Empezamos 2006 como terminamos, continuo de muerte y vida. Muerte, ya lo saben: (in)contables asesinatos durante el primer mes del año, «el mes más violento en 15 meses, con 201 muertes según reporta la morgue del Organismo Judicial». (Siglo XXI) Otras muertes son menos conocidas pero igualmente trágicas: diecisiete fallecidos por hipotermia desde el mes […]
Empezamos 2006 como terminamos, continuo de muerte y vida. Muerte, ya lo saben: (in)contables asesinatos durante el primer mes del año, «el mes más violento en 15 meses, con 201 muertes según reporta la morgue del Organismo Judicial». (Siglo XXI)
Otras muertes son menos conocidas pero igualmente trágicas: diecisiete fallecidos por hipotermia desde el mes de noviembre en el departamento de Totonicapán (Prensa Libre). Muertes por pobreza, por injusticia, por desigualdad. Por indiferencia: ¿nos hemos acostumbrado a la tragedia? ¿Es natural que diecisiete personas mueran de frío en un solo departamento? ¿Quiénes eran esas diecisiete personas, qué edades tenían, cómo se llamaban, a qué se dedicaban? ¿Quién los enterró, quién los recuerda y los llora?
Otros datos nos abruman y condenan a una lenta agonía o eterna supervivencia, como personas y como país: la cortedad de los fondos para educación, vivienda o salud (Guatemala gasta sólo 22 dólares por año y persona en salud pública, según Inforpress); la pequeñez del presupuesto. «Con la actual carga tributaria del 10% y un presupuesto público que apenas llega al 13.9% del PIB, sólo dibujamos una caricatura del tamaño de las riquezas del país y de sus necesidades. Tanto la carga tributaria como el presupuesto público deberían ser al menos el 25% del PIB para que sean herramientas de desarrollo». (Álvaro Velásquez, Prensa Libre)
Después de Stan: aquí había un jardín
Continúa también la incertidumbre pos Stan, 285,000 personas amenazadas de hambre, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO; pérdida de 60% de maíz y 80% de frijol en zonas afectadas, según el Programa Mundial de Alimentos, PMA. La destrucción física, casi cuatro meses después del paso de la tormenta, recuerda los versos de Otto Raúl González:
«Aquí había un jardín y ahora hay un abismo
aquí había una flor y ahora hay una lágrima
aquí había un torrente de risas infantiles
y ahora sólo se halla un surtidor de llanto
aquí había una fuente que cantaba y cantaba
ahora hay un pozo triste que solloza y solloza
aquí había un camino y ahora hay un barranco
aquí había un cuerpo rico y ahora hay un cadáver»
Aun así, vida. Vida, qué les voy a contar si ustedes la reproducen, la transforman, la hacen crecer a diario, milagrosa repetición de los pocos y escasos peces de que disponemos. Vida en los proyectos comunitarios, muchos más que los 181 presentes en el recinto de GuateÄmala. Derroche de color en la calle central de Panajachel, en Santa Catarina Palopó, en San Pedro Sacatepéquez. Iniciativa en las esquinas de la capital donde los vendedores ofertan, negocian y venden lo inverosímil. Imaginación, creatividad y originalidad en la naciente y explosiva industria cinematográfica (la producción más reciente, «Amorfo: te busqué»). Desparpajo en el arte. Orgullo en la diversidad de lenguas, sentires y miradas. En fin, V I D A. Y esperanza.
Otro mundo es posible
«A pesar de las actuales condiciones globales de hegemonía unipolar, de dominio del capital transnacional, de deterioro permanente del planeta, de la dictadura mediática y de la «pagana» deificación del mercado (.) es posible pensar que otro mundo es posible». (Adrián Zapata, Siglo XXI) ¿Cuáles son las señales positivas para este otro mundo posible, más allá del hartazgo de lo actual y el necesario optimismo de lo futuro?
Una primera señal, la crisis del Consenso de Washington y del neoliberalismo que se expresa no sólo en la victoria del Movimiento al Socialismo, MAS, y Evo Morales en Bolivia («El MAS de Evo Morales parece representar una corriente histórica nacionalista y antiimperialista que vuelve a levantarse contra las consecuencias de dos décadas de políticas neoliberales», Página 12) o en las anteriores de fuerzas progresistas en Uruguay, Brasil o Venezuela, sino sobre todo en la evolución de Argentina desde la vanguardia neoliberal durante los años noventa a un modelo de difícil definición (liberal, social cristiano, latinoamericanista), pero independiente e innovador. Esta evolución queda reflejada en el discurso del presidente Kirchner en la IV Cumbre de las Américas (noviembre 2005): «Existe evidencia sobre el fracaso de la teoría del derrame (.) Nos hacemos cargo como país de haber adoptado esas políticas económicas, pero queremos que los organismos internacionales también lo ha
gan».
Segunda señal, el desarrollo de propuestas que tienden a la recuperación del Estado como espacio de construcción democrática; la reorientación del desarrollo; la reforma tributaria y la reprivatización de mucho de lo que fue privatizado. En Movimientos y poderes de izquierda en América Latina, Atilio Borón afirma:
«A partir de la experiencia del último cuarto de siglo, es evidente que las alternativas -porque serán muchas, sin duda- al neoliberalismo, contendrán en grados variables, los siguientes elementos:
En primer lugar, una vigorosa reconstrucción del Estado, destruido o jibarizado por las políticas ortodoxas. El Estado es el terreno sobre el cual puede apoyarse la democratización de la sociedad.
En segundo lugar, deberá reorientarse radicalmente el rumbo económico en dirección al mercado interno, la redistribución de las riquezas y los ingresos, la promoción del desarrollo y la sustentabilidad ecológica (.) Es imprescindible someter a revisión todo lo actuado durante el periodo neoliberal (.) Se requerirá por consiguiente des-privatizar gran parte de lo privatizado; «re-regular» lo que había sido desaprensivamente desregulado; poner fin a la liberalización imperante y comenzar a poner en marcha políticas activas en diversas áreas de la economía y la sociedad. Se necesita, en suma, detener las mal llamadas «reformas económicas» inspiradas por el Consenso de Washington.
Un área prioritaria en esta gran reconstrucción que tendrá que llevarse a cabo es, sin duda alguna, la política tributaria. Esta constituye el talón de Aquiles de las economías latinoamericanas. El baldón que significa ser la región con la peor distribución de ingresos y riquezas del mundo tiene, como su reverso, el hecho de que esta parte del globo es también la de mayor inequidad tributaria a escala mundial. En nuestro continente prevalece el «veto tributario» de las clases dominantes».
Qué hacer
En Guatemala todavía caminamos a la inversa de las señales que anuncian el fin de un ciclo y próximos cambios: debilitamiento del Estado o falta de interés en su fortalecimiento, expresada en el fracaso de la reforma tributaria; apuesta por el TLC y la inversión extranjera; subordinación a Estados Unidos. «En Guatemala, desde los tiempos del famoso Programa de Reordenamiento Económico del gobierno democratacristiano hasta las recurrentes medidas de política monetaria que se adoptan año con año, son una réplica de lo que ha venido molestando en América Latina, ofreciendo paraísos maravillosos que se han tornado en destinos inciertos». (Edgar Balsells, El Periódico)
Para transformar la muerte en vida e invertir este modelo de paraíso frustrado son necesarias transformaciones no sólo en la organización del Estado sino también en las estrategias de organización y lucha de los sectores populares: asumiendo en primer lugar, que las convergencias políticas y sociales, las nuevas mayorías, los liderazgos legítimos, los triunfos históricos, los buenos resultados electorales (a propósito de Bolivia) son procesos de construcción compleja, alejados de la copia mecánica, el simplismo analítico, la sobreestimación del activismo sobre la conceptualización, las divisiones frívolas y la improvisación.
En segundo lugar, abriendo los ojos a las nuevas realidades sociales y su compleja diversidad (étnica, de género, económica): es decir, aprendiendo a «leer correctamente las nuevas realidades de nuestro tiempo». (Borón)
En tercer lugar, rechazando el verticalismo y renovando los espacios organizativos, para superar «la esclerosis de estructuras y prácticas organizativas y el anacronismo de los discursos». (Ibíd.)
En definitiva, los cambios externos sólo pueden ser impulsados desde la renovación interna. Para Miguel Ángel Sandoval, es necesario rediseñar y explorar nuevos «instrumentos políticos (.) Los partidos tradicionales no bastan y no alcanzan a entender siquiera la magnitud de lo que se avecina».
Sólo así transformaremos esta esperanza -hoy- de la voluntad en opción de transformación:
«Pero mañana compadre con el amor del mundo
jardín será el abismo y flor será la lágrima
el llanto será risa canción será la fuente
del pozo brotarán palomas y luceros
y el cadáver doliente recobrará la vida»