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Estados Unidos y la conexión geopolítica entre Eurasia y América Latina

Fuentes: Rebelión

Washington está perdiendo iniciativa en gran parte de Asia. Por un lado, el desarrollo de una confrontación política y económico-financiera con China, que conquista mercados y recursos naturales no solo en la región sino en todo el mundo. Por otro Rusia, que acelera su acercamiento a China, en parte por las sanciones impuestas por los […]

Washington está perdiendo iniciativa en gran parte de Asia. Por un lado, el desarrollo de una confrontación política y económico-financiera con China, que conquista mercados y recursos naturales no solo en la región sino en todo el mundo. Por otro Rusia, que acelera su acercamiento a China, en parte por las sanciones impuestas por los atlantistas para evitar que surja como rival, y diversifica y extiende sus relaciones internacionales como tercera potencia militar mundial con paridad nuclear disuasiva. Pero simultáneamente está ocurriendo otro hecho no menor, las dos potencias asiáticas están afirmándose y ganando rápidamente influencia en América Latina.

Los grados de libertad de las interacciones del imperio estadounidense con los países del mundo no es un número grande. Si mueve piezas en un punto del planeta, no es independiente de las condiciones y movimientos que realiza en otros puntos del globo. Si se concibe a la Geopolítica como un conocimiento estratégico y axiomático que configura el propio espacio geográfico a partir de algún proyecto de poder específico, el cambio de régimen o transición en Venezuela, o el crecimiento en la militarización de las islas Malvinas son necesarios para de la geopolítica latinoamericana de Washington, que a su vez no es independiente de su geopolítica en Eurasia.

Hace poco, en la cumbre de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), el presidente de China, Xi Jinping, anunció ‘… El mundo necesita un nuevo equilibrio: son los propios pueblos de Asia quienes deben gestionar su seguridad y sus crecientes economías… De este modo, después de años de políticas cuidadosas, China ha presentado su ambicioso objetivo oficial. China tiene los recursos y la escala necesarios para encabezar un mercado de 3.000 millones de personas que cubre un área comprendida entre el mar Báltico y el sudeste asiático’.

Uno de los desafíos para la supremacía de Washington fue la creación por China del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII; Asian Infrastructure Investment Bank, AIIB), orientado inicialmente hacia el desarrollo de infraestructuras de telecomunicaciones, energía y transporte en la región asiática abrirá nuevas rutas comerciales hacia Europa, construyendo nada menos que una ambiciosa nueva Ruta de la Seda, que denomina Cinturón Económico de la Ruta de la Seda. Parte de Xi’an (capital de la provincia de Shaanxi en China) y conectará Moscú, Asia central, norte de Oriente Medio, Turquía, Atenas, Rotterdam (Holanda), Venecia. Además, Beijing avanza en una nueva ruta marítima de las Especies (la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI) conectando Venecia, Atenas, Mar Rojo, Cuerno de Africa, Kenya (Africa), India, Malasia, Quanzhou (mayor ciudad de la provincia de Fujian, próxima al mar de China Oriental).

El banco es apoyado por no pocos países de Asia meridional (como India, Mongolia, Uzbekistán, Kazajistán, Pakistán), del sudeste asiático, del Golfo (como Omán, Kuwait, Qatar), pero otro golpe duro para Washington fue la unión al banco BAII de Gran Bretaña, y más tarde de Suiza, Francia, Alemania. La institución puede ser una alternativa al Banco Asiático de Desarrollo, dominado por Estados Unidos y Japón (que no participa del BAII), y a otros organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial también dominados por Occidente, lo cuál sería una señal de cristalización del proceso mundial de multipolaridad. La compra significativa de oro por China (hoy convertido en el mayor productor mundial de ese metal) y Rusia, puede ocurrir al advertir una alta probabilidad de colapso generalizado del papel moneda fiduciario occidental de reserva internacional (dólar) y de los mercados de derivados financieros especulativos. De allí las numerosas adhesiones al banco BAII, aunque algunos analistas sugieren que se trata de cumplir la función de Caballos de Toya. China, podría llegar a transformarse en referencia mundial con reservas no fiduciarias llegando a liderar el sistema monetario global, marcando un punto de inflexión en el orden de Bretton Woods. Por otro lado, mientras en la región asiática Beijing está impulsando el BAII, en América Latina también lo hace con el Banco de Desarrollo del bloque BRICS.

La Ruta de la Seda en sí, tiene envergadura histórica, veamos. El proyecto chino de la nueva ruta, se opone a los intereses de Washington para mantener a Europa y Asia (Rusia, India y China) dividida, presionando sobre sus rutas energéticas y comerciales. En los países menores, la influencia cultural e ideológica, en la educación y modernamente de los multimedios de desinformación masiva de las potencias imperialistas y colonialistas hacen que la Historia sea estudiada si bien para enriquecer el conocimiento del hombre, como relato de un pasado casi inconexo. Pero esta simplificación oculta un concepto clave, y es que la Historia no es un objeto del pasado sino una lección estratégica para el futuro. Hacia fines de la Edad Media existían en Eurasia tres grandes polos comerciales y de producción. Uno situado en la región Este de China, otro en la India y el tercero en el arco europeo que corresponde actualmente a parte de Italia, Lombardía (especialmente Venecia), Génova y Florencia, Oeste de Alemania, parte de Suiza, Este de Francia, parte de Holanda y Bélgica y el Sur de Inglaterra. La Ruta de la Seda era una red terrestre de caminos por la que circuló un flujo (variable según la época) de mercaderías, metales, piedras preciosas, drogas, armas, cultura e información, entre los dos polos asiáticos y el europeo, una Eurasia conectada que se mantuvo por cientos de años hasta el siglo XVI.

Pero a principios del siglo XV, al ascender el Imperio Otomano obstruyó la Ruta de la Seda en Anatolia (aproximadamente la actual Turquía) y quedó casi cerrada con la caída de Constantinopla (Bizancio hoy Estambul, en 1453) producida por los turcos otomanos. Lo mismo ocurrió con la Ruta de las Especias, una ruta marítima a Asia por el Indico, tomando los otomanos el control de buena parte del flujo de mercaderías de Oriente. Con ello la Europa del sur católica quedó desconexa de los mercados de Oriente perdiendo su importancia comercial, en cambio la del norte protestante, la Liga Hanseática, Holanda, Francia, Inglaterra y ciudades-estado como Venecia y especialmente Florencia tenían negociaciones con los otomanos, aunque en general, Europa quedó aislada de los mercados orientales.

En esta situación, con la intención de encontrar otra ruta sin depender de los turcos otomanos para llegar a lo que llamaban las Indias Orientales (Sudeste de Asia), algunas potencias europeas no tuvieron otra opción que lanzarse hacia el océano Atlántico, ya que el Mediterráneo resultaba hostil y peligroso repleto de galeones turcos y piratas. El Atlántico les permitiría a los europeos bordear todo el continente africano, entrar en el Indico y acceder a las mercancías asiáticas. Portugal con una posición dominante sobre el Atlántico, tomó la iniciativa, abriendo lo que sería la Ruta de las Indias, una variación de la bloqueada ruta marítima de las Especies. Luego España, intentaría alcanzar las Indias Orientales por el océano abierto, pero con rumbo directamente hacia el Oeste.

El bloqueo por los otomanos de la rutas terrestre de la Seda y marítima de las Especies, fue una de las causas que catalizó la cristalización del capitalismo europeo en su primera etapa mercantil, y su difusión global por las potencias marítimas colonialistas. Lo que sucedió en esa región de Eurasia sería determinante para el futuro del planeta, de hecho con el descubrimiento del nuevo mundo (América) surgiría un nuevo polo hegemónico comercial y de producción (Estados Unidos) que no solo debilitaría la conexión Europa- Asia, sino que necesitaba y necesita, un Asia dividida.

Volviendo a la dinámica del presente, desde el plan 2001 de Estados Unidos para tomar 7 países de Oriente Medio en 5 años (revelado mas tarde por el general Wesley Clark) que se inició con la invasión a Irak en 2003, Washington venía logrando un crecimiento neto de su influencia, incluidas las primaveras árabes y la toma de Libia. Al intentar repetir el cambio de régimen y fragmentación en Siria, la intervención de Moscú produjo un punto de inflexión, y Rusia fue considerada potencia global rival y agresiva. La respuesta de Washington fue debilitar la misma esfera de influencia rusa y su relación con Europa, alimentando un nuevo frente de guerra, Ucrania. A su vez volvió contra Siria, ahora indirectamente a través de sus enemigos útiles el Estado Islámico (Daesh). Pero la casa Blanca está redirigiendo sus fuerzas militares hacia las regiones donde visualiza sus nuevas amenazas, Rusia en lo inmediato y China. Para ello, debe moderar su presión y presencia en Oriente Medio logrando un reparto de influencias en la región, un acercamiento a Irán con un principio de acuerdo a cambio de una zona de influencia controlada y acotada, y otra para Arabia Saudí incorporando a Yemen (conflicto mediante), asegurando la protección a Israel según lo manifestó el mismo Obama, y cerrando espacios estratégicos a Rusia y China.

En Eurasia, la creación por China del Banco BAII orientado hacia una nueva ruta de la Seda, tiende a integrar Eurasia, como lo había estado por siglos hace más de 500 años. Pero la nueva ruta marca otro punto crítico para Washington, cuya respuesta incluye no solo sus movimientos estratégicos en Asia, sino también la embestida en América Latina, donde la Venezuela bolivariana es un blanco principal. Es decir, la situación no favorable para Estados Unidos en la región asiática del corazón de la isla mundo (o área pivote como fue llamada por Mackinder) donde China y Rusia fortalecen sus esferas de influencia cercanas, junto a su avance vigoroso sobre América Latina, hace que la Casa Blanca deba restaurar rápidamente el liderazgo en su área de influencia próxima. Debe ocupar, desplazar y restringir espacios geopolíticos a China y Rusia, y restaurar las relaciones de alineamiento ideológico e intereses en los países latinoamericanos que pretenden desviarse del capitalismo liberal de mercado que asegura el saqueo de los recursos naturales al Occidente atlantista, pero además, que se aproximen a las potencias asiáticas con alianzas. Es decir, la nueva situación en la región es de mayor complejidad respecto de unos años atrás, ya que, los acuerdos de algunos países latinoamericanos con China y Rusia, automáticamente meten a América Latina toda en la dinámica global del conflicto entre las dos grandes potencias asiáticas, con Estados Unidos y Gran Bretaña que no están dispuestas a perder su supremacía en lo más mínimo ni a renunciar a sus intereses estratégicos regionales.

Para avanzar hacia sus objetivos, Estados Unidos está desarrollando una ofensiva generalizada, de menor o mayor intensidad según considere la amenaza o confiabilidad del país en cuestión. Una condición necesaria es debilitar la integración latinoamericana, uno de cuyos principales motores es la Venezuela bolivariana, que además junto con Brasil, Argentina y Perú es uno de los que más se han acercado a China.

El proceso de golpe de Estado continuo sobre el país bolivariano, cuyo fracaso condujo al ataque imperial explícito y directo con sanciones y presentándolo como ‘amenaza extraordinaria’ para la seguridad nacional de Estados Unidos, susceptible de intervención militar, fue al menos un ensayo para medir respuestas, como la de los organismos del bloque regional, que reaccionaron aunque con cierta inercia rechazando y repudiando el ataque. El plan de Estados Unidos apunta a desestimar y minimizar la exposición pública de su brutal injerencia en Venezuela, para llegar a una Cumbre de las Américas sin sobresaltos mayores para Obama. En este proceso estratégico global, el cambio de régimen en Venezuela petrolera es una condición necesaria y perentoria para la geopolítica de Washington de fragmentación de América Latina. A partir de allí, espera disparar un efecto dominó que haga claudicar al menos a los organismos regionales, como UNASUR y CELAC con contradicciones internas sembradas por los caballos de Troya, debilitar el ALBA, presionar al Mercosur, y desestabilizar a Brasil, un tiro por elevación contra el BRICS.

Últimamente varios países han vuelto a la esfera estadounidense mediante sus operaciones negras, como Honduras hoy con relaciones carnales con Estados Unidos y el Comando Sur (USSOUTHCOM), donde anunció el despliegue en la base de Palmerola de una fuerza militar de tareas para misiones de colaboración con países del área. Además el Comando Sur, instaló otra base ‘humanitaria’ en Paraguay (Centro de Operaciones de Emergencias en el departamento de San Pedro) con el aval del presidente Horacio Cartes. Washington regresa a la región con una escalada de su sistema de bases militares adaptado y actualizado, y aumentando la penetración de las Fuerzas Armadas nacionales (con excusas como lucha contra el narcotráfico, seguridad, ayuda humanitaria en catástrofes, etc).

Mientras tanto en otros países, la embestida estadounidense aumenta la probabilidad no de un cambio de régimen, sino de rumbo, alejándose de la integración y unidad latinoamericana. El acercamiento de los gobiernos de Brasil y Argentina a China y Rusia, es una razón de peso por la que Washington activa operaciones de guerra política de desgaste (aún cuando estén siendo beneficiados en gran medida sus intereses económicos). En Argentina, los hasta ahora tres candidatos derechistas liberales más probables para la presidencia en 2015, aseguran el alineamiento con la Casa Blanca, la disposición anti-rusa, tal vez algunos meganegociados con China, y también garantizan la división en Latinoamérica. El reclamo por las islas Malvinas en poder británico, trasciende actualmente una cuestión soberanía/colonialismo entre los dos países, para enmarcarse dentro de la complejidad de una confrontación estratégica en el Atlántico sur y Antártida entre Inglaterra, Estados Unidos y los atlantistas por un lado y el despliegue sino-ruso en la región por otro. Así la estación espacial china (que se construye en la provincia de Neuquén), y que algunos analistas militares señalan con capacidad para rastreo de misiles balísticos y monitoreo de comunicaciones en el Atlántico Sudoccidental, confronta con el aumento que hace Londres de la militarización de su base aeronaval en Malvinas (Mount Pleasant) y apostadero potencial de la IV Flota estadounidense del Comando Sur. Sus instalaciones de antenas pueden ser parte del escudo antimisiles de Estados Unidos/OTAN para monitorear la trayectoria de misiles balísticos sobre el Atlántico Sur y Sector Antártico en caso de guerra nuclear. La acusación de Inglaterra sobre que Argentina es una ‘amenaza’ militar alquilando aeronaves rusas de combate Sukhoi-24M, es una excusa para la escalada armamentista, dado el estado de vulnerabilidad que han alcanzado las Fuerzas Armadas argentinas, sin siquiera capacidad efectiva para intercepción misilística, ni disuasión alguna, como lo sabe Londres cuyos servicios de Inteligencia infiltrados viene espiando al gobierno argentino y a la Fuerzas Armadas, según las últimas denuncias de Edward Snowden. A pesar de los deseos expresados por algunos mandatarios sobre Latinoamérica ‘región de paz y libre de armamentismo’, la escalada armamentista continuará unilateralmente por los atlantistas dirigida hacia los nuevos actores regionales, China y Rusia.

El restablecimiento de relaciones entre Cuba y Washington mientras ataca directamente a Venezuela, busca deslizar cuñas de discordia entre ambos, y también en UNASUR y CELAC. Es la conocida estrategia groseramente llamada de la ‘zanahoria y el garrote’; la primera para La Habana, lo segundo para Caracas. Por eso Raúl Castro en la última reunión del ALBA condenó duramente la orden ejecutiva de Obama declarando al país bolivariano como amenaza, y respaldó plenamente a su presidente Nicolás Maduro. Pero según su naturaleza, los planes últimos del imperio sobre Cuba no pueden ser otros que su transición al capitalismo, con un cambio de táctica, al aceptar el fracaso de más de 50 años de garrote aplica la zanahoria.

De este modo la sucesión de desestabilizaciones e intentos de golpes de Estado en Venezuela y otros países de la región no solo no han terminado, sino que el problema sigue abierto. De las lecciones del pasado y el análisis del presente los pueblos de América Latina podemos anticipar muchos de los mecanismos con que opera el imperialismo, y que después de Obama, serán mucho más hostiles si el bipartidismo imperial se continúa con una administración republicana…

Gustavo Herren, Licenciado en Ciencias Físicas de la Universidad de Buenos Aires; investigador científico. Publicó durante diez años en la agencia Argenpress.info, sobre geopolítica mundial y de los Estados Unidos, y análisis sobre otros temas de actualidad como ciencia y tecnología, militares, guerras.

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