Se veía venir. Tanto amor y solidaridad con los refugiados sirios por parte de aquellos que durante años han estado financiando y organizando la guerra en ese país era algo que no podía cuadrar. La mayoría de las veces no resulta fácil en política internacional descubrir dónde se esconde la trampa. Las operaciones montadas por […]
Se veía venir. Tanto amor y solidaridad con los refugiados sirios por parte de aquellos que durante años han estado financiando y organizando la guerra en ese país era algo que no podía cuadrar.
La mayoría de las veces no resulta fácil en política internacional descubrir dónde se esconde la trampa. Las operaciones montadas por los Estados Mayores de los países occidentales, que contrariamente a lo que se piensa no están integrados exclusivamente por militares, sino que en ellos suelen tener más peso las opiniones de los grandes estrategas económicos y financieros, no son siempre posibles de seguir. Para quienes no estamos al tanto de todos los pormenores de la política internacional, conviene a veces dejarse llevar por la intuición a la hora de emitir un juicio o de fijar posiciones. Dicho en plata, lo que es bueno para el poder tiene que ser malo para los pueblos. Si Estados Unidos, por ejemplo, establece relaciones con Cuba, en lugar de dibujar en nuestro rostro una sonrisa bobalicona de felicidad, deberíamos preguntarnos cuáles van a ser los pasos siguientes de los Estados Mayores del Imperio en relación con la isla. Viene esta reflexión a propósito de la declaración que este mismo lunes ha hecho François Hollande, el presidente socialdemócrata francés, en relación con Siria. Según declaró este deleznable personaje a principios de esta misma semana, «será necesario lanzar ataques aéreos sobre Siria». Según precisó en sus declaraciones el político galo, había llegado a esa conclusión después de que las fuerzas aéreas francesas realizaran vuelos de reconocimiento sobre ese país.
Una solidaridad sin precedentes con los refugiados
En el curso de las últimas semanas, el inusitado despliegue mediático de apoyo a los refugiados sirios por parte de la televisión y la prensa europea adquirió dimensiones desconocidas hasta entonces. Sobre las aguas del Mediterráneo naufragan semanalmente decenas de pateras, provocando la muerte por ahogamiento de centenares, cuando no miles, de hombres mujeres y niños que huyen de los efectos de las guerras e intervenciones militares de Occidente. Pese a que tales naufragios se han convertido en un hecho frecuente, nunca los medios han realizado un despliegue de la envergadura del que hemos podido contemplar últimamente. De esas inmensas tragedias humanas los que les preocupa al complejo mediático de los países hegemónicos es primordialmente que las barreras de control en las fronteras sean eficaces.
¿A qué obedecía el inusual despliegue orquestado ahora por la quinta columna mediática? La respuesta parece empezar a ser simple: A la intención de predisponer a la opinión pública para que acepte una intervención militar, aparentemente contra el Estado Islámico, pero realmente enfocada hacia la liquidación del Gobierno de Bassar Al Assad, uno de los bastiones, junto a Irán, que impide la expansión de la influencia de los países de la OTAN e Israel en el área.
Un poco de historia
Siria fue un territorio que estuvo históricamente bajo el dominio de Francia. En 1922 la Sociedad de Naciones otorgó a este país europeo un «mandato» sobre esa área geográfica. Ya desde el año 1916, en plena Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia suscribieron un acuerdo para que, en caso de que se produjera la victoria sobre Alemania, ambos países se repartieran el Oriente Medio. Y, en efecto, así fue. Con la derrota de las potencias centrales europeas, los franceses se hicieron con el control de Siria, Líbano y una parte de Turquía. El Mandato francés sobre la antigua Siria se mantuvo hasta 1943, naciendo a partir de entonces dos países independientes de dicha entidad: la propia Siria y el Líbano.
El imperio francés, que había quedado maltrecho por los efectos de la Segunda Guerra Mundial, se vio obligado a ir abandonando progresivamente sus antiguas colonias, presionado por las luchas de liberación nacional de los territorios bajo su dominio y por las movilizaciones sociales en la misma Francia.
Tras la debacle de finales del siglo XX, tanto de la Unión Soviética como de los movimientos progresistas de todo el mundo, Francia e Inglaterra compiten ahora por restaurar su influencia a través de terceros sobre sus antiguas colonias. Este propósito, junto con otros factores añadidos de semejante importancia estratégica y económica, explica las recurrentes intervenciones militares de los franceses en diferentes países africanos y de Oriente Medio.
Atentos, pues, a los próximos movimientos de los franchutes y sus aliados.
Fuente original: http://canarias-semanal.org/