En el país que no es todas y todos hablamos cuatro idiomas: dos de origen maya (el materno y el de intercambio), español e inglés. En el país que no es los hablantes de un solo idioma, el español, no logran acceder a espacios de decisión. En el país que no es el Ministerio de […]
En el país que no es todas y todos hablamos cuatro idiomas: dos de origen maya (el materno y el de intercambio), español e inglés.
En el país que no es los hablantes de un solo idioma, el español, no logran acceder a espacios de decisión.
En el país que no es el Ministerio de Educación está dirigido por pedagogas y las ministras son candidatas naturales al cargo de Presidente.
En el país que no es los Presidentes de la República tienen nutridas bibliotecas (es decir, leen) que, al final de su mandato, se convierten en bibliotecas públicas.
En el país que no es existe un Ministerio de Bosques y el presupuesto de defensa no se incrementa en tiempos de paz.
En el país que no es nunca consentiríamos que se destinaran a investigación apenas dos millones de quetzales, es decir, el 0.004% del Producto Interior Bruto (no me equivoco en el número de ceros).
En el país que no es florecen -en todos los parques, barrios y colonias- escuelas de astronomía, matemática, arqueología, antropología, música, pintura y literatura, es decir, la conexión del futuro con nuestro pasado espiritualmente fastuoso.
En el país que no es existen parques.
En el país que no es reconocemos las culturas vivas, no las ruinas mayas.
En el país que no es pagan impuestos quienes más tienen y la carga tributaria (porcentaje de tributación sobre el Producto Interior Bruto) se acerca al existente en Estados Unidos, México y Canadá (25.6%), Unión Europa (39.4%), Dinamarca (49.6%) o Suecia (50.7%), sin que aumente de forma alarmante el número de suicidios.
En el país que no es pagamos impuestos.
En el país que no es consideramos la lluvia una fiesta de la creación, no una maldición, y estamos preparados para enfrentar los fenómenos naturales.
En el país que no es recordamos con horror el pasado infausto, cuando el 72% de la tierra cultivable se «encontraba» en manos de un 3% de la población. ¿Cómo se explica eso? dicen los más jóvenes. Era una vergüenza, exclaman los ancianos. ¿Por qué lo soportamos? nos preguntamos ahora.
En el país que no es las mujeres asesinadas son víctimas, no mareras ni delincuentes. En el país que no es nunca hay mujeres ni hombres asesinados.
En el país que no es el mayor problema de seguridad lo constituyen municipios de pobreza prácticamente unánime: Sibinal-97.2%, Tacaná-98.5%, Ixchiguán-97.2%, Tajumulco-98.7%, Sipakapa-97.3%, Comitancillo-98.7%
En el lado izquierdo de el país que no es desconocemos la «dispersión, el celo, la apatía, la individualización, el sectarismo» (Frente Nacional de Lucha). Predomina la «ética, el trabajo de base y la perspectiva socialista» (Frei Betto).
En el país que no es miramos hacia el sur, porque del sur somos: el sur violento por necesidad (lucha armada), el sur ambicioso (guerrillas centroamericanas en lucha contra el imperio), el sur innovador (socialismo del siglo XXI), el sur en ocasiones personalista (Hugo Chávez), el sur obligado a romper esquemas (capitalismo-socialismo real), el sur extremo en su riqueza y pobreza (Brasil y Guatemala), el sur múltiple y variado (garífunas, indígenas, blancos), el sur enorme, alegre y turbador: en definitiva, único.
En el país que no es los Acuerdos de Paz son historia porque fueron cumplidos en su totalidad diez años después de su firma.
La fábula del país que no es se puebla con estadistas, partidos poseedores de visión estratégica, políticas públicas para la multiculturalidad, la equidad de género y la justicia social. No hacen falta ejércitos ni coroneles, aunque sean de la primavera, y hemos optado en el país que no es por los colores múltiples, las lenguas y pensamientos diversos, la lucha contra el hambre como preocupación central , el extremo más racional de nuestra ternura y el más tierno de nuestra razón, el reparto solidario de la riqueza y los himnos y banderas que, en vez de separarnos, nos unan.