«España ha reducido el presupuesto militar para el año próximo por una simple cuestión coyuntural, la crisis que atravesamos. Pero no ha reducido el número de efectivos en el ejército, ni ha suspendido ninguno de sus grandes proyectos de armamentos en curso…» Pere Ortega es un investigador sobre paz y desarme del Centre d’Estudis per […]
«España ha reducido el presupuesto militar para el año próximo por una simple cuestión coyuntural, la crisis que atravesamos. Pero no ha reducido el número de efectivos en el ejército, ni ha suspendido ninguno de sus grandes proyectos de armamentos en curso…»
Pere Ortega es un investigador sobre paz y desarme del Centre d’Estudis per la Pau J. M. Delàs (Justícia i Pau) y miembro del Centre de Treball i Documentació (CTD). Es usual colaborador de la revista mientras tanto y un admirable activista social que tiene muy presente el principio de que la mejor de decir es hacer.
¿Por qué crees que los ejércitos no son inevitables? ¿Cómo entonces garantizar la seguridad de la ciudadanía?
Yo parto del principio que los conflictos son inevitables y por tanto no se pueden solucionar por la fuerza. Es mejor convivir con ellos y cuando no queda otro remedio buscar su resolución por medios no violentos. Es decir, evitar el binomio de vencedores y vencidos que eterniza el conflicto, pues los derrotados siempre buscaran su revancha.
En su concepción, tanto de ayer como de hoy, los ejércitos tienen como misión preparase hacer la guerra para defender los intereses, tanto interiores como exteriores del Estado. En el mundo hay 200 estados, cada vez que surge un conflicto de intereses se deberían buscar los mecanismos políticos para impedir se resuelvan mediante el uso de la fuerza. Eso quiere decir disponer de organismos internacionales, evidentemente democráticos, que administren la justicia y la paz (no me quiero alargar en este punto). Cierto es que se tendrán que buscar medios coercitivos para aquellos que se saltan las reglas de convivencia de los que se ha dotado una sociedad. Pero eso lo pueden llevar a cabo cuerpos de seguridad, no necesariamente ejércitos armados hasta los dientes de mortíferas armas.
Por otro lado, inevitables los ejércitos no son. Costa Rica, Islandia y especialmente los pequeños países, por cuestiones obvias, no tienen ejércitos y se las ingenian para establecer lazos políticos de buena vecindad para no ser atacados.
Además la seguridad entendida sólo desde el punto de vista militar, ejércitos y armas, nos conduce inevitablemente al militarismo, carrera de armamentos y, desde la invención de la bomba atómica, aboca al planeta al holocausto nuclear. Entonces no nos queda otro remedio que el desarme, es decir, la reducción de ejércitos.
Hablas entonces de reducción, no de eliminación de los ejércitos.
La eliminación de las fuerzas armadas forma parte de la utopía social a la que debemos de aspirar. Mientras tanto, debemos trabajar en su reducción. Esto hoy es una cuestión factible. El gran obstáculo para avanzar en la reducción son, en primer lugar, los organismos internacionales militares (OTAN) que condicionan a los Estados miembros a mantener unas fuerzas sobredimensionadas.
No hay razones objetivas para mantener 25 millones de soldados en todo el planeta. España ha limitado su presencia en el exterior a 3.000 soldados, quizás la amplíen a 5.000. Entonces ¿para qué los 130.000 actuales? Y encima el Ministerio de Defensa aspira alcanzar los 170.000.
¿Crees que existen causas universales que expliquen las guerras? ¿La codicia, las diferencias sociales, las pulsiones anexionistas son motivos siempre presentes?
Los analistas diferencian dos grandes causas: los agravios que es la más extendida y la codicia. Los agravios se pueden concretar en luchas por acceder al poder, falta de libertades, justicia social, reparto muy desigual de la riqueza, la geopolítica, cuestiones identitarias, religiosas, territoriales, de independencia o mayor autonomía. En éstos agravios, la cuestión política es fundamental, y es la que abraza mayor peso, girando el resto de motivaciones a su alrededor. Con lo cual, añado, es un grave error hablar de conflictos de una sola causa, y calificarlos como étnicos, religiosos o de expansión, pues en los conflictos se entremezclan siempre diversas motivaciones. En referencia a la geopolítica, cuenta y mucho, la geoestrategia de los estados, en la que éstos dirimen cuestiones de poder internacional e influyen de manera determinante en la explosión de muchos conflictos armados.
La otra gran cuestión es la codicia. Son los conflictos que surgen del deseo de apoderarse de un territorio para acceder a sus recursos, de ahí que algunos conflictos estén ligados a los diamantes, oro, maderas tropicales, petróleo, coca, opio, o minerales como el cobre, coltán, fosfatos… Esta codicia puede ser una causa determinante, pero difícilmente será única. Y también irá acompañada de cuestiones geopolíticas. Así, los grupos implicados en el conflicto recibirán ayuda exterior de otros estados interesados en acceder a esos recursos. Y en consecuencia, tendrán condicionantes políticos, económicos o étnicas.
¿En qué se diferencian, si es el caso, las guerras del siglo XXy XXI respecto a las guerras de otras épocas?
Algunos analistas (Kaldor, Ignatief) sostienen que las guerras han cambiado. Ha habido algunos pequeños cambios, pero no son substantivos. Sí que han disminuido las guerras entre estados y hoy son algo más numerosas las interestatales. Pero también tenemos el fenómeno de la globalización que también afecta a las guerras. Hoy en los conflictos internos actúan muchísimos más factores externos que en los conflictos del pasado.
Un aspecto que nadie tiene en cuenta es que en las guerras nunca hay estadísticas. Entonces no podemos saber si hay cambios significativos. En las guerras del pasado se atacaba a los civiles como en las de hoy, se violaban mujeres y los derechos humanos como hoy. Por tanto, la codicia (acumulación de riqueza)) y los agravios (políticos) continúan, hoy como ayer, siendo las dos grandes causas.
¿Se han incrementado o decrementado los gastos militares en estas últimas décadas?
Tras el final de guerra fría en 1991, hubo un retroceso importante del gasto militar, sobre todo en todo el bloque ex soviético y aliados. Pero a partir de 1996/97 EE.UU. comenzó a incrementar el gasto militar, poniendo en marcha un efecto dominó: tanto aliados como países rivales empezaron a armarse para no quedar desfasados tecnológicamente. La hegemonía imperial desplegada por la administración Bush se ha basado en el militarismo: 370 mil soldados desplegados en más de 1.000 bases en 140 países. Hoy hemos superado las cifras de la guerra fría. Según datos oficiales de los gobiernos estamos alrededor de los 1.500 millones de euros, de los que un 45% corresponden a los Estados Unidos
¿Por qué los ejércitos e incluso las guerras siguen teniendo apoyo popular ciudadano a pesar de los inmensos horrores que ocasionan?
No estoy muy convencido de esa aseveración si la pregunta de una encuesta de opinión se hiciera de manera correcta. Así, por ejemplo: «¿Es partidario de la guerra como instrumento de la política exterior?». Estoy convencido que la respuesta sería negativa.
En el caso de España la opinión pública de manera mayoritaria es contraria a la guerra. Y respecto al ejército, se ha pasado del rechazo mayoritario, debido a la dictadura militar que duró 40 años, a una mayor aceptación debido al buen marketing del Ministerio de Defensa, que sostiene que el ejército español se dedica a llevar a cabo misiones humanitarias, de paz, de reconstrucción en catástrofes naturales. Si fuéramos capaces de desmontar esas falacias, demostrando que en el ejército está formado para hacer la guerra, y el resto de misiones serían mucho más eficaces, eficientes y más baratas en manos de cuerpos civiles, seguro que el ejército no suscitaría ninguna simpatía. Además deberíamos preguntarnos ¿de quién nos defienden y dónde están las amenazas?
¿Por qué crees que Estados Unidos e Inglaterra, con el apoyo de España y otros países, invadieron Irak? ¿Era el petróleo el único motivo?
Como ya he señalado las guerras no son nunca por una sola causa. Se entremezclan muchas otras. En el caso de Irak la cuestión de la geoestrategia regional era también muy importante, se trataba de eliminar un rival de Israel en una región rica en hidrocarburos. Pero el petróleo podía haber fluido hacia EE.UU. y Europa sólo con levantar el embargo. En cambio si fue importante el hecho que Sadam Hussein excluyera a las empresas de EE.UU. dejando sólo a empresas chinas, rusas y francesas el negocio del petróleo. EE.UU. con la guerra en Irak estaba advirtiendo que, en la etapa de globalización, nadie puede poner restricciones a las empresas a operar en cualquier país del planeta.
¿Qué está pasando en África? ¿Cuáles son las verdaderas causas de esas guerras que no suelen aparecer en primera página de nuestros periódicos?
Las guerras africanas tienen cada una sus propias causas. En unas puede pesar más la cuestión de los hidrocarburos, recordemos que en algunos de esos países se habla de la «maldición del petróleo». Por un lado, porque favorece la aparición de mucha corrupción de los gobiernos locales y que llevan a cabo las empresas extractivas. Por otro lado porque genera conflictos debido a que los habitantes de los territorios donde se extrae no ven ningún beneficio directo y sí muchos conflictos derivados de su extracción, expulsión de tierras, ambientales, contaminación de acuíferos, etc y en algunos casos inician luchas armadas (Delta del Níger, Chad, Sudán). En otros casos, surgen líderes locales que encabezan grupos armados, los denominados «señores de las guerra», que quieren sacar beneficios de esos recursos, se apoderan de territorios para cobrar «impuestos» a quienes operan en el territorio, todas las empresas extractoras extranjeras. A las compañías les importa poco los derechos humanos de la población, lo importante es hacer negocio y poco les importa pagar a un gobierno como a un señor de la guerra. Es el caso del coltán, oro, cobre, cobalto o maderas tropicales en RD Congo, o de los diamantes y maderas en Sierra Leona o Liberia. En Angola fue el petróleo y los diamantes.
¿España está reduciendo sus gastos militares? ¿Cuál es el presupuesto actual que España dedica a estos temas?
Eso depende de como se hagan las cuentas del gasto militar. Si solo contabilizamos el Ministerio de Defensa se ha reducido el 3% respecto al 2008. Pero si tenemos en cuenta las partidas militares repartidas por otros ministerios: Ministerio de Industria (I+D militar); Seguridad social y mutuas de los militares; Ministerio de Exteriores (OTAN y acuerdos de desarme); Ministerio de Interior (Guardia Civil que es un cuerpo militar) e intereses de la deuda derivados de las inversiones militares, la cosa cambia. Tan sólo sería un 1,6% la reducción real. Pero lo importante es el importe total 18.609 millones de euros, es decir, 51 millones de euros diarios de gasto militar.
España ha reducido el presupuesto militar para el año próximo por una simple cuestión coyuntural, la crisis que atravesamos. Pero no ha reducido el número de efectivos en el ejército, ni ha suspendido ninguno de sus grandes proyectos de armamentos en curso que ascienden a 30.000 millones de euros (aviones y helicópteros de combate, fragatas, submarinos, acorazados, misiles guerra electrónica). Una cifra colosal.
¿Por qué a veces hay fuerte disparidad de cifras en estos ámbitos? ¿Se ocultan datos? ¿De qué forma?
La opinión pública es contraria al gasto militar. Entonces las partidas de mayor envergadura, las inversiones en nuevos armamentos son suplementadas durante el ejercicio. Lo mismo ocurre con las misiones en el exterior a las que se asigna un cifra mínima que luego durante el año se incrementa. Así, cuando finaliza el año y se liquida el presupuesto puede alcanzar una desviación del 20% respecto al presupuesto inicial, alrededor de 1.500 millones de euros.
Es una manera de substraer el debate sobre el gasto militar en la aprobación del presupuesto.
Las partidas de I + D del Ministerio de Defensa, ¿se dedican siempre a asuntos de investigación militar?
Sí, no cabe la menor duda. Pero la cuantía más importante de I+D militar surge desde el Ministerio de Industria.
¿Qué papel juega entonces el Ministerio de Industria en los créditos concedidos a empresas militares? ¿Son créditos a fondo perdido? ¿De que cuantía estamos hablando?
La entrada en la OTAN, supuso la adecuación de las fuerzas armadas a las necesidades de este organismo. Se pusieron en marcha grandes proyectos de armamento y modernización. Vista las enormes inversiones que se avecinaban (20.000 millones entonces), y que las grandes empresas que tenían que llevar a cabo los proyectos, no tenían incentivos para desarrollarlos, en 1997 se puso en marcha una operación de «ingeniería financiera». Conceder créditos en I+D a cero interés a retornar en 20 años para desarrollar la investigación de esas nuevas armas.
Los créditos se concedían desde el Ministerio de Industria, que las industrias tendrían que retornar una vez entregadas las armas a Defensa, y éste a su vez retornar los créditos a Industria. Un buen lío que pretendía marear la perdiz. Se trataba de minimizar el gasto en I+D que llego a alcanzar con el PP el 45% del total de I+D de España. Hoy es el 15%. Pero lo importante es que si son créditos, desde 1997 se han acumulado unas deudas de las industrias militares de 13.254 millones de euros. Y hasta la fecha (junio 2008) a la respuesta de una pregunta parlamentaria de IU-ICV se han retornado 81 millones. Un escándalo.
Estoy convencido que se condonaran y se convertirán en ayudas (subvenciones). Y entonces el famoso superávit del estado de estos últimos años esconde trampas como ésta.
¿Qué opinión te merecen las actuaciones de los cascos azules? ¿Son realmente misiones de paz?
Hay que ser muy crítico con la ONU y también con las actuaciones de los cascos azules. Por un cuestión fundamental: falta de legitimidad democrática de la ONU y de esas fuerzas. Los cascos azules son prestados por los estados, en su mayor parte por países de sur, que de ese modo ingresan recursos. Los países ricos solo envían fuerzas cuando les interesa por cuestiones de política exterior para jugar un papel en la política internacional. Pero determinadas actuaciones, de interposición, de desminado, de desarme, alguien las tiene que hacer, y es mejor que sean de la ONU que no, por ejemplo, de la OTAN.
Tú te has manifestado a favor de un gobierno mundial, ¿debería tener ejército ese gobierno?
Sé que se trata de un tema polémico. Sin haber profundizado demasiado en esta cuestión, creo que lo ideal sería que la ONU dispusiera de unos cuerpos propios y fijos destinados a la seguridad mundial, pero eso sería restar poder a las grandes potencias que hoy no lo desean. Unas Naciones Unidas reformadas, con un Consejo de Seguridad democrático sin ningún derecho a veto, sería un embrión de gobierno cosmopolita al que se debería ceder la competencia de asegurar la paz mundial. Yo creo que los Estados deben ceder competencias y soberanía a organismos regionales y mundiales. De hecho ya es así. Claro que tienen que ser democráticos. La ONU hoy sólo es un proyecto de eso.
Entonces podríamos hablar de tener unos cuerpos especiales permanentes y formados para intervenir en los conflictos entre estados. Eso permitiría avanzar en el desarme y la reducción de las fuerzas armadas de los estados, que recordemos son 25 millones de soldados y unos arsenales de armas atómicas que pueden destruir tres o cuatro veces el planeta.
Puede ser controvertido, pero hay que avanzar en el camino kantiano de la paz perpetua, y no se me ocurre otra solución.
¿Cómo definirías el pacifismo? ¿No es un filosofía un tanto ingenua y utópica en un mundo tan violento como este que vivimos?
No, ni mucho menos. El pacifismo, en su acepción moderna, como movimiento se inscribe al lado del ecologismo y el feminismo como proyecto emancipatorio. El pacifismo no sólo se opone a la violencia personal, a la que toma su máxima expresión en la guerra y su preparación (el militarismo), sino también contra el resto de violencias, la estructural, la cultural, la patriarcal… que conducen a la desigualdad. El pacifismo no sólo ha recibido el descrédito de la derecha, también buena parte de la izquierda tradicional lo ha observado con desconfianza. Me refiero a quienes sostienen que sólo con la fuerza de las armas o la violencia se puede alcanzar el socialismo, que para mí es sinónimo de paz.
Admito que no logro encontrar muchos miembros en el conjunto «de las fuerzas de izquierda que sostienen que sólo con la fuerza de las armas o la violencia se puede alcanzar el socialismo» pero sigamos adelante si te parece. ¿Crees que en alguna ocasión esta justificada la violencia revolucionaria de los oprimidos? ¿La lucha armada es siempre un asunto trasnochado y rechazable?
Respecto a tu comentario, precisar que eso está en el Manifiesto Comunista. Marx sostuvo que sólo mediante la violencia se podrá derrocar a la burguesía e instaurar el socialismo. Y Lenin mantuvo la misma tesis y esperaba que la revolución socialista se extendiera mediante levantamientos armados. Si no, ¿por qué proliferaron tanto las guerrillas revolucionarias que intentaron alcanzar el poder mediante las armas?
En cambio, las revoluciones no violentas han fructificado y han representado grandes transformaciones sociales. Ahí tenemos el feminismo, el ecologismo, las luchas por los derechos sociales, derechos civiles (aquí los llamamos humanos), que nos sitúan más cerca de la emancipación. En cambio, ¿qué queda de las revoluciones violentas hechas de un día para el otro sin cambiar lo fundamental, las relaciones humanas? De las armas sale el poder pero nunca la democracia. Además ahí tenemos la experiencia de la historia que nos demuestra que las violencias «supuestamente» revolucionarias, una vez tomado el poder, han instaurado regímenes despóticos. Tampoco conozco ninguna revolución violenta que no haya suscitado una contrarrevolución. La toma de la Bastilla o del Palacio de Invierno duró un día, pero la transformación a que aspiraban necesitaba bastante más que espontaneidad y violencia. La razón no se puede imponer por la fuerza. Se necesita tiempo para convencer y crear amplios consensos que transformen todos los ámbitos sociales (esto es de Gramsci). No hay enemigos a los que derrotar sino personas a las que convencer (y esto es de Gandhi). Hay revoluciones que necesitan siglos para implantarse.
Lo que queda del marxismo que sostuvo que la guerra es el motor de la historia, hoy debería reflexionar sobre el tremendo error que cometió (yo modestamente lo he hecho). Sin ánimo de dar lecciones, pues en cada contexto se dan muchas variables. Creo que la mayoría de las luchas armadas revolucionarias más que avanzar, hicieron retroceder los proyectos emancipatorios.
Cuando hablamos de gastos mundiales en armas, ¿de qué cuantía estamos hablando? ¿Qué países gastan más en armamento?
El gasto militar mundial, según datos oficiales facilitados por los gobiernos es de 1.350 billones de dólares (SIPRI), en cifras 2007, el 2,5% del PIB mundial. Otros lo ascienden 1.500 billones. De ese gasto, USA representa el 45% mundial, unos 580.000 pero eso sólo es el gasto del Departamento de Defensa. Luego hay otras muchas partidas repartidas por otros Departamentos. Las armas nucleares surgen del Departamento de energía. El escudo antimisiles del de la NASA: La guerra contra el terrorismo (Irak y Afganistán) se aprueba con un presupuesto especial que este año es de 170.000 millones de dólares. Entonces resulta que el presupuesto real militar de USA es de 950.000 millones de dólares. Como pasa en China, donde resulta difícil saber el gasto real repartido por provincias y gobiernos locales. Y como el caso de España que ya he explicado. Total que yo creo que el gasto militar mundial puede ser muy superior y puede alcanzar los 2,5 billones (14 cifras) de dólares.
¿Crees que sigue siendo concebible actualmente un enfrentamiento con armas nucleares?
EE.UU no ha dejado nunca de amenazar en todas las últimas guerras, en Yugoslavia y en Irak de utilizarlas si fuera atacado con armas químicas o bacteriológicas. Además está investigando llevar a cabo ataques con armas nucleares de baja potencia (las micronukes) en refugios subterráneos a Al Qaeda.
Después está ayudando a India en la renovación de sus instalaciones nucleares. Existe el peligro de una desestabilización de Pakistán, y que su arsenal nuclear pase a manos de un gobierno islamista y antiamericano. Después está la tensión latente entre India y Pakistán. Brasil e Irán que han iniciado el enriquecimiento de uranio, lo cual abre las puertas a la posibilidad de construir la bomba. Además a Irán se la está amenazando con una nueva guerra, sino lo hace USA, es más que probable que lo haga Israel. La proliferación nuclear es un peligro que hay que evitar.
¿Cuál es en la actualidad la agenda más urgente del movimiento pacifista?
En primer lugar: hoy la OTAN desde la renovación que la convirtiera en un organismo militar mundial es un peligro, su expansión hacia Rusia y el escudo antimisiles nos aboca a una nueva carrera de armamentos. En Europa se ha puesto en marcha una campaña contra el 60 aniversario del nacimiento de la OTAN, que de nuevo aúna a todo el movimiento pacifista (IRG, IPB, CND…) y a la izquierda europea.
En segundo lugar: El año 2009 se tiene que revisar el TNP. Es una oportunidad para avanzar hacia el desarme nuclear.
En tercer lugar: una legislación restrictiva y más transparente sobre el comercio de armas mundial. En especial las armas ligeras que son las que alimentan las guerras. Ya existe una campaña (IANSA) que agrupa a buena parte del movimiento por la paz mundial.
En cuarto lugar: el movimiento antiguerra tiene que hacer más visible su oposición a esa barbaridad denominada «guerra contra el terrorismo» que nos aboca a un enfrentamiento con el Islam.
En quinto lugar: trabajar para la reforma democrática de Naciones Unidas
¿Crees posible y necesario un relanzamiento de los movimientos por la paz en el mundo?
Sí claro. La paz ya la he descrito como una utopía social. Una sociedad en paz es una sociedad donde reina la justicia, los derechos humanos y no sólo se vive en paz con la humanidad, sino también con la naturaleza.