«El gobierno federal de Vicente Fox tira una piedra y esconde la mano», dice el vocero del concejo autónomo, quien dialoga con La Jornada en la sede municipal rebelde, rodeado por varios miembros de la autoridad autónoma que hablan solamente en tzotzil para dirigirse a su portavoz, un indígena que se expresa en castellano con […]
«El gobierno federal de Vicente Fox tira una piedra y esconde la mano», dice el vocero del concejo autónomo, quien dialoga con La Jornada en la sede municipal rebelde, rodeado por varios miembros de la autoridad autónoma que hablan solamente en tzotzil para dirigirse a su portavoz, un indígena que se expresa en castellano con peculiar elocuencia.
«Nosotros estamos rodeados orita mismo por los paramilitares del gobierno. Siguen entrenando, y más ahora que salieron sus presos, los que participaron en el ataque de Acteal. De por sí se sienten siempre protegidos por el Ejército federal y la policía.»
El concejo autónomo revela tres noticias alarmantes. Primera, que muchos paramilitares priístas de Yabteclum, Los Chorros y Tzanembolom se pasaron a las filas del Partido de las Revolución Democrática (PRD), sin dejar la contrainsurgencia. Segunda, que los grupos armados vinculados al gobierno perredista de Zinacantán, que ya han actuado anteriormente, están aliados con al menos un sector de los paramilitares de Chenalhó, quienes nunca fueron desarmados, y desde 1997 no han dejado de operar, amenazar y mantener en el exilio a miles de indígenas zapatistas.
La tercera novedad es que hace 10 días llegaron a Yabteclum varios camiones con «paramilitares» perredistas de Zinacantán, amenazando con atacar la comunidad de Polhó. «Tenemos información de que están a la orden del presidente del PRD estatal», dice el vocero autónomo. «Nosotros no dormimos, no estamos contentos. Es mucho desvelo. Sabemos que son los que nos atacaron cuando fuimos a Zinacantán para ayudar a nuestros compañeros de sus ‘agüitas’ y cosas que les hacen falta» (se refiere a la emboscada del 10 de abril en Pasté, donde más de 30 civiles zapatistas resultaron heridos, algunos de bala).
El grupo procedente de Zinacantán, alardeando «venir armado», se internó en el pueblo de Yabteclum y se reunió con presuntos correligionarios de la localidad. El reportero inquiere si verdaderamente portaban armas estas personas, y el hombre, quien por cierto es originario de Yabteclum, responde: «Sí, varios compañeros vieron que tenían armas de fuego».
(Lo cual llama la atención, pues resulta que en la zona más militarizada y patrullada de los Altos, el tránsito con armas estaría sucediendo como si nada. El día de hoy, por cierto, los movimientos militares y de las policías judicial y sectorial del estado eran intensos. En Las Limas, Yabteclum y Polhó, cuando menos.)
Los indígenas llevan en alerta más de una semana. «No podemos movernos. Pero tampoco queremos morirnos». Ya hace tres meses, recuerda, «los paramilitares dispararon contra compañeros desplazados que iban por Tulantic a cuidar su milpa. Y hace un mes le hicieron igual a otros compañeros en Naranjatic Alto. Con disparos no nos dejaron pasar a trabajar el cafetal y recoger leña. Ahora la amenaza es contra Polhó». Dice que el paso de soldados y policías por Polhó y otras comunidades es constante, «día y noche». Por eso los desplazados «están con hambre, con sed y con desvelo».
A siete años de iniciado el exilio, los indígenas no se acostumbran. «El gobierno federal siempre se lava las manos, y se hace a un lado el Ejército federal, que además preparó a los paramilitares y mantiene contacto con los priístas que gobiernan el municipio».
En Chenalhó, considera, «los del PRD tienen la misma cabeza y son la misma rama de los priístas». Relata que en la ciudad cabecera del municipio vecino de Pantelhó «hay priístas mestizos, abogados y políticos que se hicieron del PRD y se involucran en chingar a la gente».
Siete años de exilio
Los desplazados de Polhó acaban de cumplir siete años de haber dejado sus parajes originarios. De éxodo y resistencia.
«El 24 de mayo de 1997 fuimos cercados y atacados ‘del paramilitar’ entrenado por el Ejército federal. Desde ese día fuimos desplazados, hasta orita, igual. Nos atacaron con disparos, y aunque somos rebeldes, no respondimos. No es con ellos la lucha, son indígenas como nosotros. Los paramilitares fueron pagados por los funcionarios priístas, y empezaron por atacar a los propios priístas, pero sobre todo a nosotros.
«El presidente municipal de entonces, Jacinto Arias Cruz, recibió dinero del gobierno de Julio César Ruiz Ferro para vencer y aniquilar a los pueblos indios. El gobierno no quiere que el pueblo reclame. Nosotros por lo tanto hasta la fecha estamos concentrados en esta comunidad de Polhó, sin nuestras tierras.»
De acuerdo con el concejo autónomo, existen 6 mil 662 desplazados zapatistas, distribuidos en Polhó (la mayor parte), Acteal y el «Campamento 8» en Yaxjemel. Junto con las comunidades autónomas que se extienden por todo Chenalhó, estos desplazados constituyen el municipio rebelde.
Sus condiciones de salud, alimentación y bienestar son mínimas. Y cada vez reciben menos ayuda del exterior. «En diciembre se retiró la Cruz Roja. Le pedimos que no, o que hagan favor de mandar maíz y frijol tan siquiera. Aquí mismo hablamos con su representante», dice, y señala el cuarto de madera donde nos encontramos ahora.
«Teníamos un víngulo (vínculo). Un día vienen ellos y dicen aquí se corta. Hablan del víngulo de amor que tienen con nosotros, y nos mandan como quien dice por un tubo. Que necesitan dar mantenimiento a la gente en Irak, nos explicaron. No les importa que nos lleve la chingada. Pero nosotros estamos aquí de pie, firmes. Después de la Cruz Roja, sólo nos llega una poquita ayuda de la solidaridad internacional. Nada alcanza.»
Menciona las «muchas desnutriciones y muchas enfermedades de niños, hombres y mujeres». Aunque hay promotores de salud, «no tenemos ninguna medicina».
El poco café que los desplazados pueden vender, los coyotes lo toman por siete pesos. Después de la creación de la junta de buen gobierno de los Altos «pudimos vender unos 30 kilos, los que tienen café, con las cooperativas autónomas, pero no alcanza nuestra producción para hacer comercio». A unos 100 metros de Polhó se localiza el beneficio cafetalero Majomut, «pero lo tienen en su poder los priístas, y golpean a los pobres». (Y a 20 metros del beneficio se asienta una importante base militar. Por cierto.)
El vocero autónomo reitera su preocupación por los paramilitares presuntamente perredistas. «Los de Tzanembolom y Yabteclum están coordinados. Y los paramilitares priístas de Chimix y Canolal siempre nos amenazan. Vemos que todo ese grupo armado es especial para los zapatistas. Los siguen gentes, pero es por interés personal de los líderes y funcionarios, que forman esos grupos para quitar a los zapatistas de enmedio y ganar más votos para el gobierno. Piensan que si no chingan a los zapatistas, no van a tener votos».
Y remata sus palabras con un memento: «¿On tan los 15 minutos que dijo Fox que se iba a tardar en resolver? Que se acuerde».