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Kos, Bodrum, refugiados desesperados y un niño que agoniza

Fuentes: CounterCurrents.org

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Hay parapentes volando sobre un impresionante mar esmeralda. Las hordas veraniegas están llegando a la isla griega de Kos desde todos los rincones de una Unión Europea cada vez más agresiva. No observo en las caras de los visitantes ningún sentimiento de pesar, de vergüenza, por esa Europa que acaba de violar y humillar a Grecia, forzando a su Gobierno a cancelar la democracia, a sucumbir ante el dictado de la poderosa Alemania y otras potencias dictatoriales.

Los turistas parecen muy ocupados achicharrándose bajo el sol, atiborrando sus estómagos de marisco y alcohol en innumerables cafés, bares y restaurantes de la ciudad vieja. Los hoteles y restaurantes están a tope. Es otro día tórrido y soleado. ¿Crisis? ¿Qué crisis? Sí, en algún lugar, quizá en Atenas o quizá en las afueras de la ciudad.

A pocos minutos de allí, en un hospital local, que forma parte del colapsado sistema sanitario nacional griego, un niño iraquí está sufriendo, quizá muriendo, de cáncer. Sólo tiene tres años. Es muy probable que su madre haya muerto tratando de alcanzar Kos.

«Le encontramos en un parque», explica Hara, recepcionista del Hotel Triton. «Parecía terriblemente enfermo. Le llevamos al hospital pero allí nadie quería hacer nada. Tuvimos que llorar y gritar para que este pobre niño fuera atendido. Conectaron varios tubos a su pequeño cuerpo y después… nada más. Llamamos a Médicos Sin Fronteras, en Atenas, pero nos dijeron que no podían hacerse cargo de un caso tan complicado. No sabíamos qué hacer. Si no se le atendía de inmediato, lo más probable era que muriera».

Tras muchas presiones, la burocracia dejó paso a la humanidad y el pequeño Mohammad consiguió ser admitido oficialmente en Grecia. Ha sido trasladado a Atenas para recibir atención médica .

¿Puede esto ser un campo de refugiados en la UE?

En Kos, los refugiados están literalmente por todas partes, pero la mayoría de ellos se ven obligados a dormir en los parques o a esconderse tras los arbustos. No hay ningún campo «oficial» allí. Los inmigrantes han estado llegando desde Bangladesh, Afganistán, Iraq, Siria y otros países desestabilizados por las intervenciones, las sanciones y la política exterior de Occidente.

En un centro provisional para refugiados instalado en un antiguo hotel, el «Capitán Elías», varios cientos de personas, mayoritariamente del sur de Asia, están viviendo en condiciones deplorables, sin agua potable y una única comida al día. Sólo hay tres asistentes sociales que vienen a ayudar durante unas pocas horas al día. La instalación sólo cuenta con un médico que realiza visitas periódicas, pero la gente sufre innumerables enfermedades graves, también agotamiento y estrés constante.

«Esto no es vida», me dicen unos hombres pakistaníes que viven en una de las grandes tiendas de campaña. «No sabemos cuánto tiempo tardarán en registrarnos. Llevo esperando ya quince días y puedo tener que esperar mucho más. La gente aquí está desesperada. Apenas hay ayuda. Sentimos que estamos solos, abandonados.»

Los campos instalados al otro lado del mar, en Turquía, están mucho mejor y son mucho más humanos. Cuentan con instalaciones decentes de saneamiento, agua y alimento, incluso instalaciones deportivas y recreativas. Pero son sólo campos de refugiados temporales para los que huyen de los conflictos regionales, no «salas de espera» para entrar en la Unión Europea. Para los que quieren ir a Occidente, las instalaciones turcas para refugiados son prácticamente inútiles.

La tensión en Kos es grande. Un taxista empezó a insultarme cuando supo que me dirigía al centro temporal para refugiados Capitán Elías. Obviamente, rechazaba la idea de que fuera a exponer la terrible situación de los refugiados. «¿Es Vd. periodista? Vds., los periodistas han destruido nuestra economía local». ¿Los periodistas? Me pregunto en voz alta. ¿No los alemanes, no los europeos? En lo que a él, y a algunos más, se refiere, la isla de Kos deber ser sólo promovida como destino turístico paradisíaco, no debería definirse como otra parte del país que se encamina hacia el inevitable colapso.

Algunos griegos muestran solidaridad llevando comida a los refugiados pero otros les tratan pésimamente e incluso de forma obstinada niegan que hay ya cientos, quizá miles en la isla. En realidad, en los primeros cinco meses de 2015, alrededor de 7.000 refugiados cruzaron el mar y desembarcaron en Kos. En el mismo período, más de 2.000 murieron o desaparecieron en el mar tratando de cruzar el Mediterráneo hacia el sur de Europa. Las historias que cuentan los refugiados son contradictorias y cada testimonio es diferente. Los refugiados están aterrados, desesperados o ambas cosas. Algunos dicen que la policía les acosa pero que la gente de la localidad no es «mala», aunque otros culpan a los residentes y dicen que la policía es «OK», sobre todo porque «no hace nada».

Lena, una joven rusa de las montañas Altai que ya lleva viviendo en Grecia más de once años, trabaja en un pequeño hotel situado calle abajo de las instalaciones del Capitán Elías. Dice que los refugiados que llegan a Kos están desesperados pero que son seres humanos decentes:

«Las tasas de delincuencia no han aumentado desde que están llegado. No tenemos miedo de ellos sino de que toda la situación se escape de control. Los refugiados llegan a través de bandas de traficantes o a bordo de pequeñas balsas inflables. Cuando cruzan de Turquía a Grecia, llevan pequeños cuchillos. Si son interceptados por la policía, pinchan sus balsas y saltan al agua. Las autoridades griegas tienen entonces que rescatarles y llevarles a la isla». Lena tiene un novio que es policía, está bien informada.

***

Bodrun, enclave costero de lujo y ciudad histórica, no muestra señales de estar pasando por problemas económicos. Es una ciudad organizada, bella y confiada.

A tan sólo media hora de Kos a bordo de un catamarán turco de alta velocidad (o una hora de navegación utilizando el lento ferry griego), Bodrum se muestra elegante, incluso hedonista.

Bodrum tampoco tiene campos de refugiados pero muchos inmigrantes la utilizan como punto de partida para la Unión Europea, especialmente hacia Grecia.

Turquía está inundada de refugiados que están llegando de todo Oriente Medio, una región desestabilizada o más bien destruida por Occidente. Muchos inmigrantes están viajando desde Bangladesh, Pakistán, India, Afganistán y muchos otros lugares.

Oficialmente, y sólo de Siria, hay casi dos millones de refugiados en territorio turco. Los campos de refugiados están situados al sureste del país (cerca de Hatay), en Ankara y otras zonas, pero no en centros turísticos como Bodrum ni en sus alrededores.

En la estación de autobuses central de Bodrum, en el segundo piso, varios sirios, bangladeshíes, afganos, pakistaníes y otros inmigrantes ocupan ahora casi toda la zona del mercado. Estos son los que habían elegido ir a Grecia/UE o a la ciudad más grande de Turquía, Estambul. La policía turca está cerrando los ojos o sencillamente no sabe qué hacer.

Refugiados en tránsito en Bodrum

«Aquí, en Turquía, podemos registrarnos fácilmente y conseguir ayuda», explica un hombre afgano de treinta y pocos años. «Pero entonces tendríamos que ir a uno de los campos oficiales y quedarnos en Turquía».

Las alternativas son horribles: viajes inseguros por el mar, en su mayoría por la noche, hacia Grecia, hacia una de las quince islas que están cerca de la costa turca.

Me dicen que el precio actual por cruzar a una persona es de alrededor de 2.000 euros, y si uno quiere hacer todo el camino desde Pakistán a Alemania, el precio podría fácilmente alcanzar los 5.000 o 6.000 euros. Algunos refugiados económicos consiguen apoyo de sus clanes y pueblos, pero para los verdaderos refugiados que escapan de la guerra en lugares como Siria, esos precios son sencillamente astronómicos.

Me cuentan después una historia: varios refugiados afganos y pakistaníes trataron recientemente de cruzar de Bodrum a Kos. Su endeble barca fue interceptada por un navío armado griego. Me dijeron que el buque pertenecía a la guardia costera y que los refugiados fueron empujados a bordo, atacados y duramente golpeados.

«Nos pegaron en la cara y nos patearon por todas partes. Después nos exigieron 100 euros a cada uno».

Un hombre muestra feos hematomas en los brazos, piernas y espalda.

No tengo medios para confirmar la historia. ¿Eran realmente las autoridades griegas o alguna mafia marina que atacó a los refugiados? Es el testimonio de varias personas que intentaron cruzar pero que no lo consiguieron. Aunque sé que volverán a probar muy pronto.

¿Merece la pena?

Me dicen: «Muchos de nosotros preferiríamos quedarnos en Turquía. Nos tratan mejor que aquí. Pero otros no renuncian. Para algunos, Europa significa dinero. Para otros, seguridad y futuro. Lo intentan; les cogen, lo intentan de nuevo. La acogida que consiguen en Europa, no sólo en Grecia, es horrenda. Pero siguen estando dispuestos a ir. Allí de donde escapan, hay pueblos abrasados y pesadillas, guerras, conflictos, miseria.

Países enteros, regiones completas están destruidas, arrasadas por Occidente. Siria está inmersa en una guerra provocada por Washington, Londres y alimentada ahora por Ankara y otros aliados regionales y de la OTAN de Occidente. El EI, armado y apoyado por Occidente, prosigue arrasándolo demencialmente todo. Pakistán y Bangladesh están económica y socialmente arruinados. Afganistán e Iraq destruidos por ataques y ocupaciones directas tanto de EE.UU. como de los miembros de la UE.

La mayoría de los habitantes de Kos no parece entender el concepto. O no quieren. Ven sus propias dificultades, las de Grecia. Y queda muy poco espacio para el sufrimiento de los otros.

Cuando volaba de Kos a Atenas, un viajero griego estuvo leyendo desvergonzadamente mi escrito desde su asiento en la fila de atrás. Después de aterrizar, empezó a protestar: «¡Bodrum es una ciudad griega, no turca!». Y fue más allá:

«¿Estás escribiendo sobre la crisis de refugiados? ¿Por qué no nos das alguna solución?»

«Porque aún no he terminado mi artículo». Traté de ser paciente.

«¿Cuál es entonces la solución?», insiste, imbuido de aspereza y confrontación.

«EE.UU. y la UE deberían dejar de matar gente por todo Oriente Medio y más lugares. ¡Entonces los refugiados no tendrían motivo para venir!».

No entiende la idea. No sabe de lo que estoy hablando: «Pero, según está, ¡Europa no tiene espacio para más refugiados», protesta.

«Otros países no tienen paciencia para tolerar las invasiones occidentales», contesto. «¡Los refugiados vienen sólo porque sus naciones fueron devastadas por EE.UU. y Europa! Antes Siria, Libia e Iraq eran países ricos. Absorbían trabajadores emigrantes de toda la región».

Grecia, ella misma maltratada, dañada, humillada y destruida por la Unión Europea, no parece ser capaz de trasladar su propia experiencia a un contexto global.

Pocas horas antes, una recepcionista de uno de los hoteles de Kos sugería: «Europa o EE.UU. deberían asesinar a varios de los dirigentes de Oriente Medio». Esa era su idea sobre cómo poner fin a la crisis de los refugiados.

***

El 15 de junio de 2015, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, publicaba las siguientes notas:

ACNUR está aumentando su presencia de campo en las islas egeas orientales de Grecia donde en las últimas semanas están llegando por mar desde Turquía un promedio de unas 600 personas al día, agotando las limitadas capacidades de recepción locales (en algunos casos inexistentes).

En los primeros cinco meses de 2015, alrededor de 42.000 personas llegaron a Grecia por mar, la mayoría de ellas refugiadas. Esta cifra es seis veces el nivel del mismo período del pasado año (6.500) y casi la misma del total de todo 2014 (43.500).

Más del 90% de las personas que llegan son de países productores de refugiados, Siria principalmente (alrededor del 60% de las llegadas de este año), Afganistán, Iraq, Somalia y Eritrea.

Todos los países mencionados en esas informaciones están totalmente destruidos o económica y socialmente dañados (a menudo a causa de devastadoras sanciones) por la actuación de Occidente.

Hay que hacer un gran esfuerzo para no ver quién es el responsable de esta crisis.

El pueblo griego estuvo siendo bombardeado durante años y décadas por la propaganda de los medios dominantes. Como la mayor parte de sus colegas en Europa Occidental, ahora está condicionado para culpar a las víctimas y no a los verdaderos causantes.

Incluso en la vecina Turquía, hay voces fuertes y claras que declaran: «Queríamos ser los ‘chicos grandes’ de Oriente Medio y ayudamos a destruir a nuestros vecinos, por tanto, somos ahora responsables de alimentar a quienes se han visto obligados a escapar». Editoriales como este aparecen en todos los periódicos turcos.

La mayoría de los griegos con los que me fui encontrando no ven la conexión: OTAN-UE-destrucción de innumerables países que está provocando la crisis de refugiados.

Pero deberían verla. Grecia es todavía miembro de la OTAN y de la UE. Lo que se le viene haciendo a Grecia sólo muestra que es a la vez víctima y verdugo.

Como verdugo, tiene que asumir su total responsabilidad por aquellos cuyas vidas han quedado desgarradas por las «organizaciones» de las que es miembro de pleno derecho.

Como víctima, debería alzarse y luchar contra quienes le insultan y le dañan (y muchos otros más) -la UE, la OTAN, el FMI-, en vez de escupir su rabia y rencor contra la gente pobre e indefensa que ha perdido su país y su hogar, que lo ha perdido todo excepto su vida, por el momento.

***

Las grandes culturas no se basan sólo en su pasado. Las grandes culturas tienen que ser grandes ahora y construirse a partir del verdadero internacionalismo, del humanismo, de la solidaridad, de la generosidad y la compasión.

Ese pequeño iraquí que lucha por su vida en el hospital de Kos, debería ser un grito de guerra para los humanistas griegos. Tienen que ayudarle por todos los medios en vez de abandonarle a su terrible destino. Pero hasta ahora está recibiendo muy poca ayuda. Es ahora precisamente cuando hay que socorrerle, ahora que la misma Grecia está angustiada. ¡La solidaridad es lo más preciado en tiempos difíciles!

¡Despertad! Ese niño no es sólo un «refugiado iraquí»: es un ser humano. Tiene sólo tres años, maldita sea, y está sufriendo un dolor terrible del que pronto puede morir.

La batalla por su vida debería ser la auténtica batalla para la gran Grecia, un país que podría mostrar lo grande que es su corazón, elevándose por encima de un Occidente tan moralmente decadente.

Mientras un niño yace agonizante, miles de turistas cerca de él se atiborran de alimentos caros y bebidas. Mientras las redes sociales y el sistema sanitario griego se hunden. Algo se está rompiendo frente a mis ojos, rompiéndose de forma irreversible. Lo que queda de la «cultura occidental» está hecho añicos. Europa, ¿cómo te atreves? ¡Qué vergüenza!

Recuerda, ese niño «iraquí» que está en el hospital, es tu hijo también, Grecia. Pero si no actúas, se convertirá en tu espectro.

André Vltchek es novelista, cineasta y periodista de investigación. Ha cubierto guerras y conflictos en decenas de países. El resultado es su último libro: «La lucha contra el imperialismo occidental». Pluto publicó su diálogo con Noam Chomsky: «El Terrorismo de Occidente». Su famosa novela política «Point of No Return» ha sido reeditada. «Oceanía» es su libro sobre el imperialismo occidental en el Pacífico Sur. Su provocador libro sobre la época post-Suharto en Indonesia y el modelo fundamentalista de mercado se llama «Indonesia – El archipiélago de miedo». Su documental «Ruanda Gambit» trata de la historia de Ruanda y el saqueo de la RD del Congo. Después de vivir durante muchos años en América Latina y Oceanía, Vltchek actualmente reside y trabaja en el Este de Asia y África. Está accesible a través de su página web o su Twitter.

Fuente:   http://www.countercurrents.org/vltchek010815.htm