Ya pasaron cinco años desde que terminó la guerra civil en Sri Lanka, pero la población más joven siente que todavía falta mucho para lograr una verdadera reconciliación nacional. Los jóvenes creen que falta comprensión y que las generaciones de mayor edad no están dispuestas a atender las divisiones que siguen existiendo en este país […]
Ya pasaron cinco años desde que terminó la guerra civil en Sri Lanka, pero la población más joven siente que todavía falta mucho para lograr una verdadera reconciliación nacional.
Los jóvenes creen que falta comprensión y que las generaciones de mayor edad no están dispuestas a atender las divisiones que siguen existiendo en este país insular, donde años de conflicto étnico crearon una cultura de desacuerdos que no se liquidó en el campo de batalla cuando terminó, en mayo de 2009.
Activistas y funcionarios de distintos sectores del gobierno realizaron un llamado unánime para que las autoridades esrilanquesas escuchen a los cerca de cinco millones de muchachas y muchachos de entre 15 y 25 años, quienes definirán el futuro del país.
Si se margina a ese sector de la población, será imposible lograr una paz duradera, arguyeron.
Milinda Rajapaksha, director del Consejo Nacional de Servicios para Jóvenes, dijo a IPS que el organismo coordina varios programas en todo el país que demuestran que jóvenes de distinto origen étnico están dispuestos a trabajar juntos.
El Consejo es el mayor organismo estatal dedicado a los jóvenes. Tiene dependencias en todo el territorio y ya implementó 20 programas a escala nacional para trabajar en la reconciliación.
«Comprensión, colaboración y cooperación entre los jóvenes es la única solución para lograr una reconciliación total», remarcó Rajapaksha.
Dado que miles de jóvenes pelearon en la guerra, ya sea como soldados de las fuerzas gubernamentales cingalesas o al lado de los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil Eelam (LTTE), es importante que se tiendan puentes para acercar lo que alejó el cruento conflicto.
Otro asunto a tener en cuenta, según Ramzi Zain Deen, director nacional de la organización Sri Lanka Unites, es que la pirámide de edad se vuelve regresiva.
«En Sri Lanka se prevé un envejecimiento de la población. Habrán más personas de más de 40 años en los próximos 10 a 15 años, entre ellas yo mismo, lo que quiere decir que habrá más gente resistente al cambio», subrayó Deen.
En 2011, 10 por ciento de la población de este país tenía más de 60 años; y según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en 2025 representarán 20 por ciento.
Los adolescentes y los jóvenes son mayoría, alrededor de 26 por ciento, y su falta de acceso al poder político significa que dependen de la generación mayor para expresar sus ideas.
Pero lejos de sentir que están en buenas manos, muchos dicen que ni siquiera los escuchan, mucho menos representarlos como actores indispensables para el futuro de su país.
Una carga pesada
Pradeep Dharmalingam es un joven de la región norte, que estuvo bajo control del LTTE hasta 2009. Todas las semanas, este muchacho de 20 años recorre 360 kilómetros de Jaffna, capital de la provincia Norte, a Colombo.
Donde sea que esté, percibe la renuencia de la generación de mayor edad a aceptar el cambio, dijo a IPS. Asuntos como la devolución del poder a las provincias, en especial a la mayoría tamil que ocupa la región norte y este, son muy delicados, y los mayores no sueltan sus ideas anquilosadas sobre el futuro político del país, analizó.
«En Colombo veo un extremo, donde la gente habla de desarrollo y de dinero y nada más; en Jaffna, el otro extremo, lo único que escucho son conversaciones sobre el cambio político», relató.
«No hay un punto medio», se lamentó. «Nadie de la generación de nuestros padres nos dice cómo limar las asperezas en nuestro país», añadió Dharmalingam.
Su amigo y compañero del curso de sistemas en Colombo, Anil Dassanayake, dijo a IPS que las personas de más edad deben dejar «de criticar y dejar el pasado atrás».
Dassanayake, de 21 años, reconoció que los jóvenes no entienden totalmente cómo fue la vida durante la guerra, que dejó unas 1000.000 personas muertas en tres décadas.
«Debió ser terrible, pero tenemos que hacer todo lo posible para estar unidos como nación», añadió.
Uno de los problemas, remarcó Deen, es que los mayores consideran que la reconciliación y el desarrollo son dos asuntos separados, pero nosotros los jóvenes los vemos como movimientos paralelos, que funcionan juntos.
«Es importante para todos en este país comprender el concepto de vivir en armonía», insistió. «Por eso trabajamos con los más jóvenes que reconocen que la paz y la armonía están estrechamente relacionadas con el desarrollo», añadió.
Los temores de Deen se reflejan en las iniciativas de desarrollo de posguerra que inundaron las zonas donde se desenvolvió el conflicto en el norte y este de Sri Lanka.
El joven tamil Benislos Thushan dijo a IPS que las variadas obras de infraestructura no lograron mejorar la vida de la población local, posiblemente por la persistente discriminación racial que sufrió la minoría tamil.
«Se construyeron grandes rutas, entre otros proyectos, pero la gente sigue siendo pobre y busca trabajo», añadió.
El gobierno dice que gastó cerca de 4.000 millones de dólares en grandes obras de infraestructura solo en la provincia Norte, pero los números muestran que el desempleo en la zona duplica el promedio nacional de cuatro por ciento.
Las autoridades locales confirman que muchos graduados no consiguen empleo o buscan en otras provincias ofertas por debajo de sus capacidades.
«No hay cargos directivos aquí», indicó Sivalingam Sathyaseelan, secretario del Ministerio de Educación provincial, al ser consultado por IPS. «Lo único que hay pertenece a la categoría de jornalero. Muchos jóvenes aspiran a algo mejor», añadió.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2014/05/jovenes-de-sri-lanka-ansian-una-verdadera-reconciliacion/