Muerto el rey, ¡viva el rey! Acabada la 7ma edición del Foro Social Mundial (FSM) de Nairobi, ¡viva Africa! Luego de cinco días de intercambios, debates, interculturalidad al por mayor y movilizaciones, se impone la mirada hacia atrás, el balance imprescindible. Si algo planeó durante todo el encuentro altermundialista, fue la coexistencia de varios foros […]
Muerto el rey, ¡viva el rey! Acabada la 7ma edición del Foro Social Mundial (FSM) de Nairobi, ¡viva Africa! Luego de cinco días de intercambios, debates, interculturalidad al por mayor y movilizaciones, se impone la mirada hacia atrás, el balance imprescindible.
Si algo planeó durante todo el encuentro altermundialista, fue la coexistencia de varios foros en uno.
El primero, el de adentro del Estadio Internacional de Deportes Moi, de Kasarani, inmensa mole de 100 mil plazas, creativamente adaptada para albergar a los 50 mil participantes.
Fue el foro de los debates intensos, de los espacios reducidos y la reflexión pausada. La esencia teórica de un encuentro que no defraudó por su riqueza temática. Donde estuvieron presentes no sólo los grandes ejes tradicionales de estos eventos, sino también el componente específico africano. En el cual sobresalieron, por ejemplo: las relaciones Europa-África; la deuda; la fiscalidad internacional; la tierra; el SIDA ; la lucha contra la miseria; y la misma existencia presente y futura del FSM. Un ausente preocupante: los grandes desafíos ecológicos a pesar de la desertificación creciente de África.
Por fuera de las gradas, en el pasillo que rodea a todo el estadio, siempre dentro del recinto, se protagonizó el segundo foro. El de la música, las expresiones culturales, la muestra y venta de productos locales, las manifestaciones internas, el grito y la pasión. Una mezcla de mercado y teatro permanente. Aportó color, calor y vida. Y lanzó la señal -al igual que Mumbai en 2004- de que existen en el planeta otras formas de entender, vivir y exteriorizar la política.
El tercer foro fue el de las grandes carpas, fuera del Estadio y más allá del enrejado. Salvo escasas excepciones -como el espacio de Derechos Humanos- , pagó el precio del gigantismo y lo despoblado. Un elefante desproporcionado. Recintos preparados para recibir 1 mil personas, donde había sólo una centena. El lugar donde se preparó la protesta contra los precios caros de la comida y la inscripción para los locales – que se transformó incluso en mini movilizaciones de peso simbólico.
Era, paradójicamente, el sector de las actividades autodenominadas »co-organizadas», las únicas que en el programa iban acompañadas de nombres propios de personalidades conocidas. No funcionó. Casi no aportó. Con un agravante mayor: era la parte del foro abierto al público, donde cualquier participante, aún sin acreditación, hubiera podido asistir. Era el sector geográfico del Foro de intersección con la sociedad civil de Nairobi.
Insuficientemente presente, no sólo en la marcha de apertura sino en la vida cotidiana del Foro.
Cae el telón, el FSM vivió una edición más. África gozó su foro. El desafío de futuro es claro. Que el tercer foro, el de afuera, el que no funcionó, se convierta pronto en el más importante. Que los movimientos sociales africanos se fortalezcan. Que Nairobi despierte.