Las consecuencias de décadas de ejercicio de políticas neoliberales en el continente latino-americano fueron notorias: comprometimiento de las soberanías nacionales y debilitamiento das democracias y autonomías de las naciones, agravamiento del endeudamiento y de la dependencia del flujo de capitales especulativos, estagnación económica, ampliación de la miseria y de la exclusión social y la desconstitución […]
Las consecuencias de décadas de ejercicio de políticas neoliberales en el continente latino-americano fueron notorias: comprometimiento de las soberanías nacionales y debilitamiento das democracias y autonomías de las naciones, agravamiento del endeudamiento y de la dependencia del flujo de capitales especulativos, estagnación económica, ampliación de la miseria y de la exclusión social y la desconstitución de los Estados como instancias proveedoras de condiciones de desarrollo sostenible y justo.
Las promesas no cumplidas de redención democrática con desarrollo pujante en el continente, que fueron parte del teatro del fin de la historia y de la llegada al nirvana neoliberal, sustituyeron las ilusiones del neoliberalismo por un sentimiento crítico y una conciencia clara acerca de la incapacidad intrínseca al capitalismo en su etapa neoliberal de resolver las necesidades existenciales básicas de la población.
La crisis de la hegemonía neoliberal, que se comprobó en términos objetivos con la falencia de las fórmulas de los (des)ajustes estructurales de hecho desajustadores, llevados a cabo de modo clásico en países como Argentina en los años 1990, se acentuó sobremanera en los últimos años a partir del crecimiento de un sentimiento social amplio que ansia por cambios y por la superación del modelo.
En ese escenario, en los últimos años se verificó el avance de formas sociales de representación institucionalmente concebidas en redes y campañas de la sociedad civil que permitieron la formulación de plataformas consensuales en torno de alternativas continentales al neoliberalismo. Los reflejos de la madurez de esas condiciones son, por ejemplo, el rechazo del proyecto de la ALCA – Área de Libre Comercio de las Américas – y las conquistas electorales progresistas en varios países, como Brasil, Venezuela, Uruguay y Argentina, cuyas situaciones abren nuevas perspectivas para la implementación de proyectos nacionales distintos, y también de proyectos de integración simétricos y solidarios entre las naciones.
La ALBA – Alternativa Bolivariana para las Américas – nace en ese contexto, y, más allá de contraponerse a la ALCA, representa una hipótesis concreta de integración en moldes post-neoliberales; asume, debido a los aspectos involucrados en eses acuerdos (salud, educación, abastecimiento y energía), un carácter de ejemplaridad en relación a las posibilidades de integración fundadas en la generosidad, en el humanitarismo y en tornar viables soluciones para los graves problemas enfrentados por nuestros pueblos.
Telesur, otra iniciativa que se desarrolla en un escenario fecundo para la gestación de alternativas integradoras, igualmente tiene un sentido revolucionario y singularmente importante para a educación política no pasteurizada y para la reconstitución de la cultura de hermandad de los pueblos latino-americanos.
Todas esas iniciativas, así como el combate al terrorismo y la lucha por la paz – donde la deportación del criminal Posada Carriles es pieza fundamental -, ganan importancia trascendental en el actual momento geopolítico en Latino América, si entendidas como partes de una estrategia superadora del estándar neoliberal e imperial de dominación que experimentan su principal crisis de hegemonía en la región.
Tal contexto continental demanda de los gobernantes, de los parlamentarios, de la sociedad civil, de los partidos políticos y de todos los movimientos sociales el involucrarse protagonista, articulado e integrado, de forma que las iniciativas y alternativas propuestas o en curso puedan resultar, efectivamente, en logros democráticos para la soberanía de las naciones, para avanzar las políticas públicas y para la afirmación política y económica del continente latino-americano.
Nunca la situación del hemisferio estuvo tan favorable para la posibilidad de la construcción de paradigmas post-neoliberales y antiimperialistas, a pesar de las gigantescas contradicciones vividas en Brasil y las incertidumbres que cercan determinados procesos nacionales. Solamente con la acción concreta de la militancia de izquierda, con la unidad de clase entre los subalternos y con la clara consciencia y defensa de un programa democrático y popular se podrá hacer que la balanza penda para el lado de los oprimidos del continente.
(*) Jeferson Miola es parte de IDEA – Instituto de Debates, Estudos e Alternativas de Porto Alegre, fue Coordinador-Ejecutivo del 5º Foro Social Mundial.
Traduccion de Bettina Gertum Becker, 24/08/2005.