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El Gobierno de Myanmar levanta la censura a la prensa

Fuentes: Agencias

Myanmar levantó el lunes la censura directa a la prensa, en la última de una serie de drásticas reformas políticas y económicas llevada a cabo por un régimen prácticamente civil, pero los periodistas encaran otras restricciones importantes, como la prohibición a la existencia de diarios privados y una persuasiva cultura de autocensura. Según las nuevas […]

Myanmar levantó el lunes la censura directa a la prensa, en la última de una serie de drásticas reformas políticas y económicas llevada a cabo por un régimen prácticamente civil, pero los periodistas encaran otras restricciones importantes, como la prohibición a la existencia de diarios privados y una persuasiva cultura de autocensura.

Según las nuevas normas, los periodistas ya no tendrán que remitir sus informaciones a los censores estatales antes de la publicación, poniendo fin a una práctica aplicada estrictamente durante casi medio siglo por el gobierno militar que concluyó en marzo del año pasado.

«Se trata de un paso en la dirección correcta y un buen acercamiento, pero seguirá habiendo dudas sobre la libertad de prensa», dijo Aung Thu Nyein, adjunto en el Instituto de Desarrollo de Vahu, un grupo de expertos con sede en Tailandia.

«Podemos esperar que el Gobierno intente mantener algo de control, probablemente usando la seguridad nacional para mantener controlados a los medios», añadió.

Los censores de la Junta, una de las más represivas de Asia, no sólo mantuvieron un control estricto sobre los medios, sino que supervisaban cada canción, viñeta, libro y obra de arte en busca de contenido subversivo.

Los cambios han sido rápidos desde junio del año pasado, cuando el Ministerio de Información decidió permitir a aproximadamente la mitad de los semanarios y revistas mensuales en manos privadas publicar sin remitir las pruebas de página sin enviarlas antes a los censores.

El lunes, las autoridades extendieron esa libertad a las restantes 80 publicaciones políticas y seis religiosas, dijo Tint Swe, director del comité de censura de la prensa en el Ministerio de Información.

En el último año, Myanmar, conocida antes como Birmania, ha introducido en la ex colonia británica reformas consideradas históricas desde un golpe militar en 1962. Un gobierno semicivil, repleto de ex generales, ha permitido la celebración de elecciones, levantado algunas reglas sobre protestas y liberado disidentes, entre otros cambios.

Los periódicos han ido probando ya esos límites, colocando a menudo a la líder de la oposición Aung San Suu Kyi en portada y dando cobertura a los críticos con el Gobierno. Los directores dicen que eso era impensable antes.

SIGUEN LAS RESTRICCIONES

Pero aunque las autoridades ya no cuenten con los mismos medios controlados estrictamente, que situaron al país en el puesto 169 de 179 naciones del índice de libertad de prensa por Reporteros sin Fronteras el año pasado, sigue habiendo importantes restricciones.

Los diarios gestionados de forma privada aún no están permitidos, lo que deja el monopolio a periódicos dirigidos por el Estado que han cambiado poco en estilo o sustancia desde que los militares tenían el control.

Preguntado por la posibilidad de que empiecen a funcionar diarios en manos privadas, Tint Swe dijo: «Podemos decir que está más cerca. Sólo puede producirse tras promulgar la necesaria legislación de medios».

Entre las leyes orwellianas que persisten figura la ley de transacciones electrónicas, promulgada en abril de 2004. Dice que «quien reciba o envíe o distribuya información relativa a secretos de la seguridad del Estado» puede afrontar hasta 15 años de cárcel.

Con la ley en vigor, los medios optarán probablemente por escoger sus palabras con cuidado, adoptando el tipo de autocensura que impera en otras partes del sudeste de Asia.

Zaw Htike, periodista veterano y secretario de la red de periodistas de Myanmar, que tiene 200 miembros, tenía un punto de vista parecido, y añadió que los periodistas tendrían que asumir ahora la responsabilidad de lo que escriben.

«Creo que también hemos de promover un código ético entre periodistas», añadió.