Joao Pedro Stédile cree que el Foro Social Mundial (FSM) debe mantenerse como espacio de debate, pues pretender que en ese ámbito se tomen resoluciones es «una ilusión». Este activista del movimiento campesino brasileño defendió también la realización trienal del encuentro. Miembro del grupo que lanzó en 2001 el FSM en la meridional ciudad brasileña […]
Este economista de 54 años es uno de los coordinadores nacionales del MST, pertinaz defensor de la soberanía alimentaria y del derecho de los trabajadores del campo a producir sus semillas, así como radical opositor de los productos genéticamente modificados y de los monocultivos forestales, especialmente de eucaliptos.
IPS: –¿Usted cree que fue buena idea no hacer un encuentro este año, sino actos locales por todo el mundo? ¿No hay riesgo de dispersión, pérdida de identidad, desmovilización en los próximos años?
Stédile: –Vía Campesina siempre defendió en el Consejo Internacional del FSM que el encuentro mundial debía realizarse cada tres años, para así priorizar actividades locales y regionales. No podemos dispersar recursos y energías. El futuro del movimiento depende de que tengamos espacios donde más gente pueda participar.
–Miembros del Consejo defienden la toma de posiciones políticas por parte del FSM en aquellos asuntos de consenso, considerando que mantenerlo sólo como foro abierto, como quieren otros, le resta movilización. ¿Qué piensa sobre esa disyuntiva?
–El FSM es un espacio de debate, de intercambios, de reflexión. Sería una ilusión o idealismo creer que sea posible tomar allí resoluciones más prácticas o plataformas de más unidad ideológica. Eso podría dispersar energía o quedarnos en pura lucha ideológica.
Nosotros apostamos a que el FSM sea sólo una feria de ideas. Ya es muy importante en este periodo histórico, de merma de la movilización en el mundo, que tengamos espacios de intercambio y discusión para, por lo menos, consolidar visiones comunes contrarias al neoliberalismo y antiimperialistas.
–¿No hay un problema de representatividad en el FSM, incluso de democracia interna, al darle a movimientos sociales que comprenden a millones de activistas en muchos países la misma voz que a organizaciones no gubernamentales locales de pocos miembros?
–No hay problemas ni de representatividad ni de democracia si entendemos al FSM como un espacio, donde todos y todas las participantes están invitadas a expresarse. Es un ámbito de reflexión, no de decisión, de elaboración programática. Por eso no necesitamos de cuidados especiales de delegación de poder o representatividad.
–El dramatismo que ganó la temática del cambio climático ¿no obliga al FSM a modificar sus prioridades, sus temas centrales?
–La principal preocupación nuestra en este momento es mantener la agenda al rededor de la lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo. Y, por supuesto, que la temática climática, las agresiones al ambiente, están directamente involucradas con ese tipo de modelo de desarrollo impulsado por los centros de poder mundial.
Seguramente ese tema tendrá más espacio y preocupación de ahora en delante, hasta porque sus consecuencias sociales y ambientales están más claras que hace tres o cuatro años. Entonces, no es una cuestión de prioridad, sino de enfoque.
–La repercusión del FSM, después del impacto de la novedad de los primeros encuentros, parece haberse reducido. ¿Qué falta para conseguir mayor incidencia del Foro en la política, en la vida de las personas y de las sociedades?
–Lo que se redujo fue el impacto de un encuentro mundial, que tuvo la audacia de contraponerse a Davos (sede habitual del Foro Económico Mundial). Es verdad, ya pasó la fase de la novedad.
En aquel entonces, en 2001 (cuando se inauguró este encuentro mundial de la sociedad civil), nadie lograba tener influencias en los medios de comunicación (si el discurso era) contra el neoliberalismo.
Así, el FSM sirvió también para romper la hegemonía ideológica en los medios de total aprobación al neoliberalismo. Pero, ahora, necesitamos generar espacios de debate, más cercanos de los movimientos, de la gente, de los centros de estudios, de las universidades.
— Más allá de su continuidad y fortalecimiento, ¿cuáles son los logros del FSM? ¿Ha influido en algo para modificar el modelo de la globalización?
–Creo que el principal logro es haber aglutinado a intelectuales y a dirigentes sociales de todo el mundo para reflexionar sobre los límites y las consecuencias del modelo neoliberal e imperial. Recuerde que hasta un amplio sector de la izquierda, sobretodo de de partidos, adhirió a ciertas tesis neoliberales y otros se callaron.
En Europa, y también en América Latina, gobiernos de partidos llamados socialistas aplicaron programas neoliberales al servicio del capital internacional y financiero. Entonces, fue muy importante que hayamos logrado abrir un espacio antineoliberal y poder reflexionar para que los movimientos sociales pudieran salir de la confusión ideológica.
–¿Cuáles cree usted que son los límites del FSM? ¿Hasta dónde puede llegar su aporte al cambio social que se propone?
–Los límites del FSM son claros. No puede tener la pretensión de querer ser una internacional de trabajadores, porque no lo es, ni tampoco ser el comité central que define líneas políticas para todos los demás.
Pero el reto es que nosotros, los movimientos sociales, y todas las distintas formas de organización popular debemos aprovechar esta instancia para articular acciones de masa. Creo que es más que necesario que los sectores que tienen base social e influencia en la sociedad pasen para una nueva etapa que es, hacer acciones de masa, conjuntas, a nivel mundial.
La unidad ideológica que tenemos es pequeña, pero importantísima. Estamos todos contra el imperialismo, la guerra y el neoliberalismo, entonces al rededor de esa unidad mínima debemos planificar acciones contra las firmas transnacionales y los organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los tratados de libre comercio.
Las manifestaciones callejeras fueron y son importantes como instrumentos de propaganda de ideas, pero son insuficientes para frenar al neoliberalismo. Es necesario ahora avanzar para concretar acciones comunes contra los enemigos comunes.
–Las investigaciones sobre el perfil de los participantes muestran que el FSM convoca principalmente a una elite intelectual, una mayoría de universitarios y personas de capas medias. ¿Eso no contradice los ideales de inclusión social y de cambiar el mundo?
–Es natural que sea así. Cuando se analiza el FSM como un encuentro mundial para debatir ideas. Por lo tanto necesita de recursos económicos y de cierta formación intelectual. Por eso es que defendemos reducir ese tipo de actividades y priorizar las locales y regionales.