El 29 de febrero 2004, el Presidente Jean-Bertrand Arístide fue forzado a exiliarse por militares estadounidenses. Mientras el gobierno de Bush y la gran prensa corporativa señalaban que ese presidente se había inclinado hacia la izquierda, el propio Arístide dio cuenta detallada de su secuestro ejecutado por las tropas norteamericanas a un periodista haitiano de […]
El 29 de febrero 2004, el Presidente Jean-Bertrand Arístide fue forzado a exiliarse por militares estadounidenses. Mientras el gobierno de Bush y la gran prensa corporativa señalaban que ese presidente se había inclinado hacia la izquierda, el propio Arístide dio cuenta detallada de su secuestro ejecutado por las tropas norteamericanas a un periodista haitiano de Estados Unidos, quien transmitió su entrevista-reportaje –vía teléfono celular– por el programa de noticias ‘Flash Points’ de radio Pacífica (PKPFA) de California. En cuanto se conocieron en EEUU los alegatos del secuestro de Arístide fueron rápidamente desacreditados y se negó la responsabilidad del gobierno. Las circunstancias subyacentes de la situación actual en Haití, así como la historia de la intervención de EEUU, fueron ignoradas por los medios oficiales y la gran prensa corporativa estadounidense.
En 1990, después de 15 brutales años de dictadura de ‘Baby Doc’ Duvalier, el 70% de la gente de Haití votó por Arístide en su primera elección democrática. Durante su primer período, éste hizo una buena gestión con una plataforma populista que se propuso revisar la legislación tributaria para gravar la importación, establecer impuestos a los ingresos de los ricos y presionar por un aumento del salario mínimo. Sin embargo, muy pronto fue presionado para revertir esas ofertas por las instituciones financieras internacionales (IFIs) y la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID). Algunos meses más tarde, ese primer gobierno de Arístide fue derrocado por un ejército de paramilitares rebeldes conocido como Frente para el Avance y el Progreso de Haití (Fraph), que fue entrenado y patrocinado por la Cia. De hecho, varios líderes del Fraph estuvieron en la nómina de pagos de la Cia.
Durante el período del golpe, entre 1991 y 1994, el oponente presidencial de Arístide, Marc Bazin, ex funcionario del Banco Mundial, fue designado como Primer Ministro por una junta militar que restableció la explotación y aterrorizó al país tal como estuvo bajo la era Duvalier. En el régimen de Bazin se ejecutaron 4.000 civiles y más de 60.000 refugiados huyeron del país. En este contexto de matanzas del Fraph –apoyadas por la Cia–, se percibió que Bazin actuó como un buen muchacho para el cartel del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI y las políticas del Consenso de Washington.
Con la ayuda del gobierno Clinton, Arístide volvió a su cargo de Presidente de Haití en 1994. Su regreso fue condicional, basado en sus ofrecimientos de apoyo a los propósitos del FMI y del Banco Mundial formulados durante sus años de exilio. Durante ese tiempo, Haití fue atormentado adicionalmente por enormes cantidades de deuda externa y fue forzado a recurrir a préstamos del FMI y del Banco Mundial. En respuesta, el FMI alumbró el ‘Programa de Recuperación Económica’. Supuestamente, se propuso ayudar a Haití, poniéndolo a sus pies, con un programa que impuso una reforma del presupuesto que redujo el tamaño del Estado y de la función pública de Haití y, en última instancia, condujo al derrumbe del sistema de gobierno y de la nación. Arístide sirvió el cargo hasta el fin de su mandato presidencial en 1996.
Arístide fue reelegido el 2000 en las elecciones presidenciales del mismo año en que George W. Bush ingresó a la Casa Blanca. Arístide ganó con el 92% del voto en una contienda declarada ‘libre y justa’ por la Organización de Estados Americanos, de la que EEUU también es miembro. Sin embargo, poco después del cuestionamiento de la propia elección de Bush, su administración impugnó la proclamación de siete senadores del partido ‘Familia Lavalas’, de Arístide. A pesar de la dimisión de los senadores, la administración Bush utilizó e infló estos alegatos para justificar el bloqueo a Haití de 512 millones de dólares en préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo. El gobierno ejerció presión sobre el Banco Mundial, el FMI y la Unión Europea para continuar reduciendo el resto de la ayuda acordada.
Mientras obstruía la ayuda y los préstamos, EEUU proporcionó millones de dólares para financiar la ‘Plataforma Democrática de la Sociedad Civil de los Partidos Políticos de la Oposición’. La Plataforma Democrática, desarrollada por el National Endowment for Democracy (Ned) o Fundación Nacional para la Democracia, y co financiada por el Instituto Republicano Internacional, consiguió ensamblar a la ‘Convergencia Democrática’ (CD) y al ‘Grupo de 184 Organizaciones de la Sociedad Civil’ (G-184) en la oposición al gobierno del Arístide. La CD consiste en 200 pequeñas organizaciones políticas que se extienden desde maoístas a neo-liberales, el ala duvalierista de ultra derecha y otros partidarios del libre mercado que rehúsan participar en procesos electorales y son responsables de la violencia desatada contra el gobierno haitiano. El G-184 es un grupo de ‘organizaciones de la sociedad civil’ dirigido por Andre Apaid, ciudadano de EEUU y dueño de Industrias Alfa, uno de los exportadores más grandes de mano de obra subpagada de Haití que abastece a numerosas compañías de EEUU, incluyendo a la IBM, Sperry/Unisys, Remington y Honeywell.
Después del retiro forzado de Arístide, el Frente Nacional de Liberación y Reconstrucción, el nuevo grupo paramilitar formado por los viejos miembros del Fraph, colabora con la Plataforma Democrática en impulsar la reforma económica estructural neo-liberal. Su propósito es asistir a los partidos políticos ‘civiles’ y a las organizaciones no gubernamentales (ONGs) en la instalación del estilo estadounidense de dominación de la democracia corporativa. Incidentalmente, la Ned también proporcionó fondos a la ‘Coordinadora Democrática’, otra ‘organización de la sociedad civil’ basada en Venezuela, que patrocinó y procuró un golpe contra el Presidente Hugo Chavez.
Estos grupos de la oposición, financiados, entrenados y armados por EEUU, emprendieron en Haití una guerra al estilo Contra (de la Nicaragua de los ’80). El nuevo gobierno, conducido por el primer ministro interino Gerard Latortue, se compone de criminales de derechos humanos, de narco-traficantes y de otros malhechores implicados en las insurrecciones de 1990 y 2004. En Haití está en marcha una campaña constante y sistemática de terror y violencia realizada al gusto de individuos como Guy Philippe, Louis Jodel Chamblain y Jean Tatoune.
Philippe, un narco-traficante, ex jefe de la policía separado del ejército haitiano, especialmente entrenado por las fuerzas de EEUU en Ecuador, fue el organizador de la oposición haitiana en República Dominicana, donde era requerido para rendir cuentas a la Cia dos a tres veces por mes. Chamblain, ex hombre número dos del Fraph, sentenciado por la masacre de Raboteau de 1994 y el asesinato en 1993 del activista democrático Antoine Izmery, condenado dos veces por asesinato, con su ametralladora al hombro se unió a Philippe en los seminarios de pólvora de la oposición ‘democrática’. Tatoune, otro líder del Fraph condenado también por la masacre de Raboteau e identificado por las víctimas como autor de disparos contra varios civiles, llegó a tiempo en un helicóptero de EEUU para salir en la foto, al lado del primer ministro de facto, como ‘combatiente por la libertad.’
Mientras la economía de Haití cayó en bancarrota por las reformas del FMI, prosperó el contrabando marítimo de narcóticos. Convertido en la médula del tráfico de drogas del Caribe, donde lo más importante es el transporte de la cocaína de Colombia a EEUU, Haití responde por un estimado del 14% de todo el clorhidrato que ingresa a EEUU La Cia protegió este comercio en la era de Duvalier, así como durante la dictadura militar de 1991-1994. El dinero que generan los resultados comerciales del contrabando de drogas desde Haití fluye a los intermediarios del crimen organizado a cargo de su comercio al por mayor y al menudeo, a las agencias de inteligencia que protegen este tráfico comercial y a las instituciones financieras y bancarias que se ocupan de lavar estos ingresos. Wall Street y los bancos europeos tienen su propio interés en instalar una ‘democracia’ protectora de sus inversiones en el negocio de la ruta del contrabando de Haití.
Desde la presidencia de Bush padre, EEUU trabajó con dificultades para forjar una oposición contra Arístide y su gobierno. Esta oposición fue aprovisionada de combustible por su negativa a privatizar las empresas públicas y su aumento del salario mínimo. Cuando Arístide volvió a Haití en 1994, los funcionarios de EEUU contaban con que muchas de sus empresas públicas (la compañía de teléfonos, la compañía eléctrica, el aeropuerto, el puerto, tres bancos, una fábrica de cemento y un molino harinero) serían vendidas a las corporaciones privadas, preferiblemente a las multinacionales de EEUU que trabajaban en sociedad con la elite haitiana. Arístide se opuso, incitando al retiro de los 500 millones de dólares prometidos en ayuda internacional. En febrero de 2003, Arístide actuó de nuevo fuerte contra la oposición del sector de los negocios, al doblar el salario mínimo. Este incremento favoreció a más de 20.000 trabajadores de las líneas de montaje contratadas por corporaciones transnacionales como Disney y Wal-Mart.
El gobierno de Haití trabajó por alternativas al desarrollo neo-liberal, distintas a la dominación de las corporaciones y, esencialmente, a la hegemonía de EEUU, ensamblándose con la Comunidad (de países) del Caribe (Caricom) para formar un bloque comercial diferente al Alca y otras iniciativas. Esas naciones establecieron proyectos cooperativos con Venezuela y Cuba, asegurándose envíos regulares de petróleo de Venezuela en condiciones preferenciales y ayuda médica substancial de Cuba. Caricom clamó por una investigación de la abducción del Presidente Arístide y el Presidente Hugo Chavez le ofreció asilo en Venezuela. Después de permanecer dos semanas en la República Centroafricana, Arístide obtuvo asilo temporal en Jamaica, sólo a 200 km de Haití.
Actualización de Lynd Duff y Dennis Bernstein:
Dennis Bernstein es productor ejecutivo de los noticiarios ‘FlashPoints’ de radio Pacifica (Kpfa-FM 94.1), en Berkeley, California. Lyn Duff ([email protected]) es una escritora residente en Jerusalén que en 1995 estuvo en Haití ayudando a establecer la primera estación de radio para niños de ese país. Hoy escribe un libro sobre Haití. Esta historia fue escrita el 19 de marzo de 2004. Una actualización del tema aparece en el capítulo 10, ‘Haití: La Historia No Contada’ del libro-informe Censored Project 2005, publicado en Nueva York (en inglés) por la editorial Seven Stories.
Fuentes de Proyecto Censurado:
Kpfa Radio – FlashPoints, 1 de abril 2004
Título: ‘Interview with Arístide’s lawyer, Brian Concannon’
Reportero: Dennis Bernstein
GlobalResearch CA, 29 de febrero 2004.
Título: ‘The destabilization of Haiti’
Autor: Michel Chossudovsky
Dollars and Sense, Septiembre/Octubre 2003
Título: ‘Still Up Against the Death Plan in Haiti’
Autor: Tom Reeves
Kpfa – ¡Democracy Now!, 17 de marzo 2004
Título: ‘Arístide talks with Democracy Now! About the leaders of the coup and US funding of the opposition in Haiti’
Reportera: Amy Goodman
Associated Press, 16 de marzo 2004
Título: ‘Arístide Backers Left Out of Coalition’
Autor: Ian James
Evaluadores de la Facultad: Tony White, Ph.D., y Richard Zimmer, Ph.D.
Estudiantes investigadores: Brooke Finley y Jocelyn Boreta
Esta es la historia periodística número 12 más ocultada por la gran prensa y el gobierno de EEUU durante 2004 y 2005.
Proyecto Censurado, Universidad Sonoma State, California.
Traducido por Ernesto Carmona