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Ecuador

El progreso de la Salud Pública

Fuentes: Adital

Mi padre, que ejerció su profesión de médico en un pueblo de cañeros, de trabajadores de la caña de azúcar en Uruguay, comprometido con su tiempo y con la medicina social a fines de la década del 50 y comienzos de la del 60, aseguraba que América Latina comenzaría el camino final de su segunda […]

Mi padre, que ejerció su profesión de médico en un pueblo de cañeros, de trabajadores de la caña de azúcar en Uruguay, comprometido con su tiempo y con la medicina social a fines de la década del 50 y comienzos de la del 60, aseguraba que América Latina comenzaría el camino final de su segunda independencia cuando la salud y la escuela pública lleguen hasta el último rincón escondido de la Patria Grande. El reto sigue siendo el mismo, pero se ha empezado a caminar.

Los ideólogos del neoliberalismo en sus años de hegemonía no solo trataron de destruir el papel económico del Estado, privatizando empresas estatales muchas veces rentables. Pero para eso antes se dedicaron a socavar la eficiencia de esas empresas, energéticas, de telecomunicaciones, de aviación y más.

Algo similar ocurrió con los servicios sociales que brindaba el Estado. Entonces fomentaron el desastre a nivel de la atención en salud para ir hacia la privatización. Lamentablemente en muchos casos con la ayuda de los trabajadores que no supieron defender el servicio público.

En los países donde las empresas estatales y los servicios públicos son eficientes pero están orientados hacia la justicia social, los trabajadores jugaron un papel trascendente en el fortalecimiento de esas empresas o servicios. Y la población apoya esa gestión.

En Uruguay, por ejemplo, donde no lograron privatizar las empresas del Estado, ni pudieron desmantelarlas o subdividirlas para privatizarlas más fácilmente, la mayoría de la población se siente orgullosa del papel de las mismas. Tal vez el mejor ejemplo es la telefónica o el Banco República.

Ahora, a la hora de implementar el Sistema Nacional de Salud, los trabajadores organizados en los sindicatos de la salud han jugado un papel destacado junto las universidades y el gobierno.

Pero fortalecer el Estado tras el paso del neoliberalismo no es una tarea fácil, porque se debe luchar contra diversos intereses que trabajaron durante muchos años para destruir la gestión estatal.

En un país como Ecuador donde se ha hecho todo para destruir la salud pública fomentando la privatización de la salud y dejando en la desatención a los sectores más pobres, sorprende gratamente que en dos años la gestión de la Ministra Caroline Chang y del Ministerio como tal, haya logrado dar un vuelco positivo como el que se percibe.

Cuando uno ve el progreso de los hospitales, el aumento de la atención gratuita, cuando se empieza a constatar que la humanización de la salud es lo principal, pero puede ir unida a la eficiencia, percibe el avance.

Ahora cuando uno entra al Eugenio Espejo y a otros hospitales siente que los pacientes son tratados como seres humanos.

El Ministerio de Salud Pública no solo ha invertido en infraestructura hospitalaria, en tecnología, en personal adecuado, sino que ha tenido una conducción que ha sabido optimizar esa inversión y superar el desorden heredado.

Pero además está trabajando para que la eficiencia y humanización del Ministerio, y de los servicios que brinda sean acompañados con una mayor participación social en salud, que es los que garantizará finalmente el control social.

Falta mucho por hacer, y seguramente habrá que superar errores, de los cuales hay que aprender, pero se está caminando. A pesar de las piedras que algunos intentan colocar en el camino, se está caminado.