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La crisis de los misiles, que conmocionó al mundo

Fuentes: Rebelión

Se conoce como crisis de los misiles, a los trece días de octubre de 1962, en los que Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron a punto de comenzar una guerra nuclear por Cuba. El 14 de octubre de 1962, un avión espía de EEUU descubrió que la URSS había instalado secretamente sus misiles balísticos […]

Se conoce como crisis de los misiles, a los trece días de octubre de 1962, en los que Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron a punto de comenzar una guerra nuclear por Cuba. El 14 de octubre de 1962, un avión espía de EEUU descubrió que la URSS había instalado secretamente sus misiles balísticos de medio alcance P-12 en la isla. Este hecho ocasionó un conflicto entre las dos superpotencias. La paz mundial estuvo seriamente en peligro, al borde de la Tercera Guerra Mundial.

Moscú había intentado restaurar el equilibrio nuclear en el mundo, después de que EEUU instalara en 1961 sus misiles balísticos en Turquía. Al descubrir los misiles soviéticos en Cuba, John Fitzgerald Kennedy, realizó un bloqueo militar contra la isla, creando un cerco con su flota y aumentando el número de sus tropas y aviones.

En marzo de 1962, la Comisión Taylor, planteó medidas para justificar la intervención militar en Cuba. En mayo, una delegación rusa llegó a la isla para proponer la instalación de cohetes con carga nuclear y garantizar que los norteamericanos no invadieran la isla. En junio, el Estado Mayor de la URSS aprobó la composición de tropas soviéticas que participarían en la operación. Todo se iba complicando, cuando en el mes de junio, el comandante Raúl Castro viajó a Moscú, para explicar los criterios de Fidel Castro de hacer público el acuerdo militar, como acto soberano entre dos estados. Los rusos insistieron en mantenerlo en secreto. Tres meses después, EEUU confirmaba la presencia de emplazamientos de misiles en Pinar del Río, Villa Clara y Camaguey.

Quedaban todavía días de intensas negociaciones para que la crisis de Octubre llegara a su fin. Entre los días 18 y 22 de octubre, el canciller Nikita Jruschov aseguraba que los misiles eran de carácter defensivo. Kennedy ordenó la máxima alerta y refuerza la base naval de Guantánamo, creando todas las condiciones para bombardear la isla caribeña. El 26 de octubre Fidel Castro ordena abrir fuego contra aviones enemigos en vuelos de baja altura y el 27, un avión de EEUU es derribado y muerto su piloto.

El 28 de octubre, Cuba presentó una declaración de cinco puntos, tras la reunión bilateral entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El presidente Kennedy aceptó eliminar las medidas de bloqueo a Cuba; mientras que Nikita Jruschov aceptó retirar del territorio cubano las instalaciones de armas de defensa estratégica. El Gobierno Revolucionario de Cuba, declaró que: «No existirán las garantías de que habla el Presidente Kennedy contra una agresión a Cuba, si, además de la eliminación del bloqueo naval que promete, no se adoptan otras medidas».

Cuba exige: el cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los EEUU en todas partes del mundo contra el país; cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y organización de invasiones mercenarias; cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde las bases existentes en Estados Unidos y Puerto Rico; cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval; y retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos. Algo se ganó, pero el bloqueo a Cuba se sigue produciendo y Guantánamo sigue siendo una base americana.

En el momento de la crisis de los misiles, Estados Unidos gozaba de una superioridad nuclear decisiva sobre la Unión Soviética. Poseía más de 400 misiles balísticos intercontinentales, en comparación con 78 en el arsenal de la URSS. La enorme ventaja estratégica incluía los sofisticados submarinos Polaris, con poder devastador para un golpe nuclear, y la abrumadora fuerza de choque de alrededor de 1.300 bombarderos nucleares, a diferencia de menos de 200 en el arsenal soviético. Además, en la década del 60 el tiempo para alcanzar el objetivo era un factor crucial. Se necesitaban unos 30 minutos para que los misiles soviéticos llegaran a Estados Unidos, un tiempo suficiente para que los estadounidenses tomaran represalias con un devastador contraataque. Desde Cuba los misiles soviéticos hubieran podido destruir la mayor parte de los centros militares y urbanos de Estados Unidos en 7 ó10 minutos.

Anatoly Dobrinin, embajador soviético en Washington y figura decisiva junto a Robert Kennedy en la búsqueda de una solución a la crisis, declaró en sus memorias, que los motivos de Khrushchev fueron estratégicos: «la medida era parte de una estrategia geopolítica más amplia para lograr una mayor paridad con Estados Unidos». Un factor esencial para que el Kremlin decidiera introducir misiles nucleares en Cuba fue el fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos, donde Kennedy fue percibido como un presidente débil e indeciso que decaería bajo presión. El siguiente paso fue obtener la cooperación de Fidel Castro. El mensajero fue el embajador Alexander Alexeiev, un veterano agente de la KGB y estrecho colaborador de Raúl Castro.

Fidel Castro hizo suya la idea de los misiles nucleares en Cuba: «Es un movimiento muy arriesgado… pero si tomar tal decisión es indispensable para el bloque socialista, creo que estoy a favor del emplazamiento de los misiles en nuestra isla». Con el respaldo de Castro, el traslado secreto y el despliegue se puso en marcha.

Sin embargo, el 14 de octubre cambió el rumbo de la historia, cuando el avión espía tomó las fotos que proporcionaron a Washington la primera evidencia sólida de la presencia de misiles soviéticos en Cuba. El 16 de octubre el presidente Kennedy fue informado. Durante los siguientes cinco días, en absoluto secreto, el Presidente y sus asesores analizaron las opciones disponibles. Al final se decidió hacer frente, hasta sus últimas consecuencias, el desafío soviético.

En el contexto histórico, la crisis se produjo durante la Guerra Fría (1945-1991). Las dos superpotencias nunca se llegaron a enfrentar directamente, pero sí indirectamente en diversos puntos del Planeta. El armamento nuclear de ambos países significaba que siempre fuera posible una gran guerra apocalíptica. El 1 de enero de 1959 la revolución liderada por Fidel Castro triunfa en Cuba. El 20 de enero de 1961 Kennedy jura como presidente de Estados Unidos. En abril de ese mismo año, los Estados Unidos respaldan a un grupo de cubanos anticastristas que fallan en su intento de invadir Cuba en Bahía de Cochinos. En agosto de 1961 comienza la construcción del Muro de Berlín. En febrero de 1962 comienza el embargo estadounidense a Cuba.

Los historiadores reconocen que la crisis de los misiles en Cuba fue el momento más peligroso de la historia de la humanidad. Las gestiones del Secretario General de las Naciones Unidas, U Thant, contribuyeron notablemente a desactivar la crisis. El 24 de octubre, en su discurso ante el Consejo de Seguridad, instó a que se celebrarán urgentemente negociaciones entre las partes involucradas e informó de que había enviado exhortaciones al Presidente Kennedy y al Primer Ministro Khruschev para que establecieran una moratoria de dos a tres semanas de duración. Esa medida entrañaría, por parte de la URSS, la suspensión voluntaria de todos los envíos de armamentos a Cuba; y por parte de los Estados Unidos la suspensión voluntaria del cerco y en especial registro de barcos rumbo a Cuba. Hizo un llamamiento a las autoridades de Cuba para que suspendieran la construcción y el desarrollo de servicios e instalaciones militares importantes durante el período de negociación.

A modo de conclusiones: El domingo 28 de octubre, la dirección soviética envió un mensaje urgente a Dobrynin en Washington, indicando que Kruschev había aceptado las demandas del Presidente. El acuerdo incluía un pacto secreto para el desmantelamiento gradual de los misiles estadounidenses obsoletos en Turquía y el compromiso de no invadir a Cuba. Durante las negociaciones Castro fue ignorado, por lo que se sintió humillado. Kennedy fue asesinado un año después por un homicida procastrista. Kruschev fue destituido como primer ministro a los dos años, y Castro se mantuvo como presidente durante más de medio siglo, fiel aliado de Moscú a cuyos intereses expansionistas sirvió en los años setenta enviando cuerpos militares expedicionarios a Angola, Mozambique o Etiopía.

Con todo, la crisis se resolvió rápidamente y muestra la eficacia de la estrategia de la disuasión; la amenaza del holocausto nuclear frenó el aventurerismo de las potencias y la importancia del diálogo ente las dos superpotencias, instalándose una comunicación directa entre la Casa Blanca y el Kremlin para desactivar cualquier crisis o malentendido: el «teléfono rojo».

−JFK: «Dean, por favor, explícame cómo se llevaría a cabo todo el proceso.

−DA: «Su primer paso, señor, será darles a los soviéticos entre 12 y 24 horas para que retiren los misiles. Ellos, obviamente, se negarán. Entonces usted ordenará los ataques, seguidos de la invasión. Opondrán resistencia y serán vencidos».

−JFK: «Planes que requieren armas nucleares… [Silencio] ¿Y cuál sería el paso siguiente?».

−DA: «Esperemos que prevalezca la cordura… antes de llegar al paso siguiente».

Extracto de la conversación entre John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos,

y Dean Acheson, ex Secretario de Estado en la película Trece días (2000)

@caval100

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.