La disputa no es solo por Ucrania, sino principalmente por Europa, que es la gran perdedora, pase lo que pase.
Nicolás Maquiavelo en El Príncipe, entre tantos consejos interesantes que da a Lorenzo de Medicis, “El Magnífico”, gobernante de Florencia en las últimas décadas del siglo XV, aborda en el Capítulo XVIII el “modo en que los príncipes deben guardar la fe dada”. Maquiavelo parte su reflexión del problema de saber gobernar con la ley y con la fuerza; preferentemente con la primera, pero “como a menudo no basta”, es preciso “hacer buen uso de uno y otro juntos”.
De allí la disquisición pasa a la parábola de la zorra y el león, animales a quienes el gobernante debe imitar según las circunstancias. Por supuesto, la zorra encarna la astucia (y el arte de engañar) y el león la fuerza (que es capaz de espantar a los lobos que le amenacen).
Dicho lo cual, Maquiavelo analiza el problema de si el gobernante (príncipe) debe cumplir siempre sus promesas, compromisos y tratados. Para señalar que no hay que tener ninguna fidelidad a los compromisos si se convierten en un perjuicio. Y concluir que: “El que supo obrar como zorra tuvo mejor acierto”.
Entonces el problema no es faltar a la palabra empeñada cuando la necesidad o conveniencia te lo indiquen, sino “tener la habilidad de fingir y disimular”. Porque, dice Maquiavelo, “el que engaña con arte halla siempre gentes que se dejen engañar”.
No es necesario que el gobernante posea siempre las virtudes de: “manso, fiel, humano, religioso, leal”, pero sí es necesario “parecerlo”. Agrega que “hay que saber entrar en el mal, cuando hay necesidad…” pero hay que ser “circunspecto, para que cuantas palabras salgan de su boca lleven impreso el sello de las cinco virtudes mencionadas; y para que tanto viéndole como oyéndole, le crean enteramente lleno de bondad, de buena fe, integridad, humanidad y religión”.
Esta astucia en el mentir es útil al gobernante porque: “Cada uno ve lo que pareces ser; pero pocos comprenden lo que eres realmente”.
A mi juicio esta parábola cae a pelo con la actual guerra entre Rusia y Ucrania. En la cual Vladimir Putin, el presidente ruso, aparece como el “león” con el uso descarnado de la fuerza, dejando ver claramente su comportamiento de potencia que apela a las armas para imponer sus intereses, y que de manera casi ingenua ha renunciado a una justificación de sus acciones que sea capaz de convencer, primero a la ciudadanía rusa, y mucho menos a los ucranianos y al resto del mundo, de sus actos y decisiones.
Putin renunció a la parte de “zorra” que debía tener para ser un gobernante virtuoso bajo los consejos de Maquiavelo, y se ha visto simplemente vestido de “león”. Con lo cual se ha enajenado aliados, y logrado casi nulo apoyo de la gente, ni siquiera dentro de Rusia, donde tampoco ha sabido jugar la carta del nacionalismo, con la que la derecha siempre saca buenos dividendos.
Por el contrario, el bando occidental de esta guerra, encabezado por el presidente norteamericano, Joseph Biden, y sus aliados-subordinados europeos de la OTAN, han visto desde el principio como hábiles “zorras” que han logrado disfrazar sus intereses imperialistas en esta guerra detrás del ropaje de defensa de la “democracia”, los “derechos humanos”, la “autodeterminación nacional”, etc.
Con el apoyo de los medios de comunicación de masas, el gobierno de Biden y la OTAN, apelaron a los fantasmas del pasado, sobre todo los que hacen estremecer a la pequeña burguesía europea, disfrazando a Putin como una reencarnación de Atila, Iván el Terrible, el sultán otomano y Adolfo Hitler.
Biden, la OTAN y los medios lograron convencer a la gente en Europa de que la invasión a Ucrania era un primer paso en un proyecto expansionista ruso que no acabaría hasta llegar, por lo menos a Berlín. La opinión pública europea ha sido convencida de que Putin pretende, al menos, retrotraer sus fronteras a lo que fue la Unión Soviética y los estados del este europeo tras la “cortina de hierro” antes de 1989.
La astucia zorruna de la OTAN logró que cundiera el pánico en toda Europa, y con la torpeza política de Putin, lograron llevar a su molino la opinión pública de los países vecinos de Rusia para terminar de meterlos a su alianza militar, haciéndoles creer que es una “acción defensiva”. Con lo cual, siguiendo los consejos de Maquiavelo, Biden y la OTAN faltaron al compromiso de no expandirse hacia el este, ni acercarse a las fronteras rusas, como se le había prometido a Gorbachov, y fueron astutos como la zorra.
Putin al apelar al león va perdiendo la guerra políticamente, que es el primer paso antes de poder ganar por las armas. Biden disfrazado de zorra va ganando la guerra políticamente, sin siquiera haber puesto ninguna baja en el combate y sin que haya caído ninguna bomba en su territorio.
La disputa no es solo por Ucrania, sino principalmente por Europa, que es la gran perdedora, pase lo que pase. Rusia ha perdido su influencia política, económica y cultural en Europa porque sus pueblos se han asustado tanto al ver a Putin vestido de león, que decidieron echarse ciegamente en manos de la zorra norteamericana, subordinándose militar, política y económicamente. Las clases trabajadoras europeas ya están pagando la factura de la guerra, con los aumentos de los presupuestos militares y con la carestía de los combustibles, en favor de los intereses norteamericanos, no delos propios europeos. Y si la guerra escala a un nivel nuclear, serán los primeros que se calcinen.
Europa ha sido tan cegada por la zorra norteamericana que no alcanza a percatarse que el león ruso apenas puede sostener la ocupación sobre el este de Ucrania, donde vive una población mayoritariamente rusa en términos étnicos. Así que la supuesta pretensión de que el león se va a tragar los países bálticos, Escandinavia, Polonia, etc., es una evidente exageración para sostener un miedo que ha vuelto a convertir a buena parte de la población europea en cómplices de la proscripción completa de una etnia, la rusa, en el sentido cultural, deportivo, incluso de sus ciudadanos. Incluso se ha instalado la censura sin que nadie lo note.
Lo ha expresado claramente Josep Borrel, secretario de relaciones exteriores de la Unión Europea (UE), apelando al lenguaje zorruno que mete miedo entre su ciudadanía: “Europa es un jardín… y el resto del mundo es una jungla” (News.Eseuro.com, 13/10/22), en consecuencia, hay que cuidar el jardincito de los bárbaros que amenazan nuestras fronteras. La interpretación es libre, no solo se trata de Rusia, sino que los migrantes africanos y del medio oriente pueden sentirse aludidos.
Previamente había dicho Borrel. “Sin esta guerra no éramos conscientes de que Europa está en peligro” (Euronews, 5/9/22). Con mucha astucia, esa es la idea que han instalado en la mente de millones europeos para justificar su estrategia militar y política frente a Rusia con el respaldo de la “opinión pública”.
Una buena pregunta es: ¿Por qué el discurso de la zorra norteamericana, exceptuando a algunos gobiernos lacayos, no ha calado en la gente de otros continentes? ¿Por qué lo ven como un conflicto distante que no les afecta? ¿O será que ya se ha visto tantas veces actuar a la zorra norteamericana, se han escuchado tantas veces sus falacias, y se han visto sus mentiras desnudadas por los enormes crímenes de lesa humanidad que se han cometido?
La burguesía y la clase dirigente de Estados Unidos, siendo conscientes de sus intereses imperialistas y sus convicciones racistas, siempre se han cuidado de presentarse como víctima y no como victimaria, siempre ha esgrimido para justificar sus crímenes las apelaciones a la democracia, los derechos humanos, el combate a las drogas, etc.
Acá, al sur del mundo, ya se conoce el pelaje y la retórica zorruna de Estados Unidos y la OTAN, porque hemos sufrido reiteras invasiones, intervenciones, golpes de estado, sabotajes, etc. Por eso, contrario a Europa, no levanta mucho entusiasmo la zorra yanqui cuando habla de Ucrania, la gente se encoje de hombros, mira para otro lado y piensa: hipócritas.
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