En 1991 la disolución de la URSS hizo de los Estados Unidos la única superpotencia mundial, dándole la oportunidad de establecer el nuevo orden internacional de una Pax americana. El mundo multipolar del período 1870-1945, caracterizado por la lucha por el reparto del globo entre un puñado de grandes potencias europeas y extraeuropeas, había sido […]
En 1991 la disolución de la URSS hizo de los Estados Unidos la única superpotencia mundial, dándole la oportunidad de establecer el nuevo orden internacional de una Pax americana.
El mundo multipolar del período 1870-1945, caracterizado por la lucha por el reparto del globo entre un puñado de grandes potencias europeas y extraeuropeas, había sido inseguro al desencadenar dos guerras mundiales (1914-18 y 1939-45), y también lo había sido el mundo bipolar del período 1945-1991, cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética protagonizaron un conflicto que casí les abocó a una Tercera Guerra Mundial de carácter nuclear y que conocimos como Guerra Fría. Finalmente, la existencia de una sola superpotencia sin rival equiparable, a partir de 1991, podía inducir a pensar que, aún teniendo que soportar la servidumbre propia de una situación de poder universal de una única superpotencia, el mundo unipolar liberado de la lucha por el dominio mundial entre potencias y superpotencias sería, al menos, más seguro.
¿Ha conocido, entonces, el mundo un período de mayor tranquilidad y seguridad bajo la égida del poder unipolar de los Estados Unidos? ¿Se ha establecido en el mundo una auténtica Pax americana reconocida sino con agradecimiento sí, por lo menos, con alivio tras los temores que durante la Guerra Fría suscitó el riesgo de un apocalipsis nuclear?
A mi juicio la respuesta es negativa. El mundo unipolar de la Pax americana, del que según entiendo estamos saliendo -su vigencia estrictamente hablando abarcaría el período 1991- 2008-, no ha sido, no es, cuando ya el mundo empieza a ser de nuevo multipolar, ni tranquilizador, ni seguro, ni pacífico.
En realidad, en los años que van de 1991 a 2008 -presidencias de G. Bush (padre), W. Clinton y G. Bush (hijo)-, los Estados Unidos con el objeto de imponer sus intereses económicos y políticos ha hecho un uso desmedido y abusivo de su poder militar. La Pax americana, como era lógico suponer, no podía ser sino la expresión del único imperialismo finalmente triunfante del sistema mundo capitalista. De ahí las guerras, los chantajes, las presiones a las que ha sometido al mundo en el período, más corto de lo previsto, de su indiscutible hegemonía global.
Quién pensara, ingenuamente, que el mundo unipolar de la Pax americana podía ser más seguro y pacífico porque los Estados Unidos tenían la posibilidad de forzar el arreglo de viejos problemas, de viejas injusticias, como el interminable conflicto de Oriente Medio cuya principal víctima es el pueblo palestino, se equivocaban de medio a medio. Desgraciadamente, la política mundial de los Estados Unidos ha estado guiada por dos intereses estratégicos altamente peligrosos: el control del petróleo y la neutralización de viejas o nuevas potencias rivales, como Rusia y China, capaces de poner en peligro su recién estrenada hegemonía mundial.
Esa ha sido la razón -el pretexto muchas veces ha sido el terrorismo-, de las guerras, Irak primera y segunda guerra, Yugoslavia, Afganistán, y de las tensiones y conflictos en los que directamente, Irán, o indirectamente, el Cáucaso, se ha visto implicada la superpotencia.
Por lo demás y por lo que se refiere a sus aliados occidentales, Europa y Japón básicamente, la principal diferencia durante el tiempo que ha durado el mundo unipolar de la Pax americana ha sido el trato dispensado por la administración demócrata de W. Clinton y el desarrollado por las administración republicana de G. Bush (hijo). Clinton guardó mucho más las formas con Europa y Japón, y mostró más consideración con la ONU, creación de la política demócrata estadounidense de la Segunda Guerra Mundial, y con la OTAN, criatura americana de la Guerra Fría; G. Bush (hijo) o, más bien su vicepresidente R. Cheney y los halcones neoconservadores que intentaron llevar adelante, a sangre y fuego, el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, en inglés PNAC (Proyect for the New American Century), creyeron que el poder militar americano les permitiría actuar sin contar con sus aliados y con desprecio de la ONU e, inicialmente, hasta de la propia OTAN. En definitiva, mientras que Clinton e incluso Bush (padre) practicaron una unipolaridad multilateral en la que Estados Unidos se ofrecía como primus inter pares (el primero entre iguales) a sus aliados europeos, Bush (hijo) y Cheney ejecutaron una soberbia política de unipolaridad unilateral, queriendo dejar claro que los Estados Unidos eran, realmente, la única superpotencia mundial y actuarían para proteger sus intereses como mejor les pareciera, gustase o no gustase, caso de la segunda guerra de Irak, a algunos de sus aliados europeos.
En fin, lo que la realidad ha demostrado es que la bélica Pax americana sufría, además, de un grave error de cálculo. Los gobernantes estadounidenses de la Casa Blanca, del Pentágono y de Wall Street creyeron que Estados Unidos podía llegar a librar a la vez hasta dos y tres guerras victoriosas -Afganistán, Irak, ¿Irán?-, confundiendo su indiscutible poder naval y aéreo con su poder terrestre. Machacar desde el aire un país, como se hizo en Yugoslavia, en Irak e, incluso, en Afganistán, es una cosa, incluso derrotar a un ejército regular en una guerra convencional, caso de Irak, pero otra cosa muy distinta es ocupar permanentemente un país, soportando una interminable guerra de guerrillas, caso en parte de Irak y,sobre todo,de Afganistán. Las resistencias de Irak y Afganistán tras la invasión del territorio y la reacción de la población ocupada, pusieron de relieve los límites del poder militar americano que no se ha atrevido a lanzar el tantas veces previsto y casi anunciado ataque sobre Irán.
Por lo demás, la irresistible ascensión de nuevas potencias económicas industriales, como China, India, Brasil y la renacida Rusia, por una parte, y el comienzo en 2008 de una crisis económica tratada como recesión pero considerada por algunos como una verdadera depresión, por la otra, parecen señalar el fin de la fugaz Pax americana de un mundo unipolar y el comienzo de un ignoto nuevo orden mundial multipolar.
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