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La fotografía iraní en 1384, año actual en el calendario persa

Fuentes: GAIN

Los iraníes vuelven hoy a las urnas para elegir presidente. Mucho han cambiado algunas cosas desde que el actual fue elegido en medio del entusiasmo popular. El autor sospecha que los comicios del año 1384, según el calendario persa, y 1426 según el islámico, pueden significar el fin del proyecto reformista. Además, repasa las hipótesis […]

Los iraníes vuelven hoy a las urnas para elegir presidente. Mucho han cambiado algunas cosas desde que el actual fue elegido en medio del entusiasmo popular. El autor sospecha que los comicios del año 1384, según el calendario persa, y 1426 según el islámico, pueden significar el fin del proyecto reformista. Además, repasa las hipótesis que se manejan en torno a la autoría de los ataques con bomba que han tenido lugar en el país.

Las elecciones presidenciales de hoy pueden significar la certificación definitiva de la «muerte política» del proyecto reformista auspiciado y liderado por el actual presidente, Mohammad Khatami.

La mayoría de las fuentes señalan como muy probable la victoria de Ali-Akbar Hashemi Rafsanjani, aunque ponen en duda que pueda hacerse con la mayoría absoluta necesaria para evitar la segunda vuelta. En ésta tendría que enfrentarse con el segundo candidato más votado, que según los observadores locales podría ser el antiguo jefe de la Policía nacional, Mohammad Baqer Qalibaf, o el reformador Mustafa Moin.

La división dentro del campo conservador puede también apuntalar la victoria de Rafsanjani en esa primera vuelta. A expensas de las posibles alianzas coyunturales que surjan tras los resultados de hoy, todavía puede ser pronto para proclamar su definitivo triunfo.

Estos días, las críticas a su candidatura se han sucedido desde todos los frentes. Los reformistas no le perdonan que se apropie en estos momentos de parte del programa que ellos han defendido en los últimos años, y desde las organizaciones más conservadoras sacan a escena su pasado como presidente, ligándolo a una de las épocas donde la corrupción se instauró con más fuerza en la escena iraní. «Puede ser la vuelta de los mismos corruptos», señalan desde Ansar-i Hezbollah, al tiempo que remarcan que la política liberal y privatizadora será la «vuelta a la era de las mil familias», en referencia a la época del Shah.

Desde los bazares, algunas organizaciones también se han desmarcado de Rafsanjani, apoyando a otro candidato, Ali Larijani. Para solventar estos obstáculos, Rafsanjani ha llevado a cabo una campaña centrada en Teherán (apenas ha salido de allí) y, con el apoyo mediático extranjero y local, espera conseguir sus objetivos.

Bombas en campaña
Esta última semana, una sucesión de atentados con bomba en cuatro ciudades ha ocasionado una decena de muertos. Hacía más de una década que acciones de este tipo no tenían lugar en Irán, y este hecho ha dado lugar a que todas las diferentes hipótesis se aborden con cautela, sobre todo al hablar en torno a la autoría de las mismas.

Mientras que algunos medios occidentales pretenden ligar las mismas al descontento que manifiestan las minorías nacionales del país, descubriendo interesadamente su existencia en esta coyuntura pre-electoral, otras fuentes locales abren un abanico de posibilidades.

La primera hipótesis, y no por ello la más acertada, apunta hacia la posibilidad de que miembros del Ba´ath iraquí, con el apoyo del grupo Mujahideen-e Khalq (MEK), hayan cometido las acciones mencionadas. La debilidad operativa del MEK se contrarrestaría con las pequeñas redes operativas que todavía podría mantener en Teherán.

Otros apuntan a la mano de Al Qaeda o de alguna organización de esa esfera. Para ello esgrimen el deseo de venganza que estas organizaciones sentirían hacia Irán por su papel en Irak y Afganistán.

En tercer lugar está la hipótesis que señala a los propios conservadores de Irán, que buscarían un vuelco electoral a su favor. La sensación de inseguridad se sortearía con un candidato «fuerte», y la mayoría de los candidatos conservadores tiene un importante pasado militar.

Finalmente estaría la llamada pista «saudita». Arabia Saudita pretendería «devolverle» la moneda al papel que Irán desempeña entre la comunidad chiíta de este país.

Entre estos escenarios se da un cierto paralelismo. Mientras que en Arabia Saudita los chiítas son una minoría a nivel estatal, es mayoritaria su presencia en las zonas más ricas en recursos petrolíferos. En Irán se invierten los papeles y es la comunidad árabe la que ocupa esa posición. Hace ya algún tiempo que desde los países del Golfo se están enviando dinero y agentes para invertir la situación y frenar el ascenso del poder chiíta en la región.

Turbulencias interesadas
Es todavía demasiado pronto para señalar en una u otra dirección, al tiempo que no debe olvidarse otra posibilidad, la de ciertos movimientos transversales basados en intereses coyunturales.

De momento, la fotografía iraní puede estar algo «movida» en los próximos días y semanas. Las elecciones por un lado, los atentados y el informe próximo de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (que se presume contrario a los intereses iraníes) por otro lado, son algunos de los motivos de esa situación. Y todo ello sin olvidar la política de Estados Unidos, que está dispuesto a propiciar «un cambio de régimen en Teherán sea como sea», y que para ello utilizará todos los medios y aliados a su alcance (en esta escena también asoma Israel).

Por su parte, los iraníes se enfrentan a unas elecciones y a un futuro diferentes a los que se nos venden en determinados medios. La división política es evidente, pero no entre dos bloques homogéneos, «conservadores y reformistas», como se nos pretende presentar; las divisiones internas y de proyectos en cada uno de ellos nos muestran un puzzle político mucho más complejo y sobre todo rico desde un punto de vista político.