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Fábricas de ropa tejen indignación laboral en Camboya

Fuentes: IPS

Camboya vive en una falsa calma tras la represión del gobierno de las protestas de los trabajadores de la confección en enero. Con la prohibición de manifestaciones públicas y la imputación de 23 líderes y activistas sindicales, el descontento laboral no se vuelca en las calles, pero sigue hirviendo. El primer ministro, Hun Sen, ha […]

Camboya vive en una falsa calma tras la represión del gobierno de las protestas de los trabajadores de la confección en enero. Con la prohibición de manifestaciones públicas y la imputación de 23 líderes y activistas sindicales, el descontento laboral no se vuelca en las calles, pero sigue hirviendo.

El primer ministro, Hun Sen, ha llamado ahora a levantar la prohibición de reuniones públicas, tras la represión en que el 3 de enero murieron cuatro trabajadores, unos 30 quedaron heridos gravemente y un huelguista permanece desaparecido.

«El gobierno no debería estar reprimiendo a los manifestantes si quiere mostrar que Camboya es un país democrático», dijo a IPS la trabajadora textil Phorn Sreywin, de 26 años.

Ella cuenta con el apoyo del Centro de Información a los Trabajadores, que ayuda a las mujeres que laboran en la industria del vestido, pero las voces que reclaman salarios mínimos más altos en este país pobre del sudeste asiático parecen haber sido acalladas por ahora.

«Nunca debió existir esta prohibición, porque contradice la Constitución y los tratados (internacionales) ratificados por Camboya», dijo a IPS por correo electrónico Naly Pilorge , directora de la organización no gubernamental de derechos humanos LICADHO.

La Asociación de Fabricantes de Ropa en Camboya (GMAC) invoca el Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como argumento de que los trabajadores del sector carecen del «derecho a huelga».

Un 93 por ciento de GMAC son empresarios extranjeros, procedentes principalmente de Singapur, Hong Kong, Taiwán y Corea del Sur.

«La libertad de asociación no puede ser excusa para salir indemne de la conducta ilegal y para socavar la capacidad de gobernar de un gobierno», señaló la Asociación en un comunicado en su página digital, en alusión a las protestas del 2 y el 3 de enero de trabajadores de confección, reprimidas por efectivos militares.

GMAC argumenta que la huelga fue violenta.

«Múltiples sindicatos siguen creando desafíos en los lugares de trabajo, incluyendo a una masa creciente de sindicatos no representativos, las luchas internas sindicales dentro de las fábricas para ganar popularidad, la tergiversación del número de sus miembros por una doble contabilidad, y la incapacidad para un compromiso constructivo de los sindicatos», son parte del problema según la Asociación.

Para los activistas, este comunicado representa una intimidación de la GMAC.

Sindicatos en todo el mundo protestaron ante los consulados camboyanos en solidaridad con los trabajadores textiles del país.

Los sindicatos también condenaron a GMAC por declarar que acepta la dura acción militar contra los huelguistas del sector el 3 enero.

«La respuesta del gobierno camboyano es muy opresiva», dijo Pranom Somwong, activista sindical y asesora de la Campaña Ropa Limpia, que ayudó a organizar una protesta frente al consulado camboyano en Bangkok.

Además, los empresarios de la confección mantienen una actitud «de confrontación» con los sindicatos, aseguró a IPS. «Negar a los trabajadores el derecho a la libertad de asamblea y el derecho a un salario digno es inaceptable», agregó.

En los días previos a la protesta, el Ministerio de Trabajo había aprobado un aumento del salario mínimo para los trabajadores del sector del vestido, de 80 a 95 dólares mensuales. Pero los sindicatos y los trabajadores indicaron que con ese monto no se puede vivir y ecigieron un salario mínimo de 160 dólares.

Ahora, a los sindicalistas se les amenaza con la pérdida de sus empleos o con demandas, dijo a IPS la coordinadora interina del Centro de Información a los Trabajadores, Sophea Chrek.

Tola Moeun, del Centro Comunitario de Educación Legal, señaló: «Yang Sophorn (presidente de la Alianza Camboyana de Sindicatos) fue demandado por proveedores (dueños de fábricas) por movilizar a los trabajadores a la huelga».

También subrayó que, pese a que 90 por ciento de quienes trabajan en el sector de la confección son mujeres, el liderazgo sindical lo ejercen mayoritariamente hombres, en parte por el entorno combativo.

«Las mujeres no se sienten seguras en sus puestos, o no les dan suficientes oportunidades de crecer, especialmente debido a sus magros salarios y a los contratos de corto plazo», dijo a IPS.

Thida Jus, directora ejecutiva de Silaka, una organización dedicada a capacitar a mujeres, cree que las trabajadoras tienen la clave para modificar su ambiente laboral.

«Las trabajadoras tienen que liderar y usar su natural cualidad de liderazgo para tratar con el entorno, usar mejores habilidades de negociación con los matones en las fábricas, con el gobierno y con las elites que velan por los intereses de sus jefes», dijo Jus a IPS.

Dennis Arnold, investigador sobre asuntos laborales, redactó un informe detallando cómo el poder de negociación de los trabajadores de Camboya se debilitó desde que ingresó en 2005 a la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Arnold concluyó que antes del acuerdo de liberalización para ingresar a la OMC, la mayoría de los trabajadores en fábricas registradas tenían contratos a largo plazo con beneficios de vacaciones pagas y licencias por enfermedad y maternidad. Pero desde entonces los contratos se volvieron de corto plazo, de entre tres y seis meses, y los beneficios desaparecieron.

Los empresarios dicen que las marcas occidentales de ropa prefieren contratos flexibles, pero el cambio en las condiciones hizo a los obreros más manejables.

Se estima que en las fábricas registradas hay 400.000 trabajadores, pero si se incluyera a los de las industrias no registradas y a quienes son parte de la cadena de suministro, el número se elevaría a 600.000, según dijo Arnold a IPS.

La elite desvía fondos mediante «sobornos, burocracia y corrupción», argumentó, lo que eleva los costos de producción. Los fabricantes usan esta realidad como pretexto para no subir los sueldos.

«Esta es una coyuntura crítica para que los trabajadores y los sindicatos de la confección usen su influencia como bloque de votación para presionar a ambas partes por mejores salarios», señaló Arnold.

«Esto es parte de esfuerzos más amplios por redistribuir la riqueza y el poder a favor de los trabajadores, y se ve muy claramente la profunda resistencia que ante esto ejercen la GMAC y el gobernante Partido Popular Camboyano», añadió.

El opositor Partido Camboyano de Rescate Nacional (CNRP) está totalmente de acuerdo.

Mu Sochua, legislador electo por el CNRP y director de Asuntos Públicos, dijo a IPS que «hay que promover sindicatos fuertes, una estricta aplicación del derecho laboral (contraria a los contratos de corto plazo) y de los convenios de la OIT, y no se debería permitir a las marcas mundiales ninguna excepción para evitar las negociaciones por un salario decente».

Un portavoz de la transnacional sueca H&M, una de las mayores firmas de ropa que confecciona sus prendas en Camboya, dijo a IPS por correo electrónico que planea trabajar por un salario digno «para 2018».

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2014/03/fabricas-de-ropa-tejen-indignacion-laboral-en-camboya/