Desde el lanzamiento del Foro Social Mundial, en junio del 2000, en la Cumbre Social Alternativa de Ginebra, coincidiendo con la Asamblea de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Social, han pasado diez años. En esta década, el mundo ha cambiado y el contexto en que surgió el Foro Social Mundial (FSM) es distinto al que […]
Desde el lanzamiento del Foro Social Mundial, en junio del 2000, en la Cumbre Social Alternativa de Ginebra, coincidiendo con la Asamblea de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Social, han pasado diez años. En esta década, el mundo ha cambiado y el contexto en que surgió el Foro Social Mundial (FSM) es distinto al que hoy nos encontramos.
El FSM nació con la voluntad de ser un punto de encuentro de los movimientos sociales contrarios a la globalización neoliberal y alzarse como una voz alternativa a las directrices del Foro Económico Mundial de Davos, que reunía anualmente a empresarios y líderes políticos, «cocina» del capitalismo actual.
Objetivo conseguido
El Foro Social Mundial consiguió su objetivo. Evento tras evento sumó cada vez a más participantes, llegando a los 130 mil en la última edición en enero del 2009 en Belem (Brasil), aunque sí es cierto que el impacto político y mediático de los primeros años no es comparable con el actual. Entonces, las críticas y las propuestas del Foro tenían el mismo eco que los pronunciamientos en Davos. Hoy, esto ha cambiado.
Otro logro del Foro Social Mundial ha sido su capacidad para descentralizar el evento, tanto el mundial (que se celebra actualmente cada dos años en un continente distinto en el Sur) como vinculándolo a experiencias más cercanas y enraizadas en el territorio como los foros sociales continentales (Foro Social Europeo, Foro Social de las Américas, Foro Social Africano), regionales (Foro Social Mediterráneo, Foro Social Amazónico) o local (Foro Social Mundial en Madrid, Foro Social Catalán), entre otros.
Muchos movimientos sociales le han reconocido su papel de referente y han participado activamente en el mismo, haciendo suyos los llamados surgidos de estos encuentros, el más significativo de los cuales la jornada de acción global contra la guerra del 15 de febrero del 2003.
Pero el Foro Social Mundial no está exento de peligros como la rutinización, la «oenegización», la cooptación, la falta de participación de movimientos sociales reales, etc., como vimos en la 7a edición celebrada en Nairobi (Kenya) en 2007. Aun así, el Foro Social Mundial cuenta con potencialidades, como se puso de manifiesto en la última edición en Belem, que fue la primera muestra de rechazo colectiva a la crisis sistémica del capitalismo, señalando la necesidad de una ruptura con el mismo. También las tesis de que el Foro Social Mundial debe ser ante todo un espacio útil para los movimientos sociales y empujar a la acción han sido más aceptadas en los últimos tiempos.
Algunos dilemas
Desde finales de los años 90, estos movimientos se han visto enfrentados a nuevos retos y dilemas y el Foro Social Mundial no ha quedado al margen.
Un ejemplo: la guerra global contra el terrorismo impulsada por George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre del 2001 y que sirvió de excusa para criminalizar y perseguir a los movimientos de disidencia. En aquel momento, algunos medios, como el Financial Times, auguraron el fin del movimiento «antiglobalización», pero éste hizo de la lucha contra la guerra en Irak un eje de protesta vertebrador sacando a la calle a millones de personas contra la guerra en Irak, el 15 de febrero del 2003, marcando uno de los hitos del movimiento.
Pero otros acontecimientos en el escenario político, como el derrumbe económico en Argentina, el posterior auge de los movimientos sociales piqueteros, asambleas barriales, etc. y al final la vuelta al poder de los «mismos de siempre», plantearon nuevos interrogantes. Del mismo modo que lo hizo la irrupción en el poder de Chávez en Venezuela y sus políticas de ruptura parcial con el imperialismo y el neoliberalismo, que posteriormente encontraron alianzas con los gobiernos de Morales en Bolivia y Correa en Ecuador.
Si en una primera fase del movimiento «antiglobalización» dominaban las tesis de «Cambiar el mundo sin tomar el poder» de Toni Negri y John Holloway, con el desarrollo de estos acontecimientos el escenario del debate político y estratégico cambio sustancialmente.
Todos estos elementos han influido en el debate sobre el futuro del Foro Social Mundial y se plantean cuestiones como: ¿Qué relación entre partidos políticos anticapitalistas y movimientos sociales? ¿Qué vínculos con gobiernos como el de Chávez, Correa y Morales? ¿Qué estrategia ante el llamado de Chávez a una 5ª Internacional?
Frente a la crisis sistémica del capitalismo, con una crisis climática, política, social, alimentaria sin precedentes, estos retos se plantean como más urgentes que nunca. A lo mejor ya va siendo hora, como decía la escritora india Arundhaty Roy, en la 4ª edición del Foro Social Mundial en Mumbai (India), «de centrarnos en blancos reales e infligir daño real». ¿Cuándo?
Esther Vivas es coautora, junto con Josep M. Antentas, de Resistencias Globales. De Seattle a la crisis de Wall Street (Editorial Popular, 2009).
Rebelión ha publicado este artículo con permiso de la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.