Recomiendo:
0

El Frente Amplio, la izquierda uruguaya y una manera de hacer política

Fuentes: Rebelión

Desconocer la realidad de la izquierda y del Uruguay es algo «normal» en la academia del primer mundo. País pequeño y de peso ínfimo, Uruguay supo construir en los últimos treinta años un fuerte movimiento político de izquierda que, ante la caída de los partidos tradicionales, se transformó en la alternativa evidente para millones de […]

Desconocer la realidad de la izquierda y del Uruguay es algo «normal» en la academia del primer mundo. País pequeño y de peso ínfimo, Uruguay supo construir en los últimos treinta años un fuerte movimiento político de izquierda que, ante la caída de los partidos tradicionales, se transformó en la alternativa evidente para millones de uruguayos hundidos en la crisis y en la desesperanza.

Ahora bien, lo que todos en la izquierda hemos aprendido, a fuerza de mucho dolor, es que en Uruguay -y por extensión en América Latina- hacer política es el camino estratégico evidente para triunfar. El largo derrotero de acumulación así lo demuestra.

Y hacer política implica, necesariamente, negociar, dialogar y actuar con los otros, aunque «los otros» no nos gusten o, inclusive, sean responsables de las tragedias que vivimos.

Pero dialogar o negociar no quiere decir claudicar, sino saber operar de manera tal para que los objetivos programáticos no queden como papel mojado. Muchas predicciones se han demostrado equivocadas. Así, por ejemplo, la predicción de Petras acerca de la crisis del gobierno de Kirchner cuando negociara su deuda externa este año fracasó rotundamente, mientras que la propuesta de su gobierno, no sin dificultades, sigue adelante y con un inmenso apoyo popular. La razón es simple: negociar es saber crecer y acumular. La propuesta del «país productivo» promovida por el Frente Amplio no es sólo una consigna de campaña, es el único camino para el despegue y el compromiso no sólo de una «cúpula» sino de miles de frenteamplistas que militan de manera comprometida para que se haga realidad. Y fue esa acción militante la que impidió las privatizaciones en Uruguay, en el referéndum de 1992, donde el gobierno de Luis Alberto Lacalle sufrió una derrota histórica y a principios de este año, cuando con el 62% el Frente Amplio y Tabaré Vázquez frenaron la venta de la petrolera ANCAP.

No es casual la coordinación permanente del Frente Amplio con Brasil y Argentina en el marco del Mercosur y las resoluciones contra el ALCA de sus congresos, a pesar de que algunos no calibran que la propuesta ALCA esta herida de muerte.

El Frente Amplio heredará obligaciones que los gobiernos neo liberales han tomado en los últimos quince años. Uruguay -país pequeño- tiene en su crédito mundial y en el cumplimiento de las obligaciones un factor que ha distorsionado enormemente su economía, pero que a los que quedó atado y debe cumplir, pero dentro de un marco de sensatez y realismo para no frenar el crecimiento productivo. Así, cuando el gobierno del Dr. Jorge Batlle renegoció su deuda privada, fueron Tabaré Vázquez y el Frente Amplio los únicos que se opusieron. La medida no era sensata y amarró al futuro gobierno de una manera políticamente desleal. Esa es la «herencia maldita» y es lo que necesariamente deberemos negociar.

En política hay «gestos» y formas de actuar, se dan señales o se evitan, para tomar posición ante los factores de poder real. No hacerlo sería una torpeza, pero no entenderlo es miopía. Ofrecer cargos a este o a aquel muchas veces es una señal o una manera de operar para acumular fuerzas, a sabiendas de que el oferente seguramente no aceptará.

En el gobierno del Frente Amplio no habrá «medicinas crueles», porque al parecer algunos no saben que no es una construcción de elite arbitraria: Es una inmensa correntada popular que creó su programa y vigila su cumplimiento de forma participativa, tal como sucede en la Intendencia Municipal de Montevideo, gobernada por la izquierda y con la gente desde 1990.

Estos son los hechos. La realidad del Frente y la historia de la izquierda uruguaya enseñan, cuando se conoce, que la democracia participativa y radical está al alcance de la mano, pero los frenteamplistas sabemos que será haciendo política en serio y no con consignas ligeras la manera en que conquistaremos nuestra victoria.

Fernando López D’Alesandro es autor de «Historia de la Izquierda Uruguaya», Anarquistas y Socialistas (1838-1910), La Izquierda durante el Batllismo (1911-1919) y La fundación del Partido Comunista y la división del anarquismo. 1920-1923)