«La lucha contra la globalización no es exclusiva de un pensamiento, o de una bandera política, o de un territorio geográfico, es una cuestión de supervivencia de la raza humana. O la Humanidad, o el neoliberalismo». (Subcomandante Marcos) Desde el poder político y mediático dominante, esencialmente capitalista, se nos quiere vender un concepto determinista del […]
Desde el poder político y mediático dominante, esencialmente capitalista, se nos quiere vender un concepto determinista del mal llamado fenómeno de la «globalización». Bajo este pacífico nombre, se nos intenta vender una idea neutra de dicho fenómeno, una idea inocente, pero bajo la cual esconden en realidad los intereses de la sociedad capitalista que los dirigentes de dicho «mundo globalizado» intentan perpetuar. ¿A qué se refieren cuando hablan, pues, de la globalización? ¿Se refieren quizá a la globalización de la democracia, de la paz, de los Derechos Humanos, del trabajo, de la salud, de la alimentación, de la vivienda, de la educación? ¿Se refieren tal vez a la globalización en cuanto al ciudado del planeta, en cuanto al uso de energías limpias y renovables, control y reducción de las emisiones de CO2, y acción sobre el cambio climático? Pues no. Se refieren más bien a la globalización del capitalismo, del crecimiento desmedido y caótico, del despotismo empresarial, del poder y extensión del capital transnacional, de la destrucción del planeta, del agotamiento de los recursos naturales, del desprecio a los derechos fundamentales, y de la guerra como instrumento de consecución de dichos fines. En una palabra, se refieren a la globalización de la barbarie.
Y para este fin y bajo este punto de vista, las grandes organizaciones y organismos internacionales, tales como el Banco Mundial (BM), la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Troika Europea, y los Gxx (G8, G20, etc.), junto a diversos Foros Mundiales exclusivos, tales como el Foro Económico de Davos, el Club Bildelberg o la Trilateral, imponen al resto del mundo sus criterios, sus dogmas y sus puntos de vista sobre el proceso de la globalización, su modo de ver y entender dicho fenómeno, las pautas para llegar a ese mundo globalizado que a ellos les interesa. Pero, ¿no parece de entrada una globalización poco globalizada? Mientras, el mundo emergente (BRICS, América Latina y Caribe, fundamentalmente) intenta contrarrestar dichos foros, dichos criterios y dichas estrategias, mediante organizaciones alternativas como MERCOSUR, CELAC o ALBA.
Curiosamente, el llamado «Movimiento Antiglobalización» es en realidad el que lucha por una verdadera globalizacion. Sus partidarios preferimos el término «Altermundismo», o «Alterglobalización», para evitar definirnos por oposición y porque el término «antiglobalización» daría una imagen negativa e imprecisa. El concepto de Altermundismo viene precisamente del lema «Otro mundo es posible», nacido en el Foro Social Mundial, que reúne a multitud de movimientos sociales de la izquierda política internacional. Se trata de una red de diversos movimientos y activistas, que se coordinan y organizan de forma más o menos horizontal y descentralizada, además de usar Internet y las Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) intensivamente para coordinarse y difundir sus ideas y noticias. La falta de centralización y de jerarquía da lugar a que no existan portavoces ni manifiestos finales, si bien los diversos colectivos que forman el movimiento altermundista pueden tenerlos. El altermundismo está conformado por muchos grupos e individualidades de muy diversos orígenes y objetivos, de naturaleza heterogénea. Esto dificulta la definición del movimiento mismo en cuanto a término y significado, aunque evidentemente, existe coincidencia en los grandes objetivos comunes. Las contracumbres alternativas y encuentros en el Foro Social Mundial son, fundamentalmente, las ocasiones en donde el movimiento antiglobalización obtiene un mayor impacto mediático, y una gran visibilidad internacional.
La supuesta globalización actual, la patrocinada por las élites, no es una verdadera globalización, porque el poder se concentra en unos pocos actores, en unos pocos países, en unas pocas personas dirigentes o representantes de dichos países, para imponer sus criterios (capitalistas y neoliberales) en todo el mundo. En realidad, no es más que una versión moderna y edulcorada del clásico imperialismo y colonialismo, tantas veces protagonista de la Historia de la Humanidad. Por tanto, esta Globalización no nos interesa. Nos interesa la verdadera y auténtica Globalización. Ésa que es casi sinónima de la Democracia mundial. En realidad, las élites que construyen, diseñan y difunden su globalización, que nos imponen a los demás su modelo de globalización, son las que la están desvirtuando. Prostituyen de esta forma la sublime idea de la globalización, por una idea de imposición de sus intereses capitalistas. Los verdaderos enemigos de la globalización, por otro lado inevitable en un mundo cada vez más comunicado, donde las personas y las ideas pueden viajar rápidamente, son los que impiden que la democracia avance, los que se empeñan en mantener Instituciones internacionales públicas y privadas claramente antidemocráticas.
Y de esta forma, las típicas protestas contra las Cumbres del G8 no más que, en el fondo, la protesta de muchos ciudadanos, de muchos países del mundo, contra dichas élites. Son una expresión de lo que podría ser el germen de la Revolución Democrática Mundial. Representan la reivindicación de la democracia a nivel mundial. Pero claro, los grandes medios de comunicación capitalistas (porque un medio que está en manos de unas pocas personas que tienen todo su capital no puede denominarse de otra manera, y asímismo, un medio público que depende de un poder político, financiado por capitalistas, no puede denominarse tampoco de otra manera), impiden el suficiente y justo eco mediático que merecen, y cuando lo hacen,nos muestran dichas protestas como simplemente anticapitalistas o antisistema. Y como ya sabemos, la lucha anticapitalista equivale a la lucha democrática. El capitalismo se sustenta en las falsas democracias, en la dictadura económica. Desde la izquierda queremos la globalización, perseguimos la globalización, de hecho nuestra lucha es tradicionalmente internacionalista, pero no para conseguir los objetivos que dichas organizaciones, políticos, medios y colectivos pretenden. La verdadera globalización apuesta por las personas, por los Derechos Humanos, por la paz, por la solidaridad, por la cooperación, por el predominio de lo público, en suma, estamos por la Globalización del Socialismo.
En definitiva, los principales organismos públicos internacionales son muy poco democráticos. Las decisiones tomadas a nivel internacional, con cada vez más peso en una sociedad cada vez más globalizada como la actual, son tomadas de forma poco democrática. No sólo la economía depende de unos pocos, sino que además, esos pocos están cada vez más lejos del ciudadano corriente. Muchas decisiones que afectan a los ciudadanos de los distintos países son tomadas lejos de éstos, sin ni siquiera conocer la problemática real de dicha ciudadanía. La globalización económica, tal y como se está llevando a cabo, está contribuyendo a disminuir la soberanía popular de los ciudadanos del mundo, en aras a la concesión de poderes supranacionales a entidades y organismos (muchos de ellos de carácter privado) que nadie elige democráticamente. Actualmente, incluso se disminuye o deja en auténtico papel mojado la soberanía nacional de muchos países, y cuando hablamos de soberanía, no nos referimos sólo a la capacidad de decidir, sino a la sobernanía como capacidad propia de generar bienes, sistemas, productos y servicios. Hablamos de soberanía monetaria, económica, política, alimentaria, energética. No estamos por tanto en contra de la Globalización, como idea abstracta donde debe tender la Humanidad. Estamos en contra de «su» globalización, de la globalización que este sistema capitalista perverso, cruel e inhumano quiere imponernos, y estamos a favor de la globalización de la democracia, del socialismo y del desarrollo de todos los principios que fundamentan la paz y los Derechos Humanos. Justamente la globalización de todo ello es lo que nos interesa.
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