«Es América Latina la región de las venas abiertas. Desde el «descubrimiento» hasta nuestros días, todo se ha trasmutado en capital europeo, o más tarde norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. (…). Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria […]
«Es América Latina la región de las venas abiertas. Desde el «descubrimiento» hasta nuestros días, todo se ha trasmutado en capital europeo, o más tarde norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. (…). Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos; la historia del subdesarrollo de América Latina, integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos», decía Eduardo Galeano en 1971, en su obra «Las venas abiertas de América Latina», premiada por la Casa de las Américas.
El legado de 2005: las venas, abiertas, continúan sangrado…
Más de treinta años después, la situación si en algo ha cambiado, ha sido para peor. Sirva sólo un ejemplo para demostrarlo: entre 1503 y 1660, llegaron a Europa, procedente de América Latina y el Caribe, 185 mil quilos de oro y 16 millones de quilos de plata. La plata partía fundamentalmente del Cerro de Potosí, que llegó a convertirse en el «centro de la vida colonial americana», una de las más esplendorosas regiones de la época. Hoy, en Potosí, que produjo además «ocho millones de cadáveres» de indígenas, «se vive de los escombros», y Bolivia constituye uno de los países más pobres de América Latina y del mundo.
Así, según datos del «Informe de Desarrollo Humano 2005» (IDH 2005), el PIB de la nación andina, de 22,8 miles de millones de USD -expresado en términos de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA)- representa el 0,57% del de toda el área latinoamericana y caribeña, el 2,3% del de Canadá y el 0,21% del de los EEUU. A su vez, los ingresos promedios per cápita, resultan 15 veces inferiores a los de este último país, y 12 a los de Canadá y los países miembros de la OCDE[1].
Como ha dicho un colega «Suena exagerado, pero la pobreza hizo de Bolivia un pedazo de África enclavado en el Altiplano, aunque con mejores esperanzas que Haití, donde ya prácticamente se llevaron todo, hasta los árboles. Bolivia, en cambio, aún tiene hidrocarburos, o sea, gas y petróleo», y donde «afirmar que existen formas de esclavitud suena todavía más exagerado. Las redes de radios católicas Fides y Erbol transmiten rutinariamente avisos de la UNESCO contra el «trato de personas», es decir, tráfico de seres humanos, o sea, esclavos, principalmente mujeres menores en cautiverio sexual. Los testimonios de las niñas son atroces, denigrantes, desgarradores… Un enorme drama en un aviso de un par de minutos. En las haciendas de Santa Cruz, la provincia dominada por grandes terratenientes blancos, existen «relaciones laborales» bajo nuevas formas de esclavitud. En el Beni, los señores feudales campean en pueblos guaraníes como Araona, Baure, Chimán, Ese Ejja, Itonama, Leco, Mosetén, Movima, Moxeño, Nahua, Pacahuara, Tacana y Yuminahua cuyos habitantes recolectan castañas en condición de esclavos».
Y es que las venas latinoamericanas y caribeñas continúan abiertas y sangrando… De acuerdo al propio IDH 2005, el «Informe del Proyecto Milenio»[2], y los de la CEPAL y de la Organización Panamericana de la Salud, elaborados en 2005 con vistas a la «Cumbre del Milenio + 5″, entre otros documentos, no existen dudas de que América Latina inició el presente siglo «en medio de evidentes contrastes, emergiendo de una década de luces y sombras», como resultado del conjunto de reformas neoliberales implementado entre las décadas de los 80 y 90.
Reformas dirigidas a la apertura comercial; la liberalización de los mercados financieros nacionales en búsqueda de la estabilización monetaria; la libre entrada de flujos de capitales desde el exterior; la desregulación; la privatización en gran escala; las transformaciones en el sistema tributario; la reestructuración de los aparatos estatales y la total libertad para las fuerzas del mercado. Resultados que, condicionados precisamente por el carácter depredador de esas reformas, no se correspondieron con las muy esperadas expectativas: las de que el crecimiento económico, conduciría casi de forma automática al desarrollo y al progreso social. Y es que, en definitiva, lo primero no se produjo, y mucho menos lo segundo.
En consecuencia, en el área ha persistido la gran divergencia existente desde inicios de la década de los años 70 en lo que respecta a productos por habitante entre la región y el mundo desarrollado, calificado en el informe CEPAL como la «mayor frustración». De manera general el crecimiento ha sido magro y significativamente inestable. La recuperación que tuvo lugar del 2003 -1,5%- al 2004 -5,5%-, aunque favorable, no revirtió la situación, todo lo contrario, tendió a agravarla en aquellos grupos más vulnerables de la población.
Asimismo, de acuerdo a los datos que aporta el IDH 2005, el PIB de toda la región latinoamericana y caribeña -33 países-, alcanza la cifra de 3 947 -Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) en miles de millones USD-, lo que representa sólo el 7,72% del PIB mundial -51 150,6-, que resulta casi 13 veces por encima. Pero además, constituye el 36% del de los EEUU, y el 14% del de los 24 países de ingresos altos miembros de la OCDE.
A su vez, el PIB per cápita de toda el área, es cinco veces inferior al de los Estados Unidos y 4 al de Canadá y al de los mencionados países de la OCDE.
Conjuntamente, el crecimiento de la Inversión Extranjera Directa (IED), que representó el segundo más importante del geopolítico Sur, con un 44,0% respecto al 2004, no se tradujo en mejoras sustanciales para la población de la región: Brasil y México fueron los más beneficiados con un 52% del total, y se encuentran a su vez entre los de mayor desigualdad social.
Asimismo, la región presenta una alta heterogeneidad productiva significativamente superior al de otras áreas geopolíticas, lo que atenta contra la eficiencia del propio esquema. Así, coexisten tres amplios segmentos de producción: grandes empresas, pequeñas y medianas empresas (PYMEs), y microempresas informales que avanzan todas a distintas velocidades con una «dinámica relativa socialmente perversa», lo que ha contribuido a un significativo aumento del desempleo: del 6,9% a inicios de la década de los 90, al 10% en 2004.
También, ha aumentado la informalidad y precariedad de las ofertas en materia de ocupación: durante la década de los 90, el 70% del crecimiento de este indicador se produjo en los sectores informales. A su vez, el 63% de los empleados(as) en el 40% de las familias más pobres de la región laboraban en los mencionados sectores y dedicaban el total de sus ingresos a la subsistencia. Como consecuencia directa, y en relación a su vez con la mayor flexibilidad de los mercados de trabajo -producto de las reformas y su apertura, que generó cambios en la lógica de la protección laboral-, se ha producido una notable disminución del número de personas cubiertas por la Seguridad Social.
A su vez, se han acentuado las disparidades en lo relativo a la distribución del ingreso, lo que si bien constituye una tendencia mundial que afecta a la mayor parte de los países del geopolítico «Sur», en Latinoamérica alcanza su mayor grado de presencia: así se considera que esta sub-región califica hoy como la más inequitativa del mundo. En consecuencia, a pesar de que de manera global la tasa de indigencia transitó de 22,5% en 1990 a 18,1% en el año 2000 -pasando por 19,0% en 1997- ésta, junto a la pobreza, ha aumentado prácticamente en todos los países del área.
Como resultado, de acuerdo con un estudio del Banco Mundial, también fechado en 2005, hoy la población latinoamericana y caribeña se encuentra inmersa en una gran incertidumbre, y seriamente amenazada por el deterioro galopante de la calidad de vida y el bienestar: el 10% más rico de esta población recibe entre el 40% y 47% del ingreso total, mientras el 20% más pobre obtiene sólo entre 2 y 4%.
Conjuntamente, 96 millones de personas, el 18,6% del la población total de América Latina se encuentra en situación de «pobreza extrema»-empobrecimento extremo inducido por el «Norte» rico y depredador-. De ellos cerca de 52 millones se ubican en zonas urbanas, donde constituyen el 13%. A su vez, casi 45 millones residen en las áreas rurales -para un 37% de presencia- lo que indica una mayor incidencia del flagelo en esas últimas, toda vez que, como se conoce, alrededor del 75% de los habitantes del continente reside en medios urbanos.
No obstante a lo anterior, el «Informe del Proyecto Milenio» consideró que la región latinoamericana y caribeña se encuentra «en buen camino» para lograr algunos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Así, estimando en 49 millones las personas en estado de desnutrición, considera que de mantenerse las tendencias actuales, esta cifra podría disminuir hasta 38 millones en 2015. A su vez, la mortalidad infantil, que en 2005 afectó alrededor de 300 000 niños y niñas menores de 5 años, pudiera descender hasta 100 000. De igual modo, los 49 millones que hoy carecen de agua potable, decrecerían hasta 16.
Sin embargo, no ocurre lo mismo respecto a otros indicadores: en el caso en que persistiera la misma situación, 2,3 millones de personas habrán contraído el VIH en el 2010, cifra que, según cálculos, podría disminuir hasta 700 000, de «asumirse mayor acción» respecto a la pandemia. Conjuntamente, 107 millones de seres humanos continuarían viviendo en condiciones de insalubridad -de los 128 millones que hoy sufren este mal-, número que en la fecha fijada -alcanzados los ODM- descendería hasta…, 103 millones, sólo un 20%.
Asimismo, estimados de 2001 aseguraban que son también 128 millones de personas de toda la región, las que mal habitaban en los llamados «barrios tugurios«. De mantenerse las tendencias de hoy, este número crecería en 45 millones -para llegar a 173-; si se lograran los ODMs, podría descender en un modestísimo 9%.
Un panorama que se agudiza con otro inmoral flagelo: la ilegítima deuda externa que enfrenta la región, que crece a ritmos prácticamente incontrolables, y que se ha elevado 145 veces desde 1959 -cuando alcanzaba valores de 5 000 millones de dólares-, a la fecha, cuando llega a los 723 000 millones.
La Cumbre de 2005 del Grupo de los 8 y la región América Latina/Caribe
En este contexto, el Grupo de los 8 en su Cumbre de julio de 2005 –celebrada en Gleneagles, Escocia-, bajo la presidencia del primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, decidió condonar la deuda multilateral de los 18 países más pobres del mundo.
Una decisión fundamentada, según el discurso oficial, en la búsqueda de una estrategia para las muy discutibles intenciones de este selecto grupo de países, de luchar contra el flagelo de la «pobreza» -empobrecimiento-; y que en realidad tiene su génesis, entre otras -¿humanitarias?- razones, en la «profunda relación que existe entre la reducción de la pobreza y la seguridad mundial», lo cual ha sido reconocido de forma explícita en el informe «Un mundo más seguro, responsabilidad compartida» –diciembre de 2004-, del «Grupo de Alto Nivel sobre las Amenazas, los Desafíos y el Cambio» de las Naciones Unidas y en el propio «Informe Sachs».
Se trata de que, según estos expertos, el subdesarrollo extremo -entiéndase empobrecimiento extremo- al que ha sido conducida la mayor parte de los países del mal llamado «Tercer Mundo», constituye una de las causas fundamentales en la generación de los conflictos sociales, la inestabilidad, la violencia, las guerras y hasta el terrorismo, entre otros abominables flagelos; opinión con la cual coinciden varios líderes mundiales, entre ellos, algunos dando muestras de la gran dosis de cinismo que les caracteriza, como George W. Bush y Tony Blair.
Como resultado de la controvertida decisión, fueron ¿favorecidos? cuatro países del área latinoamericana y caribeña, Bolivia, Nicaragua, Honduras y Guyana.
Decisión además que recibió fuertes críticas por las objetables condiciones que impuso a los deudores, supuestamente beneficiarios, a los que exige, «instituciones políticas sanas, estabilidad macroeconómica, transparencia fiscal y eliminación de impedimentos para la inversión privada».
Y es que, si bien es cierto que las tres primeras pueden ser beneficiosas para estas naciones, aunque por supuesto, no desde la democracia liberal sobre cuya base se sustenta la propuesta, como es el caso; la última ha sido catalogada por expertos, tan o más perjudicial que la propia deuda externa, toda vez que significa la potenciación del «libre comercio», o lo que es lo mismo, la apertura, sin restricciones, al capital privado -básicamente foráneo-, con el gran peligro que esto supone para esas debilitadas economías.
Por otra parte, para calificar como país merecedor de la «dádiva», los aspirantes deben cumplir por un período de 3 años con determinadas condiciones gravadas por el FMI y el BM, los conocidos «ajustes estructurales», momento en el cual, luego de una evaluación de los resultados, se acuerda un «alivio» de deuda. Operación que se repite nuevamente, y en las mismas condiciones al cabo de tres 3 años, momento en el que, de haberse cumplido con los parámetros exigidos, se produce otro «alivio», hasta que el país en cuestión demuestre encontrarse apto para recibir la condonación total.
En ese contexto, llama la atención el hecho de que, siendo Haití el Estado con mayor incidencia de empobrecimiento extremo y de indigencia no sólo del Caribe, sino de toda la región y uno de los casos más dramáticos en el mundo, no calificó para ser seleccionado como uno de los favorecidos en la decisión. Tómese en consideración además, que, según la clasificación que aporta el «Informe de Desarrollo Humano 2004» del PNUD, es esta la única nación del área latinoamericana y caribeña dentro del grupo de los Países Menos Adelantados del Mundo (PMA).
A su vez, de acuerdo al IDH 2005, el PIB haitiano, de 14,7 miles de millones de USD -PPA en dólares estadounidenses-, constituye sólo el 0,37% del de América Latina y el Caribe, y el 0,13% del de los EEUU. De igual modo, el PIB per cápita imperial supera en 22 veces al de la muy empobrecida nación caribeña, mientras que el de los países OCDE lo hace en 17 veces.
Como dato de interés vale añadir que el PIB de la otrora colonia francesa, constituye hoy, sólo un 0,86% del de la ex metrópoli, mientras que el PIB per cápita de esa rica nación, resulta 16 veces superior al del saqueado país caribeño.
Contradictoriamente, en una muestra más de la «anti-lógica imperial», las razones que se expusieron para dicha exclusión giraron alrededor de la compleja situación de inestabilidad político-social que ha caracterizado a la nación caribeña en los últimos tiempos. Una situación básicamente provocada por los sucios manejos e ingerencia del imperialismo norteamericano y sus acólitos, como ha sido denunciado de forma reiterada por una gran parte del mundo; y cuyos dramáticos efectos, por el contrario, le han convertido en uno de los más notorios candidatos para recibir la atención especial de los organismos e instituciones internacionales, en pos de mitigar el terrible drama que sufre ese altamente maltratado pueblo.
Todo lo cual demuestra lo discutible de la muy anunciada ayuda para éstos, los más empobrecidos países del mundo, para los cuales la propuesta no llega a acercarse siquiera a una salida objetiva, constructiva y real al lacerante problema que enfrentan de manera creciente; porque… ¿cuán verdadera puede ser una cooperación destinada a la lucha contra el empobrecimiento, la indigencia, el analfabetismo, la insalubridad, la exclusión, etcétera, etcétera, etcétera, que exija como premisa no sólo mantener, sino incluso fortalecer los principales detonadores de esos flagelos?
Entiéndase, elaborados sistemas de reformas con énfasis en procesos de privatizaciones rápidos e incontrolados, a espaldas de las deplorables consecuencias que tales prácticas han generado, y generan aún en el propio continente latinoamericano y la región caribeña, al igual que en todo el mundo. Única forma además que prevé el contradictorio proyecto para garantizar la entrada del tan necesario flujo de capitales en una estrategia coherente dirigida a la búsqueda del verdadero despegue económico y el desarrollo social.
Ante el fracaso del ALCA, la ofensiva imperial no se detuvo en 2005…
Peligros a los que en América Latina y el Caribe se añaden las intenciones imperiales de lograr el control absoluto del área, muy bien expresadas en el diabólico engendro conocido como el ALCA, «la expresión más acabada de los apetitos de dominación sobre la región y que, de entrar en vigor, constituiría una profundización del neoliberalismo y crearía niveles de dependencia y subordinación sin precedentes», según se expresa en la Declaración Conjunta firmada por los presidentes de la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela el 14 de diciembre de 2004, en ocasión de la concreción del Acuerdo de la aplicación de la «Alternativa Bolivariana para las Américas» (ALBA)[3].
Un proyecto, que, de acuerdo a dicha Declaración, «lejos de responder a los objetivos de desarrollo independiente y complementariedad económica regional, ha servido como un mecanismo para profundizar la dependencia y la dominación externa», creando «las bases que distinguen el panorama de subordinación y retraso que hoy sufre nuestra región», lo cual, consolidando el «panorama descrito», conduce sólo a la «desunión aún mayor de los países latinoamericanos, a mayor pobreza y desesperación de los sectores mayoritarios de nuestros países, a la desnacionalización de las economías de la región y a una subordinación absoluta a los dictados desde el exterior».
Frustrados los intentos y múltiples presiones para la firma del ALCA, los EEUU parecen haber abandonado por el momento la estrategia de la «ofensiva de bloque» para la firma de los TLC y se han lanzado a lograr los llamados «alquitas»: acuerdos bilaterales -con determinados países-, y multilaterales -con sub regiones-.
En consecuencia, el 2005, no sin grandes protestas, vio agregar al NAFTA -México + Canadá + EEUU, 1994- y al Acuerdo bilateral con Chile -2004-, el conocido como CAFTA + República Dominicana, firmado entre el Imperio y cinco países centroamericanos: El Salvador, Guatemala, Hondura, Panamá y Costa Rica, aunque en este último caso se encuentra todavía en fase de negociación.
Conjuntamente, también durante 2005, en un intento además por socavar otros proyectos de integración que existen en el área, exacerbando eventuales contradicciones entre sus miembros, los EEUU fortalecieron sus presiones para lograr la firma de acuerdos bilaterales con determinados países, independientemente de su afiliación o no alguno de estos bloques.
Es el caso, por ejemplo de las acciones emprendidas con tres de los Estados integrantes de la Comunidad Andina de Naciones, (CAN), Ecuador, Perú y Colombia, dirigidas a ese fin. Y es que la CAN ha logrado convertirse en un espacio en el cual, según declaraciones de la Presidenta Ejecutiva de la Cámara Colombo-Venezolana, en su intervención ante la XXVI Asamblea Anual de Afiliados del pasado 6 de diciembre, «se ha logrado conformar un mercado de 7 700 millones de dólares, principalmente de productos manufacturados, donde Colombia es el principal vendedor -al realizar el 55% de las exportaciones- y Venezuela el mayor comprador -con cerca del 40% de las importaciones-, por lo cual los dos países realizan la tercera parte del intercambio». Asimismo, de acuerdo con la Secretaría General del bloque, en 2005, éste alcanzó, por segundo año consecutivo, el mayor registro histórico en el comercio intracomunitario, con un intercambio que se situó en los 8,922 millones de dólares -21% más respecto a 2004-.
En ese contexto, expertos aseguran que el proyecto «corre el riesgo de fracturarse sin remedio», si se concreta la firma un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, por cuanto, un «acuerdo comercial de ese tipo saturaría los mercados de la CAN con producción subsidiada norteamericana y pondría fin a los privilegios de los que gozan los productores andinos». No obstante, el pasado 27 de febrero el presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, firmó el TLC en un acto que calificó como «positivo» e «histórico», y que se encuentra aún pendiente de ratificación por el Congreso y la Corte institucional.
Estrategia que se repite en el caso del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), donde con su pérfida habilidad, los EEUU han sabido aprovechar determinadas desavenencias internas para lograr un acercamiento, sobre todo con los Estados más pequeños, Uruguay y Paraguay, y la posible firma de un TLC -recuérdese que con Chile, nación asociada, éste fue firmado en 2004-.
Acciones muy a la usanza de la retorcida política imperial, que pudieran constituir un golpe mortal al bloque del sur americano al pretender ignorar el hecho de que, según el artículo 8 del Protocolo de Ouro Preto (POP) -de 17 de diciembre de 1994-, estas decisiones no pueden ser tomadas de forma unilateral por ningún Estado miembro del bloque, a cuyo Consejo corresponde «negociar y firmar acuerdos en nombre del MERCOSUR con terceros países, grupos de países y organismos internacionales».
Sin embargo, como parte de estos morbosos entramados, en mayo de 2005, el Gobierno de los EEUU logró que el Parlamento paraguayo aprobara una Ley de completa inmunidad para las tropas norteamericanas que ingresen en su territorio, la cual exonera a la soldadesca yanqui de cualquier responsabilidad judicial por eventuales daños ocasionados durantes sus actividades o estadía. En consecuencia, poco tiempo después, unos 500 militares estadounidenses se instalaron en el país hasta fines de 2006, con el pretexto de realizar ejercicios y supuestas acciones sanitarias en la zona.
En resumen, una de las tantas maniobras imperiales para continuar la bochornosa página de ingerencia y saqueo que hace ya varios siglos comenzara en el que por esa misma causa, con la estrecha colaboración de la Europa rica y depredadora, hoy se conoce como el «Sur» geopolítico. Un espacio sobre cuyas espaldas descansan las florecientes -y también eternamente manchadas de sangre y lágrimas-, economías del llamado Primer Mundo, el «Norte, revuelto y brutal que nos desprecia».
Pero, afortunadamente, el 2005 legó también…
Entre otros logros, una recién nacida ALBA, la mencionada ampliación y modificación del «Convenio Integral de Cooperación entre Cuba y Venezuela, suscrito en fecha 30 de octubre del año 2000″, ratificada al término de 2004, en ocasión de celebrarse el 180 aniversario de la gloriosa victoria de Ayacucho y de la Convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá (…), al cumplirse en esta fecha 10 años del encuentro del Presidente Hugo Chávez con el pueblo cubano».
Acuerdo, cuyo «principio cardinal», lo constituye la «solidaridad más amplia entre los pueblos de la América Latina y el Caribe, que se sustenta en el pensamiento de Bolívar, Martí, Sucre, O’Higgins, San Martín, Hidalgo, Petion, Morazán, Sandino y tantos otros próceres, sin nacionalismos egoístas ni políticas nacionales restrictivas que nieguen el objetivo de construir una Patria Grande en la América Latina, según la soñaron los héroes de nuestras luchas emancipadoras», conforme a lo explícitamente formulado en la citada Declaración.
La «enorme satisfacción», según palabras del líder de la Revolución cubana, de graduar 1 610 nuevos médicos en Cuba, esencialmente dirigidos hacia «Nuestra América»: 495 de América del Sur; 771 de Centroamérica; 343 del Caribe, y 1 de Estados Unidos, en la primera graduación de la Escuela Latinoamericana de Medicina.
Una escuela que hoy cuenta con una matrícula de 12 mil estudiantes, procedentes de 83 países: 5 500 de América del Sur; 3 244 de Centroamérica; 489 de México y Norteamérica -incluyendo 65 jóvenes de Estados Unidos y 2 de Puerto Rico-; 1 039 del Caribe; 777 del África Subsahariana; 42 de África del Norte y Medio Oriente; 61 de Asia y 2 de Europa.
Una llamada Cumbre de las Américas, donde a pesar de la arrogante posición del Imperio, obligado a salir por la puerta trasera, la potente voz de lo más genuino de «Nuestra América», se hizo escuchar con dignidad y valentía…
La contundente victoria del Movimiento Al Socialismo en Bolivia, y el ascenso al poder del primer Presidente indígena en la historia de ese país; un inobjetable triunfo que representa además la fuerza de los pueblos originarios del continente, y de los aires de dignidad que lo recorren…
En fin, legó también un mensaje: y es el de que la idea, muchas veces repetida, de que «Otro mundo mejor es posible», más que un bello, deseado y sobre todo, necesario sueño, puede convertirse en una extraordinaria realidad…
Ciudad de la Habana, 28 de febrero de 2006
«Año de la Revolución Energética en Cuba»
[1] La OCDE se encuentra integrada por 30 países que sustentan su estrategia de crecimiento en «modelos de mercado, democracia y libre comercio»: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, República Checa, República Democrática de Corea, Dinamarca, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Islandia, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Nueva Zelanda, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza, y Turquía. A excepción de Eslovaquia, República Checa, Hungría, México, Polonia y Turquía, el resto, 24 naciones, conforman el grupo de Países OCDE con ingresos altos., las economías más desarrolladas del mundo.
[2] Redactado por un equipo multidisciplinario de más de 200 especialistas, bajo la dirección del Premio Nobel en Economía, Director del Proyecto y Consejero Especial del Secretario General para los Objetivos de Desarrollo del Milenio, Jeffrey Sachs; autoría por el cual también se le conoce como «Informe Sachs».
[3] Propuesta por el Presidente Hugo Chávez Frías en ocasión de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, celebrada en la isla de Margarita en diciembre del 2001.
Gloria Teresita Almaguer es Investigadora del Centro de Estudios Europeos de La Habana.