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Kosovo: Una independencia anunciada

Fuentes: Prensa Latina

Cuando en junio de 1999 cesaron los bombardeos de la OTAN, se vislumbraba la intención de arrancarle a Serbia la provincia de Kosovo, con lo cual culminaría el golpe de gracia del desmembramiento de la ex Yugoslavia. La propuesta del mediador de la ONU para Kosovo, el finlandés Martti Ahtissari, parece confirmar ahora las denuncias […]

Cuando en junio de 1999 cesaron los bombardeos de la OTAN, se vislumbraba la intención de arrancarle a Serbia la provincia de Kosovo, con lo cual culminaría el golpe de gracia del desmembramiento de la ex Yugoslavia.

La propuesta del mediador de la ONU para Kosovo, el finlandés Martti Ahtissari, parece confirmar ahora las denuncias de entonces, al proponer un proyecto de estatuto con pasos hacia la independencia al otorgarle el derecho de pertenecer a organizaciones internacionales, entre otras prerrogativas.

El plan convierte de nuevo a esa provincia en manzana de la discordia de Occidente con el gobierno serbio y Moscú, que defienden la integridad territorial del estado de los Balcanes.

En el Grupo de Contacto, integrado por Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y Rusia, se dividen opiniones al favorecer Washington, Berlín, Londres, París y Roma la luz verde a las pretensiones de Ahtissari.

Mientras, el gobierno ruso espera que el tema se debata en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde tiene derecho al veto.

Lo que ahora parece una iniciativa se auguró hace casi ocho años, cuando cesaron los bombardeos a Serbia, que destruyeron gran parte de su infraestructura y causaron más de mil muertos y miles de heridos.

Para que terminaran los ataques aéreos, el ejército yugoslavo debió retirarse del suelo kosovar y permitir la entrada de las tropas de la Alianza Atlántica (KFOR), que llegaron a destacar más de 40 mil soldados en ese territorio de los Balcanes.

También y en virtud de la resolución 1244 de la ONU dictada con posterioridad, pues los ataques aéreos se registraron sin el visto bueno de ese organismo internacional, la provincia pasó a ser administrada por una misión de Naciones Unidas (UNMIK).

Para justificar ese movimiento se argumentó que se pretendía proteger a los separatistas albano-kosovares, al acusarse a los militares serbios de realizar una limpieza étnica, paralela a los enfrentamientos con el separatista y Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), poco antes cuestionado por Occidente.

La UNMIK debía garantizar la estabilidad del territorio, así

como la convivencia multiétnica.

A pesar de ello, se calcula que más de 200 mil serbios, gitanos e integrantes de otras minorías abandonaron sus hogares y trabajos ante las amenazas de los extremistas albaneses, cuyo sueño se centraba en La Gran Albania, formada con Kosovo y otros territorios fronterizos con el país del mismo nombre.

Las denuncias de asesinatos, secuestros y torturas llovieron, en lo que también se denominó por Belgrado una limpieza étnica, acentuada con la llegada a Kosovo de albaneses de otros estados para aumentar la presencia de su comunidad.

Durante estos años, fueron frecuentes los encontronazos entre los habitantes de la ciudad de Mitrovika, donde las comunidades serbias y albanesas residen en territorios divididos por un puente, custodiado por las KFOR.

En el último de esos enfrentamientos murieron 19 serbios-kosovares en un asalto de la etnia mayoritaria.

La propuesta de Ahtissari llega sin calmarse las pasiones y cuando el ejecutivo provincial lo forman políticos albaneses, muchos de ellos integrantes de los grupos armados secesionistas, algunos devenidos partidos políticos.

Quizás por ello, los serbios-kosovares no sientan seguridad por sus vidas, ni la estabilidad que debiera darles la presencia de la ONU durante tanto tiempo, por lo cual se augura una nueva emigración masiva en caso de declararse la independencia.

Al margen de ello, con ese proyecto se obvia los establecido en 1999 en la Resolución 1244 sobre Kosovo, al reconocerse parte integrante de Yugoslavia y esgrimirse el respeto a la integridad de ese país.

En ese entonces, de la República de Yugoslavia se habían separado Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Croacia y Macedonia, quedando sólo formada por Montenegro y Serbia.

A la cadenas de escisiones, se sumó en mayo último, Montenegro, luego de un plebiscito en que la separación fue aprobada en apretada votación.

Los serbios no parecen dispuestos a ceder Kosovo, una de las dos provincias autónomas, la otra es Metohija, al ratificar, a finales del año pasado por amplia mayoría en un referendo sobre una nueva Constitución, que es parte inalienable de su estado.

Pero también rechaza esa posibilidad el gobierno saliente de serbia, donde tras las elecciones, efectuadas el pasado 21 de enero, se realizan las negociaciones para la formación de un nuevo ejecutivo.

Con la eventual independencia de Kosovo se daría el golpe de gracia a Serbia, estado que lucha por restablecerse económicamente y de las heridas dejadas por las guerras separatistas.