Nada falta ya en el escenario del fracaso del gobierno de Alejandro Toledo: su popularidad a nivel nacional bordea 10 por ciento; un paro nacional ha sido anunciado para el 14 de julio por la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), al tiempo que la violencia comienza a remplazar el acuerdo político entre gobierno […]
Nada falta ya en el escenario del fracaso del gobierno de Alejandro Toledo: su popularidad a nivel nacional bordea 10 por ciento; un paro nacional ha sido anunciado para el 14 de julio por la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), al tiempo que la violencia comienza a remplazar el acuerdo político entre gobierno y pueblo: en Tacna, el mandatario es abucheado y hasta recibe pedradas; en Huamanga, Ayacucho, profesores en huelga son desalojados por la fuerza de una sede sindical y eso da pie a una revuelta que incluye saqueos a comercios e incendios a locales públicos y privados, con saldo de 40 heridos y 30 detenidos.
El gobierno denuncia infiltración en estos hechos del grupo terrorista Sendero Luminoso. Pero aclara: «No hay rebrote terrorista en el Perú».
Ante estos hechos el APRA, principal partido de la oposición peruana, pide implantación de estado de sitio en Ayacucho. A su vez, Unidad Nacional, también opositora, advierte la inminencia de una crisis política y social que podría ser incontrolable.
«Toledo no llega a 2006»
A los hechos sobrevienen opiniones. Carlos Franco, analista, catedrático y sicólogo social, ex asesor político de los presidentes Juan Velasco Alvarado y Alan García Pérez, afirma: «Toledo ya es consciente de que con su forma de gobernar no llega a 2006».
Y agrega, en entrevista con el periódico peruano La República: «El presidente Toledo creyó posible cumplir al mismo tiempo con sus promesas electorales y con las políticas económicas de Washington. Ha llegado a un nivel de aturdimiento tal que lo hace adoptar decisiones cada vez más erráticas».
Afirma: «Toledo no es muy consciente de las responsabilidades implícitas en el ejercicio de su cargo. Y su grado de información sobre lo que está ocurriendo en el país es sumamente limitado. Recordemos que casi al inicio de su mandato dijo que era fácil gobernar. Todo indica que no sabía qué país iba a gobernar».
Continúa: «Toledo se está encontrando en una situación en la cual cada vez es más manifiesta la oposición del país a su gobierno. Y eso lo llena de ansiedades y lo hace susceptible de cambios continuos en su comportamiento, lo cual le hace más difícil conciliar sus ideas con lo que hace. Se trata de una situación sólo comprensible por el aislamiento en que se encuentran su gobierno y él personalmente».
Otro llamado de alerta proviene de Hernando de Soto, economista y presidente del Instituto Libertad y Democracia (ILD), quien asegura que en Perú están dadas todas las condiciones para que un «outsider» gane las elecciones presidenciales de 2006, echando por tierra las aspiraciones electorales de Alan García y Lourdes Flores -líderes del APRA y de Unidad Nacional, respectivamente- porque, a juicio del autor de El misterio del capital, las agrupaciones políticas que ellos encabezan «no representan los sentimientos de las clases populares.»
Asegura que el triunfo del hoy prófugo Alberto Fujimori en 1990 se explica precisamente en que supo interpretar a las grandes mayorías desilusionadas de los políticos tradicionales, situación que hoy se encuentra agravada.
A las demostraciones de repudio, a la violencia y a los vaticinios de los analistas se suman las numerosas deserciones de congresistas de Perú Posible (PP, el partido de Toledo) a su militancia, aunque no a sus curules, lo que pone en peligro la mayoría oficialista en el Congreso.
Al respecto, opina el politólogo Javier Diez Canseco: «Que el PP pierda el control en el Congreso es significativo en un contexto de aguda crisis política: 84 por ciento de los encuestados recientemente por la empresa Datum plantean que Toledo renuncie, sea vacado o retirado por un golpe militar o un alzamiento popular».
¿Autismo gubenamental?
Afirman analistas y dirigentes opositores que el gobierno de Toledo padece de «autismo» frente a la realidad concreta, y citan como ejemplo más reciente lo ocurrido Huamanga, Ayacucho, en la madrugada del jueves primero de julio, cuando un contingente policial desalojó a profesores de sedes municipales tomadas en protesta contra la Ley General de Educación y en demanda de solución a su plataforma de reclamos.
Estos maestros, integrantes de una facción radical encabezada por Robert Huaynalaya, que ha mantenido permanentes diferencias con la directiva del Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP) decretó una huelga indefinida el pasado 21 de junio en demanda de aumentos salariales, así como el reconocimiento de su gremio por las autoridades de Educación. Además, el lunes 28 de junio ocuparon el local municipal y la sede de la unidad de gestión educativa.
El desalojo de los maestros concitó apoyo de la población, que se tradujo en manifestación callejera, en la que participaron unas 10 mil personas, según fuentes oficiales, al tiempo que el Frente Regional de Defensa de Ayacucho decretó huelga indefinida. Con refuerzos y gases lacrimógenos la policía reprimió la manifestación, generándose enfrentamientos que incluyeron luchas cuerpo a cuerpo. Esta situación fue aprovechada por pandillas que saquearon comercios, incendiaron vehículos y atacaron locales públicos y privados. El local del gobierno regional fue el más dañado. Un grupo ingresó allí violentamente y quemó escritorios y documentos.
Las oficinas del Colegio de Abogados y de la Derrama Magisterial de Ayacucho también fueron invadidos y despojados de computadoras y muebles.
Los disturbios se prolongaron por más de 10 horas y dejaron al menos 40 heridos y 30 detenidos.
El presidente del Consejo de Ministros, Carlos Ferrero Costa, anunció en conferencia de prensa que remanentes del grupo terrorista Sendero Luminoso infiltraron la huelga de los maestros y la protesta popular.
«La asonada violentista en Ayacucho ha sido conducida por el movimiento terrorista Sendero Luminoso», afirmó el primer ministro. «Pero eso no quiere decir que todos los que protestan sean terroristas», aclaró Ferrero, en compañía de los titulares de Educación, Javier Sota Nadal, y del Interior, Javier Reátegui.
Sin embargo, Ferrero aclaró que no hay rebrote terrorista en Perú: «El gobierno nunca ha negado que subsisten grupos minúsculos y minoritarios de terroristas, como también existen narcotraficantes muy poderosos. Pero no es verdad que ello constituya una amenaza», puntualizó.
Por su parte, el titular de Educación negó que el gobierno pretenda privatizar la educación, eliminar la gratuidad de la enseñanza o despedir a maestros, como afirman los seguidores de Huaynalaya. Señaló que sostuvo reuniones con los representantes del magisterio en las que se llegó a diferentes acuerdos, y agregó que las políticas educativas que se aplican surgieron del acuerdo alcanzado entre ambas partes.
Además, el paro
Para el 14 de julio está anunciado un paro nacional de actividades, convocado por la CGTP. Su punto central es la convocatoria a una asamblea constituyente que reforme la Carta Magna elaborada durante el fujimorismo.
A esta iniciativa de han sumado numerosas agrupaciones gremiales y políticas. «Más allá de constituir un gesto de rechazo al gobierno, el paro nacional del 14 de julio servirá para que las diversas manifestaciones sociales de descontento, dispersas en el país, se articulen alrededor de una plataforma única», opina Rolando Breña Pantoja, secretario general del Movimiento Nueva Izquierda, organización que respalda el paro.
Agrega: «Sea exitoso o no, y yo sé que será exitoso, una nueva realidad política se va a imponer en el Perú. Porque el gobierno tendrá la obligación de atender las demandas del paro y de reconsiderar una reforma del Estado mucho más seria que la anunciada. Esta reforma tendría que efectuarse mediante una asamblea constituyente».