Llegar a Hanoi, visitar la que fue Casa del Tío Ho, escuchar a la gente hablar de él y recibir el Botón de Oro con su rostro, recuerda con Nicolás Guillén que: «Al final del largo viaje,/ Ho Chi Minh suave y despierto: / sobre el albura del traje/ le arde el corazón abierto. / […]
Llegar a Hanoi, visitar la que fue Casa del Tío Ho, escuchar a la gente hablar de él y recibir el Botón de Oro con su rostro, recuerda con Nicolás Guillén que: «Al final del largo viaje,/ Ho Chi Minh suave y despierto: / sobre el albura del traje/ le arde el corazón abierto. / No trae escolta, ni paje. / Pasó montaña y desierto: / en la blancura del traje, / sólo el corazón abierto. / No quiso más para el viaje…».
En 1967 se edita Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que se convierte en el mejor ejemplo del realismo mágico, un «género literario» latinoamericano que, sirviéndose del surrealismo, mezcla lo mítico y lo cotidiano para captar la historia y la cultura. Quién no recordará años después aquel párrafo de inicio que dice así: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía, había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».
En ese mismo año, intelectuales y artistas estadounidenses promueven grandes manifestaciones contra la guerra de Vietnam. La Carta enviada por el líder vietnamita, Ho Chi Min al presidente de Estados Unidos Lyndon B. Jonson, en respuesta a un mensaje anterior del mandatario provoca un remezón en la opinión pública estadounidense: «Vietnam se encuentra a miles de kilómetros de Estados Unidos. Los vietnamitas nunca han hecho ningún daño a Estados Unidos, pero Estados Unidos ha intervenido de forma continuada en Vietnam, en abierta contradicción con las promesas realizadas por su representante en la Conferencia de Ginebra de 1954, y ha intensificado la agresión militar contra Vietnam del Norte para prolongar la división de nuestro país y convertir a Vietnam del Sur en una colonia y en una base militar. Desde hace dos años, el gobierno de Estados Unidos mantiene una guerra contra la República Democrática de Vietnam, un país independiente y soberano, con el apoyo de sus fuerzas aéreas y navales. El ejército de Estados Unidos ha cometido crímenes de guerra, crímenes contra la paz y contra la humanidad. En Vietnam del Sur, medio millón de soldados de Estados Unidos y de sus aliados utilizan el armamento más inhumano y las estrategias militares más bárbaras posibles. Usan napalm, armas químicas tóxicas y gas para masacrar a nuestros compatriotas, destruir las cosechas y arrasar pueblos enteros. Miles de aviones de Estados Unidos han arrojado cientos de miles de toneladas de bombas sobre Vietnam del Norte, destruyendo ciudades, pueblos, industrias y colegios. En su mensaje parece lamentar el sufrimiento y la destrucción que sufre Vietnam. Permítame entonces que le pregunte quién ha cometido esos monstruosos delitos. Ha sido Estados Unidos, y sus aliados. El gobierno de Estados Unidos es el único responsable de la gravísima situación que se vive en Vietnam.
La agresión militar de Estados Unidos contra el pueblo de Vietnam constituye un desafío a los países socialistas, una amenaza para el movimiento de independencia nacional y un grave peligro para la paz en Asia y en el resto del mundo. Los vietnamitas aman profundamente la independencia, la libertad y la paz. Pero se han levantado como un solo hombre ante la agresión de Estados Unidos, sin temor a los sacrificios ni a las penalidades. Están decididos a seguir resistiendo hasta conseguir la verdadera independencia, la libertad y la paz. Nuestra justa causa despierta el apoyo y un fuerte sentimiento de solidaridad entre los ciudadanos de todo el mundo, incluidos muchos sectores de la sociedad estadounidense. El gobierno de Estados Unidos ha desatado una guerra contra Vietnam y la agresión debe cesar. Es la única forma de restaurar la paz. El gobierno de Estados Unidos debe detener sus bombardeos y todos los demás actos de guerra contra la República Democrática de Vietnam, definitiva e incondicionalmente. Debe retirar de Vietnam del Sur a todas sus tropas, propias y aliadas; reconocer al Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur, y permitir que sean los ciudadanos vietnamitas quienes solucionen sus propios asuntos. Ésta es la base de los cinco puntos que mantiene el gobierno de la República Democrática de Vietnam, y que incluyen los principios esenciales de los Acuerdos de Ginebra de 1954 sobre Vietnam. Es la base de una solución política adecuada al problema de Vietnam. En su mensaje sugería el establecimiento de conversaciones directas entre la República Democrática de Vietnam y Estados Unidos. (…) Sólo después de un cese incondicional de los bombardeos y de todos los demás actos de guerra contra la República Democrática de Vietnam, podrán los dos países iniciar conversaciones y dialogar sobre las cuestiones que nos afectan. Los vietnamitas no se rendirán nunca ante la agresión, y no aceptarán conversaciones bajo la amenaza de las bombas. Nuestra causa es absolutamente justa. Sólo cabe esperar que el gobierno de Estados Unidos actúe de forma racional».
En marzo de 1972 ciento veinte mil soldados norvietnamitas entran en Vietnam del Sur. La acción, apoyada por las guerrillas del Frente Nacional de Liberación, toma por sorpresa a los ejércitos estadounidense y survietnamita. Estados Unidos decide bombardear Vietnam del Norte como nunca lo había hecho hasta el momento. En diciembre los bombardeos masivos de Hanoi y Haiphong provocan la condena mundial, por la muerte masiva de civiles. Durante muchos años se recordará en todo el mundo la fotografía de una niña norvietnamita corriendo tras los bombardeos con Napalm realizados por Estados Unidos a la aldea de Trang Bang. El 27 de enero de 1973 se firma un tratado de paz. Es el principio del fin. La guerra más larga, de las tantas protagonizadas por Estados Unidos, provoca su primera derrota militar, ante un país pequeño, pobre y tecnológicamente poco avanzado. Quedan en el camino 57.000 soldados estadounidenses y más de dos millones de vietnamitas entre civiles y militares…
Sin embargo, recién el 30 de abril de 1975 Saigón será liberada por los combatientes vietnamitas, y Estados Unidos expulsado definitivamente de Vietnam. Ahora sí, la guerra llegaba a su fin… Saigón será Ho Chi Minh, aunque en realidad toda Vietnam es Ho Chi Minh…
Tras la derrota militar, el escándalo político. En junio de 1972 cuando Richard Nixon emprende su campaña presidencial para el segundo mandato, un guardia de seguridad del Watergate, complejo de hoteles y oficinas de Washington, advierte que se está cometiendo un robo en la sede nacional del Partido Demócrata. La policía detiene en el lugar a cinco hombres que portan micrófonos y luego a otros dos. Pronto se sabe que los detenidos, algunos de ellos ex agentes de la CIA y el FBI, están relacionados con la Casa Blanca y el Comité para la Reelección del presidente Nixon. El escándalo provocado por el hecho desembocará en 1974 en la primera dimisión de un presidente estadounidense en su historia.
Ahora, visitando su casa modesta de Hanoi, vuelvo a recordar a Ho Chi Minh, el hombre que venció los imperios de Francia y Estados Unidos y nunca perdió su humildad y nunca dejó de caminar… Porque tarde o temprano, como él diría, llega el buen tiempo: «Todo cambia, es la ley, gira y gira la rueda de la naturaleza: tras la lluvia el buen tiempo siempre llega. En un instante el mundo se despeja de sus ropas mojadas, y en diez mil Li a la redonda sus tapices brillantes el paisaje despliega. Al tierno sol, por la brisa ligera acariciada, se abre una flor y cándida sonríe. Allá arriba, en las ramas más altas, por la lluvia lavadas, armonizan en coro los pájaros sus cantos. Llena los corazones la alegría, todo siente el renuevo. La amargura vencida deja su sitio al júbilo. Es la vida.
Texto del libro Retratos Escritos, de Kintto Lucas, Quito, 2014.
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