debilidad y su falta de apoyo popular, compuesto por una coalición de derecha, ultra derecha y grandes magnates locales, y que ni siquiera ha logrado tener el apoyo completo de sus propias fuerzas armadas.
4) Los movimientos independentistas y secesionistas que movilizan milicias armadas y masas de militantes, controlan áreas enteras del país, ocupan edificios públicos, aeropuertos, etc.
5) Los grandes millonarios ucranianos, algunos de ellos apoyando al gobierno de Kiev, otros pro-rusos, otros que apoyan los movimientos independentistas, todos ellos de gran poder e influencia.
Estas son las cinco variables más destacadas, pero dentro del complejo proceso socio político de Ucrania, están además en juego otras múltiples variables económicas, sociales y culturales que forman parte de esta correlación general de fuerzas.
El principal problema es que todas estas variables son independientes, cada una de ellas tiene sus propios objetivos y su propia agenda. Si bien algunos de estos factores pueden solapar sus intenciones en algunas áreas (por ejemplo los EE.UU. la UE y el gobierno de Kiev; o el gobierno de Moscú y los movimientos independentistas) lo cierto es que cada uno tiene intereses y objetivos propios en este proceso. Los objetivos de los EE.UU. (y su grado de independencia-dependencia respecto por ejemplo a Rusia) no son idénticos ni los mismos de la UE. Algo similar sucede con el gobierno de Kiev, que responde a las directivas de EE.UU., la UE y los organismos internacionales (como el FMI) para sobrevivir, pero que en su seno mantiene tendencias con distintos intereses y objetivos finales (los capitales locales, la derecha y la ultra-derecha). Rusia por supuesto, podrá coincidir en algunas cosas con los movimientos independentistas, pero tiene sus intereses particulares y sus propios objetivos en Ucrania, que incluyen su seguridad estratégico-militar, sus intereses económicos y sus intereses políticos en la región. Por ello mantiene posiciones que a veces apoyan a los secesionistas, pero otras veces están en su contra. Lo mismo sucede con los propios movimientos independentistas, que a diferencia de lo que publicita el gobierno de Kiev, que están promovidos y dirigidos desde Moscú (incluida la infiltración en ellos de agentes de inteligencia rusos), tienen también sus propios objetivos y su propia agenda. Por eso cuando Rusia llega a un acuerdo fuera de Ucrania con las otras potencias y el gobierno de Kiev, que implica la entrega de los edificios públicos y dejar las armas por parte de los secesionistas, estos no obedecen a estas directivas, y no solo mantienen armas y edificios en su posesión sino que amplían sus acciones. Finalmente, los grandes magnates ucranianos tienen, cada uno de ellos sus propios intereses, y apoyan o combaten a los demás factores o inciden en el proceso social de acuerdo a sus propias necesidades.
Entonces nos encontramos con una gran cantidad de variables, que actúan en forma independiente y que mantienen entre ellas complejas y cambiantes relaciones e interrelaciones.
El estado caótico
El caso es que así, la sociedad ucraniana representa hoy un ejemplo claro para la aplicación de la Teoría del Caos. Según ésta, cuando un sistema complejo (no lineal) entra en «estado caótico», su proceso interno se vuelve no medible y su desarrollo se transforma en impredecible. En ese estado reina el «efecto mariposa», por el cual una alteración mínima en cualquier variable menor o aparentemente secundaria, es capaz de producir alteraciones totales y completas en todo el sistema. El proceso socio político ucraniano es un sistema complejo, en el que accionan e interaccionan múltiples variables independientes, capaces por sí mismas de generar el efecto mariposa y llevar al sistema a situaciones no posibles de ser predichas por adelantado.
En ese caso, lo único que es posible hacer para intentar abordar lo que sucede, es establecer los límites entre los cuales se moverá el sistema en cuestión, sabiendo que mientras se mantenga en estado caótico no será posible prever los detalles de cómo irá evolucionando el sistema. La Teoría del Caos llama a esos límites entre los cuales se darán todas las variaciones, atractores extraños.
Los escenarios posibles
En los últimos días, el gobierno de Kiev realiza una escalada de ataques militares a las zonas independentistas, con resultados muy confusos. En algunos casos logra ganar algunas posiciones, en otros retrocede, en otros no se sabe bien que sucede. Lo que hay detrás es lo que ya mencionamos, Kiev no controla al total de las fuerzas armadas ucranianas, parte de las cuales no tiene ningún empacho en pasarse al bando «rebelde» y otra parte de las cuales es absolutamente reluctante a combatir en nombre del gobierno central.
En los últimos días, las regiones de Sureste de Donetsk y Lugansk celebraron sendos referéndums con asistencia masiva de sus poblaciones, que decidieron por absolutas mayorías su independencia de Ucrania. Están ya hablando de unirse en una sola república independiente y solicitar su adhesión a la Federación Rusa. El gobierno de Kiev ha condenado los referéndums calificándolos de farsa, los gobiernos occidentales (y toda su prensa corporativa) han rechazado también su validez, su legalidad o su legitimidad. En la realidad todas estas declaraciones, así como las amenazas de más «sanciones» a Rusia se han quedado en una mera expresión de «derecho al pataleo» frente a la realidad de los hechos consumados.
Para tratar de acotar los límites entre los cuales podría moverse este fluido proceso social podemos intentar establecer algunos escenarios posibles, incluyendo algunos poco probables, pero que pudieran concretarse a partir del juego complejo de las variables actuantes.
1) Una posibilidad es la guerra civil. Si el gobierno central de Kiev persiste en la acción militar como forma de controlar el país, las confrontaciones bélicas mínimas producidas hasta ahora podrían generalizarse y llevar a Ucrania a un baño de sangre. En este escenario caben tres alternativas, el gobierno central logra controlar el país, las fuerzas independentistas logran sus objetivos y crean repúblicas independientes que pueden abandonar Ucrania, o se mantiene una situación de impasse, donde no habría ganadores ni perdedores pero si quedaría el saldo de muertos.
2) Otro escenario posible es la balcanización de Ucrania, en forma similar a lo sucedido en la ex Yugoeslavia, el país corre el riesgo de desmembrarse en un archipiélago de micro estados, algunos que dependerán de la Federación Rusa, otros directamente de la Unión Europea, y otros que se mantendrían «independientes»
3) Un tercer escenario sería que se pudiera lograr la propuesta rusa, que se modificaran las leyes básicas del Estado ucraniano y pudiera llegarse a una especie de «Estado Federal» que incluyera a las provincias del Este, a las del Centro y el Oeste, manteniéndose la unidad básica de Ucrania, bajo condiciones de mayor autonomía para las provincias sobre todo aquellas bajo la influencia cultural rusa. Este sería el mejor escenario posible, pero no cuadra demasiado con las necesidades y objetivos de varios de los actores principales (sobre todo los externos).
4) Un cuarto escenario sería la prolongación de este estado de confusión y desintegración que lleva varios meses dándose. Las alternativas que atravesaría la sociedad ucraniana serían cada vez más confirmatorias de la adjetivación de «estado fallido», con la aparición de progresivos sucesos cada vez más caóticos.
También es probable que la complejidad y la riqueza del contexto interno e internacional sea capaz de desarrollar otros escenarios para los cuales no tenemos en el momento elementos que permitan definirlos. Lo cierto es que todo el proceso geopolítico mundial en el cual Ucrania es una pieza más del rompecabezas, está atravesando momentos coyunturales que pueden llevar a los más insólitos sucesos en el futuro próximo.
Fuente: http://barometrointernacional.bligoo.com.ve/miguel-guaglianone-ucrania-el-caos-en-pleno-esplendor