Cinco para la medianoche se encuentran en colisión el «escenario Afrasiabi» y el «escenario Ivashov» (ver Bajo la Lupa, 28/3/07), y existen datos duros para alimentar ambos enfoques. A una semana del 6 de abril, avanzado por el «escenario Ivashov» como fecha fatídica, apreciamos que la teocracia chiíta iraní parece haber pospuesto el bombardeo nuclear […]
Cinco para la medianoche se encuentran en colisión el «escenario Afrasiabi» y el «escenario Ivashov» (ver Bajo la Lupa, 28/3/07), y existen datos duros para alimentar ambos enfoques.
A una semana del 6 de abril, avanzado por el «escenario Ivashov» como fecha fatídica, apreciamos que la teocracia chiíta iraní parece haber pospuesto el bombardeo nuclear israelí-estadunidense (¿británico?), que busca una coartada más verosímil para sus opiniones públicas traumatizadas como consecuencia de sus catástrofes militares.
La espectacular visita a Siria de Nancy Pelosi, la audaz lideresa del Congreso de Estados Unidos, después de su segundo periplo a Israel ( Debka, 31/3/07) y tres días antes del «escenario Ivashov», pareciera poner entre paréntesis el bombardeo bautizado Operación Mordisco, en el que insisten ciertos medios semioficiales de Rusia ( RIA Novosti, 30/3/07) ¿Detenta Nancy la llave del bombardeo frente a la total inoperancia de Condi Rice?
Las fuentes rusas de seguridad afirman que «el Pentágono ha esbozado un plan muy efectivo (sic) que permitirá a Estados Unidos arrodillar a los iraníes a un costo mínimo (¡supersic!)». ¿No estará Rusia dando cuerda a EU para cavar su propia tumba en el golfo Pérsico?
La prestancia bélica estadunidense -dos portaviones nucleares, cuatro submarinos atómicos y 10 mil efectivos, ya no se diga el envío de antimisiles Patriot (experimentados en ejercicios militares con Israel)- ha llevado los juegos de guerra a cinco para la medianoche a 12 millas náuticas de la frontera con Irán, por lo que no puede ser desechado expeditamente el «escenario Ivashov» (destrucción de 17 de 20 plantas atómicas), abultado por la captura de 15 marinos británicos «extraviados» en Shat-el-Arab.
El general Leonid Grigorievich Ivashov volvió a la carga y aporta mayores datos a su escenario: ejercicios de defensa civil en Israel y evacuación de algunas embajadas occidentales en Teherán. De todo lo expresado, su parte más creíble, que coincide con el análisis multidimensional de Bajo la Lupa, versa sobre las apremiantes necesidades petroleras de EU: la guerra impulsaría su economía y frenaría el desplome del dólar.
Habría que aclarar que la guerra tendría que ser exitosa, porque en caso contrario estaríamos asistiendo al «epitafio» de la otrora superpotencia unipolar.
Debka (30/3/07), presunto portal oficioso del Mossad israelí, puso de cabeza los Bonos del Tesoro estadunidense al haber desinformado en forma perversa que en previsión al inminente bombardeo, los inversionistas de EU abandonaban Bahrain, la próspera isla del golfo Pérsico gobernada ahora por chiítas árabes.
En un reparto inteligente de roles, la diplomacia rusa excluye la solución militar, como han declarado el canciller Sergei Lavrov y el embajador en Delhi, Vyacheslav Trubnikov ( The Hindu , 31/3/07).
Kaveh Afrasiabi exulta que, «por ahora, Irán va adelante en el marcador» ( Asia Times , 30/3/07), pero que debía tener cuidado en alienar a la Unión Europea, que le podía propinar dolorosas medidas coercitivas financieras y comerciales. Afirma que los sauditas operaron una voltereta de último minuto en la cumbre árabe de Ryad, cuya intención era consolidar un frente anti-iraní, lo cual fue frustrado con la captura de los marinos británicos, que ha sido festejada triunfalmente por árabes y persas, sunnitas y chiítas, por igual. La perfidia británica para las balcanizaciones y las guerras solamente es igualada por la sapiencia iraní en secuestros.
Se percibe que el presidente Ahmadinejad pasó a la contraofensiva, en un juego muy cerrado y riesgoso de geometría variable, que está ganando por estrecho margen bajo la espada de Damocles del bombardeo. Ya decíamos que no había que subestimar a los iraníes, quienes cinco para la medianoche podían sacar bajo la manga un conejo de muy buen tamaño. Pues el conejo resultó de tamaño gigante: la «carta saudita».
Cuando la banca israelí-anglosajona apostaba a la balcanización medio-riental y a la «inevitable» lucha fratricida teológica entre sunitas y chiítas -desde Irak, pasando por todo el golfo Pérsico, hasta el Líbano-, durante la cumbre árabe, el rey saudita Abdalá lanzó una bomba al condenar la «ocupación ilegal de Irak por las tropas extranjeras» ( Yahoo News; 28/3/07), lo cual dejó estupefacto a Baby Bush.
La reacción más furibunda provino de los medios israelíes, encabezados por Debka (29/3/07), que escamoteó la importante concesión del rey Abdalá y su plan de paz para resolver el contencioso árabe-israelí y se concentró a fustigar que la «cumbre árabe de Ryad había fortalecido a los radicales (sic) Irán y Siria, y reconocía a los palestinos de Hamas».
Suena cómico que Debka califique el «radicalismo» ajeno, mientras en su portal semanal ( No.295, 30/3/07) se lamenta que la «jugada medioriental Bush-Rice se haya desplomado al haber sido abandonada por Arabia Saudita». Destaca que en la cumbre participó una amplia delegación iraní conducida por el canciller Manouchehr Mottaki, y concluye que el resultado fue el «colapso del llamado ‘frente árabe moderado’, en el que los gobiernos de Bush y Olmert habían apostado fuertemente».
¿Se gestó un «mini-Yalta» entre el rey saudita Abdalá y el presidente iraní Ahmadinejad para un condominio árabe-iraní en el golfo Pérsico, además de la resolución conjunta de los contenciosos en Irak, Palestina, Líbano y Siria? Quizá no llegue a tanto, pero el acercamiento entre Irán y Arabia Saudita es real.
Veinticinco días antes de la cumbre árabe, el presidente persa Ahmadinejad había realizado una visita de un solo día a Arabia Saudita. Nótese que en el ritual litúrgico de las costumbres milenarias de Medio Oriente no es lo mismo ser visitante, en este caso el presidente iraní, que anfitrión, el rey Abdalá, lo que manifestaba una concesión mayúscula del iraní, lo cual, naturalmente, pasó desapercibido a los barbáricos «expertos» de EU, quienes desconocen las sutilezas de la diplomacia regional y propias de las grandes civilizaciones. Antes lo habían visitado Dick Cheney, con el fin de concretar un frente árabe contra Irán (que incluía el dumping del petróleo para lastimar las finanzas persas), y luego (21 días antes de Ahmadinejad), el presidente ruso, Vladimir Putin, el recién entronizado «emperador de los geoenergéticos globales», por Bajo la Lupa.
En el bazar que se realizó en Arabia Saudita, pareciera que al rey Abdalá le convino más la postura de los rusos y los iraníes (los genios del «mercadeo medioriental»). El ingenio medioriental, que puede concretar el equivalente a una nouvelle entente (nuevo acuerdo) entre sunnitas y chiítas, puede poner de cabeza a la invasora dupla anglosajona. Mucho más a los estadunidenses, quienes son muy burdos y menos sofisticados que los pérfidos británicos.
Los israelíes solían jugar magistralmente la «carta chiíta» durante la bipolaridad nuclear de la guerra fría, pero los extravió su apocalíptico fundamentalismo paleobíblico y su alianza demencial con la fatua unipolaridad de sus correligionarios neoconservadores straussianos del torturador régimen bushiano. A cinco de la medianoche, Arabia Saudita parece haber detenido el reloj bélico.