A menos de un mes de los comicios, los 13 candidatos presidenciales se disputan todos los espacios. Cómo se baila el «pasillo» electoral con un pueblo cada vez más pobre y que en su mayoría aún se declara indeciso.El 15 de octubre próximo los ecuatorianos deciden quién ocupará el sillón presidencial, además de elegir cien […]
A menos de un mes de los comicios, los 13 candidatos presidenciales se disputan todos los espacios. Cómo se baila el «pasillo» electoral con un pueblo cada vez más pobre y que en su mayoría aún se declara indeciso.
El 15 de octubre próximo los ecuatorianos deciden quién ocupará el sillón presidencial, además de elegir cien diputados al congreso nacional, sesenta y siete consejeros provinciales, seiscientos setenta y cuatro concejales cantorales y cinco parlamentarios andinos. Para un pueblo que hace menos de un año coreaba por las calles «fuera todos», no es trabajo fácil.
Afortunadamente, el seis de septiembre pasado se terminaron las idas y vueltas que el Tribunal Supremo Electoral y el Tribunal Constitucional dieron para calificar a los 13 binomios que actualmente están en escena. El primer organismo, cuyos funcionarios son muy cercanos al Partido Social Cristiano (PSC), había descalificado a algunas de las candidaturas pero luego de apelada la decisión, el Tribunal Constitucional dio vía libre para presentarse.
En sus campañas, los candidatos no solo piensan en el corto plazo sino que ya tejen las posibilidades para el 26 de noviembre, cuando tendrá lugar la segunda vuelta en caso de que ninguna fórmula saque al menos el 40 por ciento de los votos con una diferencia de 10 por ciento sobre el segundo. Las chances de que se llegue a esta instancia todavía no pueden calcularse ya que la mayoría de los ecuatorianos aún se declaran indecisos respecto a su voto, aunque según las encuestas el porcentaje de indecisión bajó del 75 al 55 por ciento en las últimas semanas.
Un recorrido por los candidatos deja ver los rumbos posibles que puede tomar este país de la costa pacífica. Empezando por Gilmar Gutiérrez, hermano del derrocado Lucio y también ex miembro de las Fuerzas Armadas, quien fue candidateado por el Partido Sociedad Patriótica cuando la justicia le prohibió al ex-presidente presentarse otra vez. Su principal propuesta es que no suban los precios y es partidario de la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Jaime Damerval, de «Concertación de Fuerzas Populares» acuerda con la propuesta de las autonomías regionales y, como todos los candidatos que van del centro a la izquierda, propone llamar a una asamblea constituyente.
Por su parte la blonda Cynthia Viteri pisa fuerte en el bastión social cristiano de Guayas por el que ya fue diputada. Leon Febres Cordero, dueño político y económico de esa provincia en primer lugar y Jaime Nebot, alcalde de la ciudad de Guayaquil, son sus padrinos políticos. Sus iniciativas de gobierno son las propias de estos emperadores regionales, como la de seguir concesionado obras a empresas privadas como hicieron con el puerto, el aeropuerto y la reestructuración urbana llamada «Malecón 2000» en Guayaquil.
Álvaro Noboa del Partido Renovador Institucional Acción Nacional, hace saber, en medio de sus alusiones religiosas, que una de sus principales propuestas es la de eliminar el impuesto a la renta para que el Ecuador pueda convertirse en un centro financiero internacional. Este candidato ya recibió una multa por excederse del gasto electoral permitido. Tiene un patrimonio de mil doscientos millones de dólares y es el gran dueño de la industria agrícola, ganadera y naviera del Ecuador. Es públicamente conocido por los miserables salarios que perciben sus empleados, especialmente las familias cosechadoras del banano.
Fernando Rosero del Partido Roldosista Ecuatoriano, parte de la estructura partidaria, colaborador y gran amigo del ex-presidente dolarizador y depuesto por los levantamientos indígenas, Abdalà Bucaram. Sigue defendiendo el proyecto de la dolarización y pretende mantenerlo si llega a la presidencia, aunque este exterminó el aparato productivo del país. Se declara un «hombre recto y cristiano» que no permitiría jamás la unión entre personas del mismo sexo, el aborto o siquiera la legalización de la llamada «píldora del día después», anacrónicamente ilegal en Ecuador.
Marco Proaño Maya del Movimiento reivindicación Democrática quiere ser presidente después de haber estado 23 años en el Congreso Nacional. Su discurso es progresista y latinoamericanista.
León Roldós, de la RED, en alianza con la Izquierda Democrática, aunque su discurso dentro de esa estructura es el de «independiente». Las encuestas oficiales lo señalan como favorito. Tiene un discurso que se acerca al progresismo aunque basado en la institucionalidad y en la claridad en las cuentas y la anti-corrupción. Sobre el Tratado de Libre Comercio piensa que hay que someterlo a consulta popular pero respecto a la dolarización asegura que hay que mantenerla porque «pese a que es una castración monetaria no tiene vuelta atrás». Por otro lado, apoya los proyectos de autonomías regionales y es impulsado por una fuerza como la Izquierda Democrática que pactó varios proyectos antipopulares en el congreso nacional.
Carlos Sagñay de la Integración Nacional Alfarista estuvo a punto de no poder presentarse por no juntar las firmas necesarias para que su candidatura calificara. Ahí fue cuando se le unió el Movimiento Alfarista que colaboró con el requisito, cambiándole el nombre original al partido. Antes se llamaba «Movimiento ecléctico» porque, según Sagñay, su proyecto de gobierno recoge las mejores experiencias del partido conservador, liberal y laborista en Gran Bretaña.
Luís Villacís, del Movimiento Popular Democrático (MPD), tiene la ventaja de la fuerza universitaria que tradicionalmente tienen los llamados «chinos» en Ecuador. Desde hace años copan la FEUE (Federación Estudiantil Universitaria Ecuatoriana), que manejan a su gusto. Tienen consignas revolucionarias, además de haber elegido a un indígena de trayectoria de luchas populares (Cesar Buelva) como candidato a vicepresidente.
Otro Luís, pero este de apellido Macas, es candidato por el brazo político de la Confederación de Naciones Indígenas del Ecuador, el Pachakutic. Su misión es más que nada la de cohesionar y dar nueva forma a un movimiento quebrado y deslegitimado después de los errores cometidos por la dirigencia. El mismo Macas fue ministro de agricultura de Gutiérrez y sus primeras líneas, como Nina Pacari, también fueron funcionarios, incluso del actual gobierno.
Lenin Torres, del Movimiento Revolucionario de Participación Popular fue guerrillero (de la guerrilla del Toachi) en sus años mozos y luego colaborador del presidente chileno Salvador Allende. A sus 70 años sigue manteniendo sus ideales y queriendo llegar a tomar el poder pero ahora sin las armas.
Rafael Correa de Alianza País es la mayor expresión del producto electoral. Su exposición mediática es permanente, es uno de los que más ha gastado hasta el momento en la campaña aunque no admite cuales son los fondos privados o públicos que lo patrocinan. Discursivamente arremete contra lo que llama la «partidocracia»; sin embargo, fue ministro de economía del actual gobierno y pese a su supuesto encono con los organismos internacionales de crédito, durante su gestión destinó 118 millones de dólares más al pago de la deuda externa que a la salud y la educación (sistemas que están casi en su totalidad privatizados y los reductos estatales arancelados y caducos por la falta de planeamiento e inversión).
Marcelo Larrea de la Alianza Tercera República ALBA. Uno de los ejes de su política es que en su equipo solo hay militantes y luchadores de base que nunca fueron funcionarios de lo que él mismo denomina «la segunda república». En la Tercera, que pretende fundar, plantea cambiar al congreso nacional por un mecanismo directo de participación, el Parlamento de los Pueblos. Además, propone la nacionalización del comercio del banano, terminar con la dolarización como fuente de la reactivación productiva y con la base de Manta como símbolo de la recuperación de la soberanía nacional, así como recuperar las tradiciones históricas del Ecuador en sintonía con la integración latinoamericana que soñó Bolívar.
Pero en este pasillo ecuatoriano hay que recordar quién bailó con quien antes de esta pista en la que cada uno quiere zapatear por su parte. Gilmar Gutiérrez fue el que tejió durante el gobierno de Lucio la alianza con los Social Cristianos, que luego fue traicionada. Damerval fue ministro del gobierno de Lucio, como lo fue Macas.
Quien impulsó políticamente a Cynthia Viteri dentro del Partido Social Cristiano, Gloria Gallardo, ahora es candidata a diputada por el partido de Noboa. El vicepresidente de Noboa, Vicente Taiano, viene de las filas de la Izquierda Democrática igual que la candidata a vicepresidente de Rosero, Susy Mendoza.
Roldós, por su parte, fue colaborador y hombre cercano del depuesto Bucaram. Mientras la candidata a vicepresidente de Carlos Sagñay, Jeannette Benavides, también fue una aliada de primera línea de Lucio Gutiérrez.
El MPD también estuvo al lado del coronel Lucio Gutiérrez y esa carta le juega en contra incluso entre sus partidarios. Proaño Maya fue en la formula como candidato a vicepresidente en 1992, cuando el candidato a presidente era Abdalá Bucaram. Lo propio está dicho del candidato por Alianza País, Rafael Correa.
¿Cómo llegó un país inundado de riquezas naturales a tener índices aterrantes de inmigración, a prácticamente no tener salud ni educación gratuita, a tener una divisa extranjera como medio de pago, a no tener producción nacional y a tener el campeonato mundial de suicido de niños y adolescentes? es la pregunta de esa mayoría de ecuatorianos que figuran aún cómo «indecisos» en las encuestas. Esta selección de políticos que en su mayoría hace años que son los mismos dicen tener las soluciones. La respuesta final, el 15 de octubre.